Hace un repaso a las lecturas prohibidas que han marcado su trayectoria y lamenta que "a nadie le interesa ya la hazaña de leer"
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 23 (de la enviada especial de EUROPA PRESS, Laura Martínez)
La escritora rusa Liudmila Ulítskaya ha alertado de "las raíces del estalinismo que renace en Rusia" en la ceremonia de entrega del Premio Formentor 2022, un acto que ha tenido lugar en el Hotel Santa Catalina, a Royal Hideaway de la ciudad.
En su discurso, Ulítskaya ha recordado que "los movimientos comunistas en Francia e Italia empezaron a declinar después de que los comunistas occidentales supieran del gran terror y de cómo la Checa-NKVD-KGB influyó en la vida nacional, y terminaron por apartarse del régimen comunista y del estalinismo".
"Pero no sucedió en Rusia. Por lo visto, a fin de cuentas, el libro no ha sido leído, porque, pocos años después del derrumbe soviético, el pueblo votó claramente por un personaje formado en las viejas tradiciones del KGB. De ahí crecen las raíces del estalinismo que renace en nuestro país", ha sentenciado.
En la ceremonia de entrega, la autora ha recordado que su infancia y juventud correspondieron a una época en la que en su país "se prohibió un acervo importante de literatura". "En aquellos años ni siquiera se editaba a Dostoyevski por haber caído bajo sospecha", ha recordado, al tiempo que ha indicado que "pasaron muchos años antes de que pudiera entender este linde entre lo permitido y lo prohibido".
Aquellas primeras lecturas fueron novelas de Lidia Chárskaya, 'Mujercitas' de Louisa May Alcott; 'La piedra', de Mandelstam; 'El rosario', de Ajmátova; 'Yo, Kótik Letáiev', de Andréi Biely; 'Imágenes de Italia', de Murátov; 'La interpretación de los sueños', de Freud o 'La rebelión de los ángeles', de Anatole France, entre otros, hasta llegar a Tolstói.
"Para toda mi vida. Y nada de Dostoyevski... Le siguió Pasternak, luego Mandelstam. En 1960 terminé el bachillerato y cambió el paisaje: hice una nueva amiga, Natalia Gorbanevskaya. Una poeta de verdad, y viva", ha destacado, gracias a la cual conoció a poetas de Leningrado- Petersburgo de comienzos de los años sesenta.
"Han pasado seis décadas desde que inicié mis lecturas peligrosas, y puedo afirmar con seguridad que desde 1960 se había estructurado toda una industria de lecturas clandestinas, existiendo tres fuentes diferentes en principio", en alusión a los libros editados antes de la Revolución de 1917 o de la Segunda Guerra Mundial y posteriormente prohibidos (Shestov, Rózanov, Berdiáiev, Florenski, Vladimir Soloviov), libros escritos en Rusia y no publicados oficialmente o destruidos después de su edición, pero reproducidos con métodos caseros (desde Vasili Grossman hasta Solzhenitsyn, Shalámov, Evgenia Ginzburg, Nadiezhda Mandelstam, Venechka Yeroféiev) y ediciones en ruso traídas o enviadas desde el extranjero.
"Personalmente para mí, el 'samizdat' --copia y distribución clandestina de literatura prohibida por la censura del régimen soviético-- empezó con obras de poesía de poesía, como poemas mecanografiados de Tsvietáieva, Gumiliov, Ajmátova o Mandelstam", una circunstancia que no impidió que continuara leyendo "día y noche, año tras año, y crecíamos leyendo", a pesar de las represalias porque "estas lecturas eran sancionadas con expulsiones de la universidad o del trabajo y hasta con prisión, bajo el cargo de conservar, divulgar y especialmente reproducir libros prohibidos".
"En 1965 descubrí a dos grandes escritores que jalonan las letras rusas: Platónov y Nabokov" ha continuado, recordando cómo obtuvo 'La dádiva' de Nabokov, comprado tras vender el dedo el anillo de diamantes heredado de su abuela. "He de confesar que jamás lamenté la pérdida del anillo. El libro resultó ser un verdadero diamante; ha sido leído muchísimas veces por mí y por todos mis amigos", ha reconocido.
También ha hecho alusión a obras como 'Éxodo', de Leon Uris --que causó su "éxodo de la ciencia genética" y le impulsó "hacia otro oficio--, hasta llegar hasta 1990, cuando se aprobó en Rusia "una ley que prohibía la censura". "En el lapso de dos años aparecieron en las estanterías de las librerías casi todos los libros que se habían considerado lecturas peligros", ha lamentado.
"Es cierto que hoy en día no se detiene a nadie por un libro. A nadie le interesa ya la hazaña de leer. La lectura misma, después de constituir un elemento esencial de la vida, parece haberse transmutado en un placer opcional. Cada vez que veo en el metro a personas leyendo me doy cuenta de que solo uno de cada diez pasajeros sostiene en sus manos un libro tangible de papel, mientras que los demás leen en sus teléfonos o Kindle", ha expresado.
"Si quisiéramos saber qué está leyendo esta gente, la respuesta sería incierta. He aquí otra pregunta: ¿por qué volvemos a temer algo? ¿Por qué subsiste el miedo? La incógnita no es tan compleja, pero merece ser analizada", ha concluido su discurso, que lleva por lema 'La hazaña de leer'.
"TRISTEZA" POR LA SITUACIÓN EN RUSIA: "VEREMOS SI HAY ALGÚN CAMBIO"
Por otro lado, esta mañana, en la rueda de prensa realizada junto con el director de la Fundación Formentor, Basilio Baltasar, y su traductora y agente literaria Yulia Dobrovólskaya, la galardonada ha hecho un llamamiento a la importancia de leer y escribir, acciones a las que animaba "a todo el mundo".
Tampoco ha obviado la situación actual que se vive en Rusia, que observa con "gran tristeza". "La movilización de reservsistas anunciada hace unos días me lleva a pensar que el Estado no tiene recursos para un Ejército tan numerososo y yo espero que esto pueda conducir a una crisis de gobierno en sus altas esferas", ha precisado. La autora tuvo que marchar con su familia a Berlín (Alemania), donde vive desde marzo de 2022 debido al conflicto bélico iniciado en Ucrania.
"Veremos si hay algún cambio y el Estado hace caso a sus ciudadanos o los ignora", ha apostillado. Por otro lado, preguntada sobre la censura a los artistas rusos ha indicado que es "como un péndulo que ha abandonado su trayectoria natural". "El sentido común vencerá a estos sentimientos, todo volverá a ser más normal", ha confiado.
El Premio Formentor es un reconocimiento a la calidad e integridad de las obras que consolidan el prestigio e influencia cultural de la literatura. Se convocó por primera vez en 1961 y se recuperó en el 2011 para subrayar los valores estéticos de la narrativa y la energía creativa de la imaginación literaria. Dotado con 50.000 euros, cuenta con el mecenazgo de las familias Barceló y Buadas.