JERUSALÉN (AP) — El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y sus aliados calificaron el jueves a los manifestantes de “anarquistas” después de que se congregaron en el exterior de una peluquería de Tel Aviv donde estaba siendo atendida su esposa, un caótico final para un día de protestas contra el plan del gobierno para reformar la judicatura.
Sara Netanyahu es, desde hace tiempo, una figura polarizante en Israel, y el incidente del miércoles en la noche en un vecindario elegante de Tel Aviv reflejó la división emocional en torno a la remodelación judicial, que los opositores consideran como una amenaza existencial para el país. Los inconformes que estaban en el exterior del establecimiento corearon “vergüenza, vergüenza”, pero no trataron de forzar su entrada. Cientos de policías se desplazaron al lugar y acabaron escoltándola hasta su limusina.
Mientras, Netanyahu y sus socios políticos no han dado muestras de ceder en su intento por aprobar una serie de proyectos de ley para reformar el poder judicial israelí. Estas iniciativas exacerbaron aún más a un país ya profundamente dividido y provocaron las mayores protestas en más de una década.
Los organizadores de las movilizaciones tienen previstos más actos para el jueves, un día después de que su autoproclamada “jornada nacional de desorden” se tornó violenta cuando la policía empleó mano dura contra los asistentes a una manifestación en Tel Aviv.
Se espera que las protestas del jueves en Jerusalén incluyan discursos de antiguos ministros del gobierno y altos funcionarios de seguridad. Personalidades destacadas del mundo financiero, incluyendo dos expresidentes del Banco de Israel y un premio Nobel, tenían previsto participar en una conferencia sobre las consecuencias económicas de la reforma en Tel Aviv.
El ministro de Justicia, Yariv Levin, uno de los artífices de la reforma, dijo el miércoles en la noche que, pese al creciente descontento público, el gobierno “no frenará la legislación”.
Los proyectos de ley propuestos darían a los políticos y al parlamento el control sobre los nombramientos judiciales, el poder de desautorizar al Tribunal Supremo y la capacidad de aprobar leyes inmunes a la revisión judicial.
Entre los detractores de la medida hay cada vez más exmandos militares, académicos, economistas y empresarios, que afirman que erosionaría el delicado sistema de garantías y equilibrios del país, además de las instituciones democráticas. Netanyahu y sus aliados ultranacionalistas y ultraortodoxos afirman que los cambios son necesarios para frenar el poder de unos jueces no electos.
La batalla sobre la reforma judicial coincide con el juicio a Netanyahu, que está acusado de supuestamente aceptar sobornos, fraude y abuso de confianza. El veterano mandatario ha calificado los cargos en su contra de “caza de brujas” orquestada por unas fuerzas del orden, un poder judicial y una prensa parciales.