WASHINGTON (AP) — Taiwán ha aprendido lecciones importantes de la guerra de Ucrania que le ayudarían a rechazar un eventual ataque de China o defenderse de una posible invasión, dice la principal enviada de la isla autónoma a Estados Unidos en una entrevista con The Associated Press.
Una de las lecciones ha sido preparar mejor a sus reservistas militares y también a los civiles para un tipo de lucha como la que libran los ucranianos contra Rusia, que involucra a toda la sociedad.
“Lo que hacemos ahora busca prevenir que el dolor y sufrimiento de la tragedia de Ucrania se repita en nuestro caso en Taiwán”, explica la representante de la isla en Washington, Bi-khim Hsiao.
“En última instancia, tratamos de prevenir el uso de la fuerza militar, pero comprendemos que debemos prepararnos mejor para el peor de los casos”, agrega Hsiao.
Durante la entrevista, en una mansión de 130 años en un barrio tranquilo de Washington donde Taiwán realiza sus funciones oficiales, Hsiao habla sobre una amplia gama de asuntos relativos a las relaciones militares, diplomáticas y comerciales afectadas por la intensificación de la rivalidad con China.
La bandera taiwanesa no ondea sobre el edificio, reflejo del estatus intermedio de Taiwán como aliado de Estados Unidos y que, sin embargo, carece de reconocimiento diplomático pleno. Estados Unidos le retiró ese reconocimiento en 1979, el mismo día que reconoció a Beijing como único gobierno de China.
La entrevista se realiza luego de un año de tensiones crecientes con China, con el lanzamiento de misiles balísticos chinos sobre Taiwán y la suspensión temporaria y casi total del diálogo con Washington tras la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a la isla en agosto.
A la pregunta de si el nuevo presidente de la cámara baja, Kevin McCarthy, debería cumplir su promesa anterior de visitar Taiwán, Hsiao responde que “la decisión será suya, pero en última instancia creo que el pueblo de Taiwán ha recibido visitantes de todas partes del mundo”.
Los líderes en Beijing “no tienen derecho a decidir o definir cómo nos relacionamos con el mundo”, acota.
China reclama soberanía sobre Taiwán, que se separó de la nación continental en 1949 durante una guerra civil. La amenaza de invasión de la isla autónoma por parte de China se ha agudizado desde que Beijing interrumpió las comunicaciones con el gobierno isleño en 2016. Eso sucedió cuando Taiwán eligió un gobierno que Beijing sospecha quiere avanzar de la autonomía a la plena independencia.
En Washington, la autonomía de Taiwán tiene fuerte apoyo de los dos partidos.
Desde hace décadas, los gobiernos en Washington mantienen una política de no decir si las fuerzas armadas estadounidenses acudirían en defensa de Taiwán si se produjera la invasión china. Ante las demostraciones militares de fuerza chinas tras la visita de Pelosi, algunos legisladores insinuaron que era hora de que Estados Unidos abandonara esa política, conocida como de “ambigüedad estratégica” y declarara que pelearía junto a Taiwán.
Al respecto, Hsiao avala la política norteamericana vigente.
“Ha preservado el estatus quo durante décadas, o debería decir que ha preservado la paz”, añade.
El presidente Joe Biden ha dicho reiteradamente que Estados Unidos intervendría en defensa de Taiwán, pero a continuación sus colaboradores han asegurado que la ambigüedad estratégica sigue vigente.
Mientras tanto, tras observar cómo los ucranianos han sabido defenderse de las fuerzas invasoras rusas con medios escasos, Taiwán comprende que necesita sistemas pequeños de armamento móvil como los Javelin, Stinger, HIMAR y otros. Estados Unidos ha acordado enviar algunos en caso de ser necesario, advierte.
Algunos investigadores acusan a Estados Unidos —y a la industria de la defensa— de dedicar demasiados fondos de los acuerdos multimillonarios con Taiwán a aviones y naves de alta tecnología y precio elevado. Cabría suponer que las poderosas fuerzas chinas destruirían esos blancos grandes en el inicio de cualquier ataque, según analistas de seguridad.
Taiwán presiona para que “suceda lo antes posible” la derivación hacia armas más elementales para las fuerzas de tierra, afirma Hsiao. “Nuestros amigos en Estados Unidos nos aseguran que Taiwán es una prioridad muy importante”.
En la isla, la presidenta Tsai Ing-wen anunció el mes pasado que el servicio militar obligatorio para hombres se extendería de los actuales cuatro meses a un año y que se incrementaría el presupuesto de defensa. Hsiao se niega a comentar un informe de Nikkei Asia publicado el viernes, de que efectivos de la Guardia Nacional estadounidense habían iniciado tareas de entrenamiento en Taiwán. Sólo precisa que Taiwán estudiaba la manera de trabajar con la guardia para mejorar el entrenamiento.
La experiencia de Ucrania también ha tenido enseñanzas para Estados Unidos y otros aliados, entre ellas la importancia de un frente unido en defensa de las democracias amenazadas.
“Es crucial enviar un mensaje congruente a los líderes autoritarios de que la fuerza nunca es una alternativa… que provocará una fuerte respuesta internacional con consecuencias”, agrega Hsiao.
Con respecto a la política del gobierno del presidente Joe Biden de elevar la producción de chips para computadora, Hsiao responde que los trastornos a la cadena de suministro durante la pandemia de coronavirus han puesto de relieve la importancia crucial de los semiconductores para la economía y las fuerzas armadas.
Un aumento de la producción significaría una competencia comercial más directa con Taiwán, líder global en el sector, sobre todo en cuanto a los semiconductores de última generación. El temor de que China interfiriera con el transporte de semiconductores a través del Estrecho de Taiwán ha sido uno de los factores que ha impulsado a Estados Unidos a elevar la producción.
Hsiao señala que la industria taiwanesa de chips se desarrolló a lo largo de décadas y expresa confianza en que “seguirá siendo un aporte indispensable e irremplazable a las cadenas de suministro en las próximas décadas”.