TAIPÉI, Taiwán (AP) — Al menos cuatro personas llevaban más de una semana detenidas en la ciudad sureña de Guangzhou tras asistir a protestas por las restricciones contra el COVID-19 a finales de noviembre, según activistas, familiares y amigos de los detenidos.
Aunque muchos de los que asistieron a protestas en varias ciudades de China el mes pasado fueron liberados tras 24 horas -el límite legal a la detención antes de que la policía presente cargos-, los cuatro residentes de Guangzhou llevaban retenidos semana y media hasta el miércoles.
Las detenciones se hicieron una semana después de un estallido de protestas en todo el país en el último fin de semana de noviembre, cuando la gente reclamó el fin de las estrictas normas chinas contra la pandemia, en una inusual muestra de desafío directo al gobierno central. Los manifestantes tomaron las calles pese a asumir un grave riesgo personal, dada la amplia red de cámaras de seguridad y que la policía seguiría sus publicaciones en medios sociales.
Ahora, lo que temían los manifestantes -que la policía les arrestara una vez pasada la primera oleada de acciones- está ocurriendo en Guangzhou.
Entre los detenidos estaba Yang Zijing, de 25 años, que estaba en casa con un compañero de piso cuando la policía irrumpió en el lugar el 4 de diciembre, indicó la madre de Yang, Gao Xiusheng.
Yang, al igual que otros tres manifestantes detenidos, había asistido a manifestaciones contra el duro protocolo de COVID-19 del gobierno en Gugangzhou, según un activista que declinó dar su nombre por miedo a represalias. Familiares de los otros tres manifestantes declinaron comentar sus casos.
Yang está detenido como sospechoso de “provocar peleas y crear problemas”, un cargo penal poco concreto que se utiliza a menudo en casos políticos, según una copia de un documento oficial a la que tuvo acceso AP.
La policía deb Guangzhou no respondió de inmediato a una petición de comentarios enviada por fax.
Aunque la madre de Yang consiguió un abogado, la policía aludió a medidas contra la pandemia y no permitió que el abogado se reuniera con Yang, dijo Gao.
“Dije que quería llevar una chaqueta a mi hijo. La temperatura en Gaungzhou ha bajado. No me dejaron llevarla”, dijo la madre de Yang, preocupada porque siguiera detenido en una comisaría en lugar de un centro de detención previo al juicio, donde cree que tendría una cama y una manta.
La noche del 27 de noviembre, cientos de personas se reunieron en la Plaza Haizhu de la ciudad tras las protestas los días previos en Urumqi y Shanghái. La multitud estaba indignada por la muerte de al menos 10 personas en el incendio de un edificio de apartamentos en Urumqi, en el noroeste de China, donde muchos creen que las medidas contra el COVID-19 complicaron las labores de rescate.
La gente salió a la calle tras publicaciones en medios sociales que convocaban una protesta en un puente de Guangzhou, indicó un manifestante. Pero como la policía ya había cortado el puente, muchos terminaron en la plaza justo enfrente.
Una persona llevó hojas de papel en blanco y las repartió, una forma de protesta silenciosa contra la censura del estado y que ahora simboliza el movimiento nacional contra las restricciones del COVID-19 registradas ese fin de semana.
“Yo ni siquiera sabía lo que significaba alzar un trozo de papel en blanco”, dijo la madre de Yang.
Aunque había muchos policías en el lugar y desalojaron a la multitud bastante rápido, los manifestantes dijeron que hasta donde ellos sabían, nadie había sido detenido esa noche.
Una semana después, la policía empezó a detener gente. Muchos fueron detenidos el 4 de diciembre, y liberados tras pasar poco más de 24 horas retenidos, según los manifestantes, una experiencia similar a la de manifestantes en Shanghái y Beijing.
Sin embargo, cuatro personas seguían bajo custodia policial. Tres de ellas fueron detenidas el 4 de diciembre por participar en la protesta del 27 de noviembre. Otra fue arrestada el 3 de diciembre por asistir a otra marcha.