NOVOMYKOLAIVKA, Ucrania (AP) — Un cohete no detonado se ve en un campo y otro está incrustado en la tierra en el complejo de la granja. Unos trabajadores encontraron una bomba de racimo cuando sacaban yerbas y hay un enorme hoyo en el techo del establo, marcado por proyectiles.
Todo el trabajo ha sido suspendido en esta granja en el este de Ucrania, cuyos campos y edificios han sido alcanzados tantas veces por morteros, cohetes, misiles y bombas que sus trabajadores no pueden sembrar la tierra ni cosechar trigo.
Volver a plantar y cosechar “será difícil, muy difícil”, dijo Viktor Lubinets, que está a cargo de a producción en la granja Veres. Incluso si cesan los combates, los campos deben ser despejados de municiones y metralla.
Y falta mucho para que acaben los combates. El rugido de un proyectil llena el aire, la detonación cercana sacude la tierra y lanza al aire una columna de humo negro. Lubinets apenas parpadea.
“Me he acostumbrado. Era aterrador en los primeros días, pero ahora — una persona se acostumbra a cualquier cosa”, dijo el granjero de 55 años, con el humo disipándose detrás de él. “Y tenemos que trabajar. Si lo dejamos todo, otros campesinos harán lo mismo, ¿Qué pasa entonces?”.
La agricultura es clave para la economía ucraniana, representando alrededor de 20% del producto interno bruto y 40% de los ingresos por exportaciones antes de la guerra, de acuerdo con la Organización de Agricultura y Alimentos de la ONU (FAO). El país es descrito a menudo como la panera de Europa y millones de personas dependen de sus suministros de granos y aceite de girasol en África, el Oriente Medio y partes de Asia donde muchos ya enfrentan hambre.
Pero la invasión rusa el 24 de febrero le ha asestado un duro golpe, dañando campos, cultivos, ganado, maquinaria y almacenes, además de obstaculizar severamente el transporte y las exportaciones.
La FAO estimó en julio que los daños preliminares al sector van de 4.300 millones a 6.400 millones de dólares —de 15% a 22% del valor total de la agricultura preguerra en Ucrania— estimado en 29.000 millones.
La granja Veres es un duro ejemplo. Sus 5.700 hectáreas (14.085 acres) de tierras usualmente producen trigo, cebada, maíz y girasoles y tenía 1.500 cabezas de ganado.
Pero su ubicación la hizo especialmente vulnerable en la que ha sido una guerra de artillería. La granja yace casi directamente en línea entre la ciudad estratégica de Izium, capturada por las tropas rusas a inicios de abril y recuperada por Ucrania en septiembre y Kramatorsk, la mayor ciudad en la región oriental de Donetsk aún en manos ucranianas.
El complejo de la granja ha sido alcanzado por ataques de 15 a 20 veces, dice Lubinets y él ha perdido la cuenta de cuántas veces han caído proyectiles en los campos. El granero ha sido cañoneado, la instalación de generación eléctrica ha sido destruida y numerosos cohetes han caído en el establo del ganado — vacío desde que los animales fueron vendidos al inicio de la guerra. De la fuerza laboral preguerra de 100 empleados, la mayoría fueron evacuados y solamente quedan 20.
Los trabajadores consiguieron plantar trigo, pero no tuvieron tiempo para cosecharlo. Los cultivos ardieron en un bombardeo el 2 de julio.
Lubinets se sintió desolado. Como agrónomo, estaba deseoso de examinar los resultados de cinco nuevos tipos de trigo que habían plantado, parte de un estudio anual de rendimiento de las cosechas.
“Todo ese trabajo de estudio fue destruido”, dijo. “¿Cómo puedo sentirme? ¿Cómo puede sentirse una persona si quiere hacer algo, pero alguien viene y lo arruina?”.
Algunas granjas en el área han sido más afortunadas. Casi 10 kilómetros (6 millas) al suroeste de Novomykolaivka, una cosechadora combinada se desplaza metódicamente por un campo, separando flores de girasol de sus tallos y arrojando las semillas en la parte trasera de camiones.
La guerra crea un trasfondo estremecedor. La máquina está marcada por metralla de un cohete y un campo contiguo está minado. Helicópteros sobrevuelan el maíz y los girasoles y aviones de combate pasan sobre las llanuras.
“Se volvió muy difícil y aterrador trabajar durante la guerra, porque uno no sabe lo que esperar ni dónde”, dijo Maksim Onyshko, de 36 años. “La guerra nunca ha causado nada bueno. Solamente dolor y daños”.
Sergiy Kurinnyi, director de la granja KramAgroSvit, de 3.640 hectáreas, dijo que había sido un riesgo plantar girasoles en mayo sin saber si la línea del frente se tragaría los campos.
“Podíamos ver con nuestros propios ojos las acciones militares”, dijo. “Así que existía el riesgo de si podríamos o no cosechar esos cultivos, pero decidimos correr el riesgo”.
Dio resultado y el buen tiempo ayudó a producir un buen rendimiento de las 1.308 hectáreas de girasoles. Plantaron además 1.434 hectáreas de trigo, 255 de cebada, 165 de semilla de colza y alimento para el ganado. Perdieron 27 hectáreas de trigo en un incendio causado por bombardeos, pero lograron cosechar el resto.
Un cohete mató a 38 de las 1.250 reses de la granja en abril, haciendo que los administradores vendieran casi todo el rebaño restante — dejando 215 en su producción de leche.
Al día siguiente, un cohete cayó en el área de almacenamiento de equipo, destruyendo una cosechadora de granos y dañando otra maquinaria, dijo Kurinnyi.
Los trabajadores, en una pausa para almorzar, ignoran las explosiones de cañoneos distantes.
Calcular las pérdidas totales no fue fácil, dijo Kurinnyi, pero estimó que alrededor de 10 millones de hryvnias (270.000 dólares) se habían perdido de la producción de cosechas y alrededor de 1 millón de hryvnias (26.700 dólares) por las 38 reses muertas en el ataque.
Con la contraofensiva de Ucrania alejando la línea del frente más al este, ellos dicen que se sienten más confiados en poder plantar y empezar a preparar el suelo para los cultivos invernales.
Pero para la dañada granja en la que trabaja Lubinets, el regreso a los campos está lejos.
“Vivíamos tranquilos antes de la guerra, habíamos… logrado algo, estábamos tratando de hacer algo. Y ¿ahora qué?”, dijo.
“Todo ha sido dañado, todo ha sido destruido y tenemos que reconstruir todo esto, comenzar de cero”.