MADRID, 20 (EUROPA PRESS)
Los expertos investigadores analizaron los datos recopilados de 7.390 participantes del estudio 'Children of the 90s', que asistieron a la clínica a los ocho años de edad. Los resultados para el comportamiento y la depresión se midieron mediante cuestionarios y entrevistas a los 10, 11 y 14 años.
El estudio buscó abordar si los niños con trastorno del habla persistente (que luchan por hacerse entender y pueden ser difíciles de entender o apenas inteligibles) también experimentan mayores niveles de dificultades sociales, emocionales y de comportamiento (SEBD) y, por lo tanto, corren el riesgo de la asociada consecuencias negativas en la vejez.
Los resultados mostraron que los niños con trastorno del habla persistente a los ocho años tenían más probabilidades de mostrar problemas con sus compañeros a los 10 u 11 años en comparación con sus compañeros, según lo informado por maestros y padres. Sin embargo, no parecen ser más propensos que sus pares a reportar síntomas depresivos a los 10 años o a involucrarse en conductas antisociales y de riesgo entre los 11 y los 14 años.
"Nuestros hallazgos demuestran que los problemas persistentes del habla pueden afectar a otros aspectos del desarrollo de un niño. Por lo tanto, es importante monitorear y apoyar a cualquier niño con problemas persistentes del habla a lo largo de sus años escolares. Particularmente después del Covid-19, cuando para algunos niños, el desarrollo del habla se retrasó por el confinamiento", han dicho los investigadores.