ROMA, 19 (EUROPA PRESS)
"Por los hechos, por el contexto de ese sacerdote abusador, como se ve en el informe anterior de la diócesis, no está probado para nada que el papa emérito hubiera sabido de los hechos. Que el acusado fue un abusador se supo años más tarde, cuando Ratzinger ya estaba en Roma", ha precisado Mückl, en declaraciones a Europa Press.
El pasado martes, un portavoz del Tribunal Regional de Traunstein, en Baviera, dio a conocer que se suspendía de forma provisional el proceso por el que se pedía una declaración de Benedicto XVI a raíz de una demanda de un hombre de 38 años que denunció haber sufrido abusos por parte del fallecido sacerdote Peter Hullermann, cuando era niño. La suspensión se debe a que Benedicto XVI ha fallecido y se debe determinar su sucesor legal. Por esa razón, los abogados que defendían al Papa emérito solicitaron y obtuvieron la suspensión.
Mückl estuvo trabajando cuando se estaba preparando un informe en la archidiócesis de Munich sobre la gestión de los abusos por parte de algunos sacerdotes. Este informe incluía los cinco años en los que el entonces cardenal Ratzinger era arzobispo.
"En ese contexto, por enfermo, por anciano, él no podía viajar para estudiar la documentación; su secretario particular me preguntó si yo estaba disponible para ver las actas y para, junto con otros expertos, preparar una respuesta de parte del Papa Benedicto", ha recordado el canonista.
Según explica, tuvo que leer, estudiar y resumir 8.000 páginas de documentación, con acceso exclusivamente electrónico, sin posibilidad de imprimir, grabar, almacenar o buscar. "Tuve que tomar apuntes manuales y, con mi resumen, trabajamos las respuestas a más de cien preguntas de los abogados. Sobre acontecimientos de hace más de cuarenta años", ha puntualizado.
El profesor señala que, tras el informe encargado por la archidiócesis de Munich-Freising, una presunta víctima de uno de los sacerdotes abusadores presentó una causa civil contra la archidiócesis, el entonces cardenal Ratzinger y el cardenal Wetter, su sucesor allí en Munich. "Es una causa civil que, con la muerte del Papa emérito, queda cerrada contra él", ha apostillado.
Tal y como ha precisado, se trataba de "una acusación de negligencia". "La presunta víctima buscaba que se le atribuyese esa responsabilidad a Benedicto. Pero ya no puede pedir una indemnización en dinero porque la causa está prescrita en el tiempo. Es un truco del Derecho Procesal, pedir la acusación para forzar moralmente a que pague", ha explicado.
EL PRIMERO QUE FUE SENSIBLE AL PROBLEMA DE LOS ABUSOS
Por otro lado, Mückl ha defendido que el cardenal Ratzinger "fue el primero en la Curia romana que tuvo una fuerte sensibilidad para el tema de los abusos".
"Siendo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger consiguió que el Papa Juan Pablo II cambiara la legislación de la Iglesia", ha recordado, haciendo referencia al año 2001, "cuando nacen esos delitos más graves, con una competencia exclusiva de la congregación".
Posteriormente, cuando ya era Papa, "Benedicto puso los remedios", según precisa el canonista alemán. "Expulsó a centenares de sacerdotes del estado clerical y también a obispos; y se reunió en muchos viajes apostólicos con las víctimas de abusos, en reuniones privadas. Todos manifestaban la cercanía, el cariño del Papa con ellos. Cómo les había escuchado, y también llorado. Era clarísimo que tenía una sensibilidad muy fuerte contra esa plaga", ha enfatizado.
Mückl ha recordado que, cuando llegó a la congregación para la Doctrina de la Fe, Ratzinger tenía que decidir sobre peticiones de sacerdotes a la dimisión del estado clerical y veía que esas personas tenían que salir del estado clerical, "pero no como gracia, sino como pena. Y por esto había que poner los medios oportunos, es decir, emprender un proceso canónico". Según el canonista, "había bastante resistencia en la Curia romana" a estas medidas.
En el sistema anterior, quienes tenían competencias en los casos de abusos eran "los tribunales diocesanos", pero muchos obispos no actuaban, según ha indicado. "Cerraban los ojos o mandaban a los culpables a otras parroquias. La descentralización no funcionaba tan bien", ha asegurado.
Si bien, el canonista alemán pone de relieve que con el cambio emprendido por el entonces cardenal Ratzinger, "la congregación tiene que dar su visto bueno y también deja indicaciones claras de cómo proseguir con el proceso y procesar a los culpables". "Ese ha sido el avance", ha remarcado.
En este sentido, ha recordado que "había una cierta desconfianza en la capacidad de gestionar bien las cosas por parte de las diócesis" y que, por ello, el cardenal Ratzinger quería "estar al corriente de esos casos".
En la actualidad, cada diócesis tiene que mandar las actas de estos delitos a Roma, y la Congregación para la Doctrina de la Fe los revisa y decide cómo actuar. "Puede reservar el proceso a Roma, o permitir que lo haga la diócesis en cuestión, o, si no está en condiciones de hacerlo, lo manda a otro tribunal", ha apuntado.