DUBÁI, Emiratos Árabes Unidos (AP) — Hombres armados atacaron el miércoles un destacado santuario chiíta en Irán, dejando al menos 15 muertos y decenas de heridos, mientras que en otras partes del país se realizaron manifestaciones al cumplirse 40 días de la muerte de una mujer cuando estaba detenida.
El fallecimiento de Mahsa Amini, de 22 años, ha provocado la mayor movilización contra el gobierno en más de una década.
La televisión estatal atribuyó el atentado a los “takfiris”, término alusivo a los extremistas sunitas que han atacado a la mayoría chiíta en ocasiones anteriores. El ataque no parecía tener relación con las manifestaciones.
El sitio web oficial del poder judicial informó que dos de los hombres armados fueron arrestados y un tercero seguía prófugo después del ataque a la mezquita Shah Cheragh, el segundo santuario más sagrado de Irán. La agencia noticiosa estatal IRNA informó la cifra de muertos, y la televisión estatal indicó que 40 personas resultaron heridas.
Un sitio noticioso iraní que se considera allegado al Consejo Supremo Nacional de Seguridad reportó que los agresores eran extranjeros, sin entrar en detalles.
El grupo Estado Islámico se atribuyó el ataque horas más tarde en su agencia noticiosa Amaq. Señaló que un miliciano armado del grupo irrumpió en el templo y comenzó a dispararle a los feligreses. Indicó que unas 20 personas fueron asesinadas y decenas más resultaron heridas.
Ese tipo de ataques son inusuales en Irán, pero en abril un hombre mató a puñaladas a dos clérigos en el santuario Imán Reza, el sitio chiíta más venerado del país, en la ciudad norteña de Mashhad.
El presidente iraní Ebrahim Raisi dijo que quienquiera que haya encabezado y planeado el ataque “recibirá una pesarosa y decisiva respuesta”, sin entrar en detalles. “Este acto de maldad definitivamente no se quedará sin respuesta”, declaró en declaraciones reproducidas por IRNA.
Horas antes, miles de manifestantes salieron a las calles de una ciudad del noroeste para conmemorar los 40 días de la muerte de Amini, quien falleció mientras se encontraba detenida por la policía de la moral, hecho que detonó las protestas.
En la rama chiíta del islam —al igual que en muchas otras tradiciones— los decesos son conmemorados de nuevo 40 días después, normalmente con muestras de dolor. En Saqez, la localidad kurda donde nació Amini y donde comenzaron los disturbios que ahora sacuden a todo el país, multitudes se agolparon ante su tumba en el cementerio.
“¡Muerte al dictador!”, gritaban los manifestantes, según imágenes de un video que coincide con los rasgos conocidos de la ciudad y el cementerio Aichi.
Las mujeres se despojaron de sus hiyabs y los ondearon sobre sus cabezas. Otros videos mostraban una enorme procesión abriéndose paso sobre una autopista y un campo de tierra hacia la tumba de Amini. Se reportaron cierres de caminos en la zona.
Los medios estatales reportaron que la procesión hacia su tumba estaba integrada por cerca de 10.000 manifestantes.
Hengaw, un grupo kurdo que defiende los derechos humanos, señaló que las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes. La agencia noticiosa semioficial ISNA indicó que los agentes dispararon balas de goma contra los manifestantes a las afuerzas de Saqez y obligaron a que se replegaran los inconformes, los cuales intentaron atacar la oficina del gobernador. Dijo que se suspendió el acceso local a internet por “motivos de seguridad”.
Horas antes, el gobernador del Kurdistán, Esmail Zarei Koosha, insistió en que el tráfico circulaba de forma normal, y dijo que la situación era “completamente estable”.
Medios estatales anunciaron que las escuelas y universidades de la región noroccidental del país permanecerían cerradas, supuestamente para frenar “la propagación de la gripe”.
En el centro de Teherán, amplias secciones del tradicional gran bazar cerraron en solidaridad con las protestas, y había policías antimotines desplegados. Un grupo de alumnas marcharon por las calles gritando consignas contra el gobierno, mientras que los autos que estaban en un embotellamiento hacían sonar sus bocinas en señal de apoyo, dijeron testigos. En el campus de la Universidad de Teherán también pudieron escucharse consignas antigubernamentales.