CIUDAD DEL VATICANO (AP) — El mensaje de texto dirigido a un monseñor que entonces era jerarca del Vaticano ofreció perdón, junto con una amenaza: “Sé todo sobre usted... y lo guardo todo en mis archivos”, decía. “Lo perdono, Perlasca, pero recuerde, me debe un favor”.
El mensaje fue uno de los más de 100 textos de WhatsApp y otros mensajes revelados recientemente que fueron presentados la semana pasada como pruebas en un juzgado del Vaticano y que han sacudido a un juicio por delitos financieros relacionado con la inversión de la Santa Sede en una propiedad londinense que le hizo perder dinero.
Los textos han puesto en duda la credibilidad de un sospechoso clave convertido en testigo de la fiscalía y plantearon preguntas sobre la integridad de la investigación en el acuerdo de Londres y otras transacciones.
Junto con la evidencia de que un cardenal grabó en secreto al papa Francisco, confirmaron que un juicio destinado originalmente a destacar las reformas financieras de Francisco se ha vuelto una caja de Pandora de revelaciones involuntarias sobre venganzas y confabulaciones en la Santa Sede.
El juicio en el tribunal de lo penal de la ciudad-estado se originó en una malograda inversión de la Santa Sede, de 350 millones de euros, para transformar un antiguo almacén de la tienda departamental Harrods en apartamentos de lujo.
Los fiscales han acusado a 10 personas en el caso y afirman que jerarcas eclesiásticos y corredores en inversiones del Vaticano trasquilaron a la Santa Sede con decenas de millones de euros en tarifas y comisiones, y que luego la extorsionaron con 15 millones de euros para obtener el control total de la propiedad.
El monseñor Alberto Perlasca estaba inicialmente entre los sospechosos principales. Como el funcionario del Vaticano que administró la cartera de activos de 600 millones de euros de la Secretaría de Estado, estuvo involucrado íntimamente en la transacción de esa propiedad.
Pero Perlasca cambió su relato en agosto de 2020, comenzó a cooperar con los fiscales y culpó a su subalterno y a su superior, el cardenal Angelo Becciu, entonces el número 2 en la Secretaría de Estado, por la inversión de Londres y otros gastos cuestionables.
Tanto el subalterno como Becciu están siendo enjuiciados. Perlasca no lo está y sus declaraciones a los fiscales se convirtieron en una fuente de pistas que formaron la base de varios cargos en la acusación.
Cuando Perlasca testificó para la fiscalía la semana pasada, algunas de sus declaraciones se derrumbaron bajo el interrogatorio de la defensa. El juez Giuseppe Pignatone dio a Perlasca hasta la mitad de la semana para recordar quién lo ayudó a escribir su primer memorando revelador el 31 de agosto de 2020.
Entonces cayó la bomba, de la mano de los mensajes de texto que el fiscal se vio obligado a presentar como evidencia después de recibirlos. Indicaban que Perlasca escribió el memorando que implicaba a su jefe después de haber recibido amenazas y consejos de una mujer que tenía un rencor personal contra Becciu.
La mujer, la especialista en relaciones públicas Francesca Chaouqui, trabajó anteriormente en una comisión papal encargada de investigar las amplias y turbias finanzas del Vaticano. Ella es conocida en los círculos del Vaticano por su papel en el escándalo de los “Vatileaks” de 2015-2016, cuando fue condenada por conspirar para filtrar documentos confidenciales del Vaticano a periodistas y recibió una sentencia suspendida de 10 meses.
Según los textos, Chaouqui tenía un rencor creciente contra Becciu, a quien ella culpaba por haber apoyado presuntamente que fuera enjuiciada. Aparentemente, ella vio la investigación sobre el emprendimiento inmobiliario de Londres como una oportunidad para ajustar cuentas e implicar a Becciu en la presunta irregularidad que ella había descubierto durante sus días de comisión.
“Yo sabía que tarde o temprano llegaría el momento y que yo le enviaría este mensaje a usted”, escribió Chaouqui a Perlasca el 12 de mayo de 2020. “Porque el Señor no permite que los buenos sean humillados sin enmendarlos. Lo perdono, Perlasca, pero recuerde, me debe un favor”.
Chaouqui no dijo lo ella que quería. Pero otros mensajes revelados en la corte indican que ella persuadió a Genoveffa Ciferri, amiga y confidente de la familia Perlasca, de que ella podría ayudar a Perlasca a evitar ser enjuiciado si él seguía el consejo de Chaouqui.
Según los textos de Ciferri, la rebuscada conspiración supuestamente se desarrollaba así: Ciferri le creyó a Chaouqui cuando ella se jactó de trabajar de la mano de los fiscales del Vaticano, los gendarmes y el papa en la investigación penal. Ciferri quería ayudar a Perlasca, así que le transmitió el consejo de Chaouqui de manera anónima.
