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Un libro, un viaje: de las páginas a la antigua Tenochtitlan

ARCHIVO - Una réplica del Templo Mayor azteca para conmemorar los 500 años de la caída del imperio azteca en la capital de Tenochtitlan, hoy conocida como Ciudad de México, expuesta en la plaza principal del Zócalo en Ciudad de México el 14 de agost AP (Marco Ugarte/AP)

CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Como hizo Alicia cuando siguió al conejo a través de la madriguera, Yiniza fue tras su perrita Pelusa hasta cruzar una ventana misteriosa que las transportó a un mundo maravilloso.

Lo que encontraron al otro lado del vidrio no eran las calles del México contemporáneo en el que vivían, sino la antigua Tenochtitlan, capital del imperio mexica. La aventura es el punto de partida de “Xolita en el Templo Mayor”, breve novela que Mira Harp, de apenas 13 años, escribió en complicidad con su madre, la historiadora del arte María Isabel Grañén, y que ambas presentaron recientemente en Ciudad de México.

Ese sitio que para los mexicas constituía el centro del universo es ahora una zona arqueológica que no sólo guarda la historia de dioses como Huitzilopochtli —del sol y la guerra— o Tláloc —de la lluvia—, sino también de la cotidianidad prehispánica. Y es justamente ahí, a sus canales, su mercado y sus recintos ceremoniales, a donde nos transporta el relato de casi 130 páginas.

La estructura de la novela revela una consigna personal: para aprender la historia hay que vivirla. En la presentación del texto, Harp narra que años atrás recorrió el Templo Mayor con su familia y esa visita inspiró su escritura.

“Ahí fue donde me di cuenta de que, para aprender, lo importante es saber cómo contar la historia, pero no la que te obligan a estudiar, sino la que se siente”, se lee en su introducción a “Xolita en el Templo Mayor”.

En el viaje de Yiniza y su perrita —que perdió todo su pelo y dejó de ser Pelusa para convertirse en Xolita, una simpática xoloitzcuintle —, las calles llenas de automóviles desaparecen y en su lugar flotan las chinampas, balsas cubiertas con tierra sobre las que se puede cultivar, y se yergue el mismísimo Moctezuma, máximo gobernante y autoridad religiosa de la época.

Entre una página y otra, en las que el lector casi puede escuchar el sonido de un caracol y saborear la masa de un tamal, las ilustraciones de los artistas oaxaqueños Demián Flores y Sabino Guisu acompañan la trama.

Si bien los 12 capítulos del libro constituyen un relato fantástico juvenil, la joven autora y su madre realizaron una minuciosa investigación para documentar la parte histórica y religiosa. Además contaron con la asesoría de Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Las ganancias por las ventas del título, que ya está en librerías y fue coeditado por Almadía y Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México (Adabi), se destinarán al Proyecto Templo Mayor, iniciativa de investigación que desarrolla la Secretaría de Cultura.

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