El secretario general de la ONU, António Guterres, lanzó en el arranque de la Asamblea General un llamamiento a la movilización de la comunidad internacional para atacar desde todos los frentes la cascada de desafíos actuales, en previsión de “un invierno de descontento a escala mundial”.
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“Necesitamos actuar en todos los ámbitos”, dijo Guterres, que teme los efectos del aumento del coste de la vida y la desigualdad, así como del cambio climático. “La población está sufriendo y los más vulnerables se llevan la peor parte”, señaló desde el atril.
El máximo responsable de la ONU lamentó que, frente a retos “enormes y trascendentales”, la comunidad internacional “no está preparada o no está dispuesta”. Considera que no es momento de individualidades, ya que “no hay ningún poder ni ningún grupo que pueda, por sí solo, dominar la situación”.
A su juicio, los conflictos y las emergencias humanitarias se están extendiendo “sin que se les preste atención”, como lo demostraría el hecho de que el llamamiento de la ONU para atender emergencias humanitarias arrastra un déficit de 32 mil millones de dólares, “el mayor de la historia”.
La guerra de Ucrania
Guterres repasó en su discurso algunas de las crisis actuales, entre las que aludieron a Ucrania. En este ámbito, resaltando la importancia del acuerdo para la exportación de cereales firmado entre Kiev y Moscú, en el que la ONU ejerció de mediadora. No fue un “milagro”, sino un ejemplo de diplomacia.
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“La guerra en Ucrania desencadenó una destrucción generalizada, con violaciones a gran escala del Derecho Internacional Humanitario y de los Derechos Humanos”, dijo Guterres, que ve “extremadamente inquietantes” las informaciones que apuntan al hallazgo de fosas comunes en la localidad ucraniana de Izium tras la salida de las fuerzas rusas.
Los efectos colaterales del conflicto se extienden también más allá de Ucrania, debido a que la “crisis mundial del coste de la vida”, según el ex primer ministro portugués.
En este sentido, recordó que unos 94 países en los que viven mil 600 millones de personas se enfrentan a “una tormenta perfecta” en la que se entremezcla la subida de los precios de los alimentos y de la energía, la “aplastante” carga de la deuda y la falta de acceso a nuevos fondos.
Impuestos a las energéticas
En el ámbito energético, estableció como premisa que “quienes contaminan deben pagar”. “Llegó el momento de intervenir”, lo que para Guterres pasa por “exigir responsabilidades” a las empresas de combustibles fósiles y a todas aquellas que giran sobre su órbita, en particular las instituciones financieras.
“Tal como hicieron con las tabacaleras hace unas décadas, los grupos de presión y los profesionales de la manipulación informativa sembraron desinformación dañina”, indicó, en alusión a la “ingente maquinaria de relaciones públicas” que de alguna forma protege a toda la industria.
“Los intereses que mueven los combustibles fósiles tienen que dedicar menos tiempo a evitar un desastre de relaciones públicas y más a evitar un desastre planetario”, mencionó.
Aunque Guterres admitió que las energías no renovables “no se pueden suprimir de la noche a la mañana”, sí que cree que es momento de “poner sobre aviso” a las empresas y a sus inversores. Por ello, pdió de forma directa a todas las economías desarrolladas que graven los beneficios extraordinarios.
Los fondos recaudados, planteó, deben redigirse hacia los países que más están pagando los estragos derivados de la crisis climática global y hacia las personas que atraviesan ahora “dificultades” por la subida de los precios tanto de la energía como de los alimentos.