MONTEMOR-O-NOVO, Portugal (AP) — El artista disidente y activista chino Ai Weiwei se siente alentado por las recientes protestas públicas en China contra la estricta política gubernamental para controlar el COVID-19, pero no cree que traigan consigo ningún cambio político significativo.
“No creo que eso sea posible”, le dijo a The Associated Press en una entrevista en su casa en Portugal.
La reciente agitación en varias ciudades chinas en la que se ha cuestionado la autoridad de Beijing —la cual incluso llegó tan lejos como para exigir la renuncia del presidente Xi Jingping en las que han sido las protestas más audaces en décadas— es “un gran paso”, reconoce Ai. Pero es improbable que vaya más allá, advierte.
Los desafíos al gobierno del Partido Comunista chino son extinguidos rutinariamente con cualquier grado de brutalidad que se requiera. Ai hace notar, por ejemplo, cómo Beijing reprimió el movimiento prodemocracia de Hong Kong hace dos años.
Desde su punto de vista, se requiere algo de “pensamiento realista”.
“Todo gira en torno al control... para garantizar que toda la nación seguirá la dirección trazada (por Xi)", declaró el artista de 65 años en la entrevista el martes en su casa de campo, a unos 100 kilómetros (60 millas) al este de Lisboa.
Su documental “Coronation” ("Coronación") de 2020, acerca del confinamiento en Wuhan, China, durante el brote de COVID-19, ilustró la respuesta oficial implacablemente eficiente y brutal ante la pandemia.
La política de “cero COVID” del gobierno chino incluyó medidas duras que, según Ai, mantuvieron a algunas personas confinadas en sus apartamentos durante 100 días consecutivos.
Tres extenuantes años de confinamientos y otras restricciones severas, junto con la supresión de las libertades civiles por parte de Xi, acumularon una “presión tremenda” en la sociedad china, dice Ai.
El globo reventó el 25 de noviembre, después de que cuando menos 10 personas murieran en un incendio en un edificio de apartamentos en el noroeste de China. Aunque las autoridades rechazaron las insinuaciones de que los bomberos o las víctimas se vieron obstaculizados por puertas cerradas con llave u otros controles para contener al virus, el desastre se convirtió en un punto focal de la frustración del público.
Ai ve una inexorabilidad en la exasperación de la gente, y se siente alentado por los cuestionamientos que ha generado. “Desde luego, empiezan a cuestionar el liderazgo y la estructura social, la estructura política”, señaló.
En las últimas semanas Beijing ha relajado algunas medidas, y el miércoles anunció una serie de pasos que revertían algunas de sus restricciones más duras a la pandemia, en una aparente concesión a la frustración del público.
Sin embargo, Ai advierte que las protestas relativamente pequeñas, algunas de las cuales han involucrado sólo a individuos o vecindarios, no deberían ser sobrevaloradas en un país con 1.400 millones de habitantes. Y hace notar que el Partido Comunista chino tiene unos 100 millones de miembros, todos leales al régimen.
Aunque “para nada” se siente esperanzado de que haya un cambio significativo en China en el futuro previsible, Ai ve indicios alentadores en las protestas. Podrían ser, dice, pasos de bebé en dirección a una meta más distante.
“Lo que está claro es que la nueva generación de jóvenes de China —estudiantes o trabajadores jóvenes— empiezan a tener más claridad acerca del tipo de gobierno que hay en China, y tal vez también (exigen) un cambio político”, manifestó. “Pero eso tomaría un largo tiempo”.
Se siente pesimista también con respecto a la apagada respuesta internacional al clamor de algunos chinos para que haya un cambio, y ve a los gobiernos extranjeros más interesados en las relaciones económicas con Beijing que en cuestiones de derechos humanos.
Durante mucho tiempo un crítico abierto del gobierno chino, las autoridades detuvieron a Ai durante casi tres meses en 2011. Ha vivido en el exilio desde 2015, más recientemente en el campo del sur de Portugal, donde dice que ya se ha establecido.
Está construyendo un estudio de 3.000 metros cuadrados (32.000 pies cuadrados) en su terreno, el cual ve a las ruinas del castillo de Montemor-o-Novo, del siglo XIII.
El sábado, en una muestra de apoyo a los manifestantes chinos, Ai se presentará en la Esquina de los Oradores del Hyde Park de Londres. Repartirá hojas de papel en blanco, que han sido un símbolo de la oposición a la censura de Beijing, firmadas con tinta invisible.