MADRID, 7 (EUROPA PRESS)
Naciones Unidas ha indicado este martes que la necesidad de encontrar trabajo para sobrevivir son el principal factor detrás del aumento del reclutamiento por parte de grupos extremistas que operan en África subsahariana, dejando en tercer plano los motivos religiosos, en medio de la expansión de redes yihadistas en esta zona del continente.
El informe, 'Viaje al extremismo en África: vías al reclutamiento y la desvinculación', recoge entrevistas a cerca de 2.200 personas en ocho países --Burkina Faso, Camerún, Chad, Malí, Níger, Nigeria, Somalia y Sudán--, incluidas más de mil que pertenecieron a grupos extremistas, ya sea porque se unieron de forma voluntaria o porque fueron reclutadas a la fuerza.
Así, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha señalado que cerca de una cuarta parte de los alrededor de 2.200 entrevistados han indicado que la búsqueda de oportunidades de trabajo es el principal motivo para unirse a estos grupos, un aumento del 92 por ciento respecto al estudio de 2017.
Por contra, la religión figura como tercer motivo para ello --por detrás también de "unirse a familiares o amigos"--, citado por un 17 por ciento de los entrevistados, un descenso del 57 por ciento respecto al citado informe. De hecho, la mayoría de estas personas admite tener un conocimiento limitado de los textos religiosos.
Por detrás figuran "ser parte de algo más grande que yo mismo", con un doce por ciento; "creer en el líder religioso", con un seis por ciento; las "ideas políticas del grupo", con un cinco por ciento, mismo porcentaje que la "aventura"; los "principios étnicos del grupo", con un cuatro por ciento; y "creer al profesor" y "seguridad", con un dos por ciento.
Asimismo, cerca de la mitad de los entrevistados han citado un acontecimiento específico como motivo de su adhesión a estos grupos extremistas, con un 71 por ciento apuntando a abusos de los Derechos Humanos, a menudo a manos de las fuerzas de seguridad, como punto de inflexión.
"Después de que mi padre perdiera su trabajo, quería apoyar financieramente a mi familia y ser parte de algo que realmente existe. También quería tener poder sobre la gente y tomar el control para que la gente me respetara", relata Hasán, un somalí de 18 años. Alí, un somalí de 24 años, destaca que "la mayoría de los jóvenes que eran parte del grupo tenían esposa e hijos, con una vida estable desde el punto de vista económico".
El PNUD ha explicado que entre los caminos hacia el reclutamiento en las filas de grupos extremistas figuran la "vulnerabilidad" generada por las condiciones geográficas, las experiencias durante la infancia y la educación, ya que "el aislamiento y la ausencia de exposición a otros son factores significativos ala hora de pergeñar condiciones que podrían hacer que los individuos sean susceptibles al extremismo violento más adelante en su vida".
Por otra parte, ha señalado que "la región ejerce un poder dual en el viaje hacia el extremismo", ya que "es un potente vector para la movilización de los agravios, si bien también representa una importante fuente de resiliencia". "Cuando la religión opera como una expresión poderosa de la identidad individual o de grupo y ofrece un canal para gestionar los agravios y amenazas percibidas, aumenta la probabilidad de reclutamiento", ha reseñado.
Así, el hecho de que "la esperanza de un empleo es citada como el principal vector de reclutamiento, lo que refleja agravios generalizados por una injusticia socioeconómica o marginación". El informe apunta además que "aparentemente, los incentivos materiales convergen con las normas y papeles de género", ya que "mientras los hombres entrevistados citan el empleo como principal factor, las mujeres apuntan frecuentemente a la influencia de la familia, incluidos los esposos, como principal factor de su decisión.
"De media, los hombres que fueron reclutados de forma voluntaria afirman que ganaban bastante menos antes de unirse a un grupo extremista violento, en comparación con los reclutados por la fuerza, y contaban fundamentalmente en un empleo vulnerable", destaca. "Estas conclusiones ilustran cómo la dependencia económica, los roles tradicionales de género y la presión de la comunidad, junto a agravios asociados con realidades de vulnerabilidad y falta de empleo, convergen y pueden afectar a patrones de reclutamiento de distintas formas", añade.
EPICENTRO DEL EXTREMISMO VIOLENTO
A pesar de que el número de muertes por actos terroristas en el mundo han disminuido a nivel mundial durante los últimos cinco años, los ataques en África subsahariana se han duplicado desde 2016, con casi la mitad de las muertes en 2021 en esta región y más de un tercio de las mismas en cuatro países. Somalia, Burkina Faso, Níger y Malí.
El extremismo violento se ha extendido además a otras partes del continente, como Mozambique, en un "giro dramático de la actividad extremista violencia de Oriente Próximo y el norte de África hacia África subsahariana", según el informe, que apunta sin embargo a la "poca atención internacional" a esta dinámica.
"África subsahariana se ha convertido en el nuevo epicentro global del extremismo violento, con un 48 por ciento de las muertes a nivel mundial por terrorismo en 2021", ha explicado Achim Steiner, administrador del PNUD, quien ha explicado que este repunte "no sólo afecta negativamente a las vidas, la seguridad y la paz, sino que amenaza con revertir los avances duramente ganados a nivel de desarrollo para las generaciones futuras".
Steiner ha explicado que "las respuestas antiterroristas centradas en la seguridad son a menudo más costosas y tienen una efectividad mínima, mientras que las inversiones en medidas preventivas ante el extremismo violento son absolutamente inadecuadas".
"El contrato social entre los estados y los ciudadanos debe ser revigorizado para hacer frente a las causas subyacentes del extremismo violento", ha argüido, antes de subrayar que "la inseguridad derivada del extremismo ha llevado a los mayores niveles de desplazamiento de población desde la Segunda Guerra Mundial, con una gran proporción de ella en África".
Steiner ha manifestado que "es posible hacer frente a los vectores que llevan al extremismo violento", si bien ha lamentado que "la inversión en prevención y sostenimiento de la paz sigue siendo insuficiente", a pesar de que "las inversiones en posturas de seguridad y reactivas siguen en aumento, saturando los esfuerzos, poco financiados pero necesarios, en prevención y construcción de paz".
"El extremismo violento no está confinado a un país o región específico, sino que es una carga compartida ante la que la humanidad debe responder en conjunto", ha resaltado, según el prefacio del informe publicado durante la jornada.
En esta línea se ha expresado Nirina Kiplagat, del programa del PNUD sobre Lucha contra el Extremismo Violento, que ha hecho hincapié en que "el informe muestra que los que deciden desvincularse del extremismo violento son menos proclives a volver a unirse y reclutar a otros". "Por eso es tan importante invertir en iniciativas que permitan la desvinculación", ha dicho. "Las comunidades locales juegan un papel clave a la hora de apoyar vías sostenibles para salir del extremismo violento, junto con los programas de los gobiernos nacionales sobre amnistía", ha apuntado.
El informe recomienda por ello aumentar la inversión en servicios básicos, incluida la atención a la infancia y la educación para hacer frente y evitar el extremismo violento, aumentando las oportunidades laborales y la rehabilitación de los servicios de reintegración. Por ello, apuesta por "mejorar la comprensión" de las causas del extremismo violento en el continente y sobre "qué puede hacerse para evitarlo", algo que "nunca ha sido tan urgente".