MADRID, 8 (EUROPA PRESS)
Después de su derrota en las elecciones, el aún presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, tendrá que vérselas con las consecuencias de las investigaciones que tiene abiertas en el Tribunal Supremo, al mismo tiempo que intenta erigirse como líder fiable de la derecha con vistas en el futuro a posibles disputas electorales.
Bolsonaro tiene hasta cinco causas pendientes en el Tribunal Supremo, la mayoría de ellas en manos del juez Alexandre de Moraes, con quien ha mantenido una complicada relación desde prácticamente el inicio de un mandato a punto de expirar.
El magistrado ha centralizado la mayoría de las causas contra Bolsonaro en la investigación de las milicias digitales, de las que se habría servido el líder de la extrema derecha para esparcir rumores, ataques y desinformación a través de redes sociales contra las instituciones democráticas y electorales del país.
Su participación en actos considerados antidemocráticos en 2020, los ataques infundados a las urnas electrónicas, así como la filtración de un caso de un ataque informático al Tribunal Superior Electoral (TSE) y la difusión de desinformación sobre las vacunas del coronavirus, son todas las causas contra Bolsonaro que De Moraes tiene entre manos en estos momentos.
En al menos dos de estos casos, la Policía Federal señaló que Bolsonaro podría haber incurrido en un delito cuando difundió desinformación sobre el sistema electoral y filtró un ataque informático al TSE en junio de 2021 a través de una intervención en redes sociales.
De acuerdo con la investigación de la Policía, aquella comparecencia en directo de Bolsonaro "fue un evento previamente estructurado con el fin de defender una teoría de la conspiración que sus difusores ya sabían que carecía de consistencia", recuerda el diario 'Folha de Sao Paulo'.
La investigación sobre las llamadas milicias digitales tiene su origen en una primera que se abrió contra Bolsonaro por su participación en las multitudinarias protestas que se celebraron durante varios meses a mediados de 2020 para protestar contra las restricciones del coronavirus, que pronto derivaron en ataques a las instituciones y en peticiones de una intervención militar.
Mientras tanto, Bolsonaro se ha recluido en el Palacio de la Alvorada y no se ha dejado apenas ver tras las elecciones que dieron como vencedor a Luiz Inácio Lula da Silva, más allá de su discurso tardío reconociendo a su manera su derrota y pidiendo a sus seguidores que levantaran los bloqueos en las carreteras.
Sus allegados han explicado que su agenda de actos y comparecencias está vacía como consecuencia del agotamiento del agitado proceso electoral del último mes. Así, no se ha visto a Bolsonaro siquiera en su intervención de cada jueves en redes sociales, ni departiendo con los incondicionales que cada día le esperan frente a las puertas del Planalto o de la Alvorada.