En agosto, mientras China lanzaba misiles al mar frente a Taiwán en protesta por la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a la isla, un enfrentamiento geopolítico muy distinto se desarrollaba en otro sector del Océano Pacífico.
A miles de kilómetros, una goleta artillada de la Guardia Costera de Estados Unidos se acercaba a un flota de cientos de pesqueros chinos de calamares no lejos de las islas Galápagos ecuatorianas con la misión de buscar señales de pesca ilegal.
Abordar un buque en alta mar es una herramienta legal, aunque poco utilizada, a disposición de cualquier potencia marítima como parte del esfuerzo colectivo para proteger la población amenazada de peces.
Pero en este caso, capitanes de varios buques pesqueros chinos hicieron algo inesperado. Tres de ellos huyeron y uno viró 90 grados hacia la goleta guardacostas James, obligándola a efectuar una maniobra evasiva para evitar el choque.
El enfrentamiento en alta mar significó una violación potencialmente peligrosa del protocolo marítimo internacional, que Estados Unidos considera un precedente perturbador porque sucedió durante la primera misión de la Guardia Costera contra la pesca ilegal en el Pacífico oriental.
The Associated Press reconstruyó los detalles del incidente jamás reportado con declaraciones de la Guardia Costera y seis funcionarios civiles que hablaron bajo la condición de anonimato para evitar poner en peligro un proceso multilateral que intenta obligar a China a sancionar los buques. Diplomáticos en China acusaron a los estadounidenses de conducta indebida, pero no dieron su versión de los hechos.
El viaje sin precedentes de la Guardia Costera respondía a la alarma creciente de activistas y gobiernos latinoamericanos ante las actividades de la flota pesquera china, la más grande del mundo. Desde 2009, el número de buques de bandera china avistados pescando en el Pacífico sur, en ocasiones durante meses, se ha multiplicado por ocho, a 476 el año pasado. La pesca de calamares ha aumentado de 70.000 a 422.000 toneladas, un nivel que los científicos consideran insostenible incluso por tratarse de una especie resistente.