Posteriormente, Chaouqui organizó una cena en un restaurante de Roma durante la cual Perlasca intentó extraerle información incriminatoria a Becciu. A Perlasca le hicieron creer que los fiscales del Vaticano habían instalado micrófonos ocultos en la mesa y que grababan su conversación, aunque no se materializó ninguna grabación. Él les proporcionó un memorando detallado después de la cena del 6 de septiembre de 2020.
La cena tuvo lugar 18 días antes de que Francisco despidiera a Becciu y lo despojara de sus derechos como cardenal, con base en la información que dijo que había recibido sobre la supuesta conducta financiera inapropiada de parte de Becciu.
Ciferri confesó toda la saga al fiscal Alessandro Diddi en un texto del 26 de noviembre en el cual ella dijo que se había confabulado con Chaouqui, con la esperanza de evitar que Perlasca fuera acusado penalmente. Ciferri reenvió a Diddi 126 mensajes de texto que ella intercambió con Chaouqui y aseguró que Chaouqui había ayudado a elaborar el memorando de agosto de 2020 en el cual Perlasca dio la espalda al cardenal.
Las implicaciones de la supuesta interferencia de Chaouqui fueron claras para quienes estaban en la sala del tribunal: Perlasca, un testigo clave de la fiscalía, pudo haber sido presionado por alguien con una agenda no tan oculta para que proporcionara un testimonio posiblemente falso contra Becciu y otros. Además, Chaouqui se jactó de que trabajaba estrechamente con los investigadores en el caso.
El abogado de Becciu, Fabio Viglione, denunció las maquinaciones “surrealistas” que ayudaron a conducir a la acusación de su cliente, y dijo que Perlasca había sido manipulado “en detrimento de la verdad, la autenticidad de la investigación y la honorabilidad de Su Eminencia”.
Cataldo Intrieri, el abogado que representa al ayudante de Perlasca, Fabrizio Tirabassi, manifestó que las revelaciones justificaban la suspensión del juicio y la apertura de una nueva investigación penal por sospechas de fraude, amenazas y obstrucción de la justicia. “De todos modos, hay implicaciones para los hechos que son objeto de este juicio”, agregó Intrieri.
El juez Pignatone rechazó las solicitudes de la defensa para suspender el juicio, alegando que los procedimientos se basaban más en la documentación sobre la transacción de Londres que el testimonio de Perlasca. Sin embargo, programó interrogatorios en el tribunal para Ciferri y Chaouqui.
Chaouqui, al ser contactada por The Associated Press, declinó hacer comentarios antes de su testimonio en el tribunal.
Diddi defendió la investigación, negó firmemente haber tenido tratos con Chaouqui antes de que ella fuera interrogada en julio y anunció que había abierto una nueva investigación sobre posibles testimonios falsos y otros delitos potenciales con base en los textos que recibió de Ciferri. Se ofreció a entregar su teléfono celular para demostrar que no tenía tratos con Chaouqui.
“Si alguien se jacta de tener conocimiento (de la investigación), yo tengo que investigar”, afirmó.
Algunos abogados defensores también se han quejado en privado de que Diddi tenía evidencia en febrero de 2021 de la supuesta participación de Chaouqui con Perlasca, pero que no informó a la defensa, parte de las quejas más amplias de la defensa sobre las peculiaridades del sistema legal del Vaticano. Diddi reconoció la semana pasada que Ciferri le llamó por teléfono el 4 de febrero de 2021 y que mencionó el nombre de Chaouqui.
Diddi también supo de Perlasca el 1 de marzo de 2022, cuando el monseñor presentó una queja formal en la que alegó que Chaouqui lo había amenazado, afirmando que trabajaba con los fiscales. La queja por escrito apenas fue presentada como prueba la semana pasada. Los abogados defensores dijeron que su primera corazonada era que Perlasca podría ser un testigo comprometido de la fiscalía.
“Ella me envió mensajes amenazantes por teléfono, diciendo que yo estaba en sus manos y que sólo ella podía salvarme de un encarcelamiento seguro, dejando en claro que ella podría influir en los investigadores”, escribió Perlasca en su denuncia.
Chaouqui estuvo en contacto con Perlasca tan recientemente como el 26 de noviembre. Le envió un mensaje de texto después de sus primeras apariciones en el tribunal y sugirió que ellos se reunieran antes de que él volviera al estrado.
“Mi interés, y creo que el suyo, es que mi apoyo no surja en el juicio porque sería difícil explicarlo por encima de todas las consecuencias que tuvo”, escribió.