WELLINGTON, Nueva Zelanda (AP) — Georgina Beyer, una pionera política neozelandesa que en 1999 se convirtió en la primera parlamentaria abiertamente transgénero del mundo, murió el lunes a los 65 años.
Beyer murió tranquila bajo cuidados paliativos, según sus amigos. En un primer momento no se anunció la causa de la muerte, aunque la exlegisladora había sufrido fallo renal y recibió un trasplante de riñón en 2017.
El primer ministro de Nueva Zelanda, Chris Hipkins, dijo que no conocía bien a Beyer a nivel personal, pero sabía que tenía muchos seguidores en Nueva Zelanda y había causado una impresión duradera en el parlamento del país.
“Desde luego creo que Georgina ha abierto un camino que ha hecho mucho más fácil que otros continúen”, dijo Hipkins.
Su amigo Malcolm Vaughan dijo el lunes que aún estaba con Beyer, a la que conocía desde hacía décadas, y aún no se sentía preparado para hablar sobre la vida. Él y su esposo, Scott Kennedy, publicaron un comunicado.
“Georgie estuvo rodeada por sus (personas) más cercanas y queridas en todo momento durante la última semana, ella aceptó lo que estaba ocurriendo, bromeaba (...) hasta el último momento", escribieron.
La describieron como un tesoro nacional, o “taonga” en maorí.
“Hasta la vista, Georgie, tu amor, compasión y todo lo que has hecho por el arcoíris y muchas otras comunidades perdurará por siempre”, escribieron.
Beyer, que era maorí, trabajó como trabajadora sexual y artista en clubes nocturnos antes de entrar en política. En 1995 fue elegida alcaldesa de la pequeña población de Carterton, en la Isla Norte del país. Cuatro años más tarde fue elegida para un cargo nacional por el Partido Laborista y siguió siendo parlamentaria de la formación progresista hasta 2007.
Ayudó a aprobar la histórica Ley de reforma de la prostitución de 2003, que despenalizó el trabajo sexual.
En un discurso a legisladores entonces, dijo que las protecciones que ofrecía la nueva ley podrían haber impedido que se viera arrastrada a la industria sexual a los 16 años, y evitado amenazas y violaciones a trabajadoras sexuales que no podían pedir ayuda de la policía.
“Pienso en todas las personas que he conocido en ese sector que han sufrido por la hipocresía de nuestra sociedad, que por un lado puede aceptar la prostitución mientras por el otro lado quiere barrerla bajo la alfombra y mantenerla en el limbo en el que existe”, dijo a los parlamentarios.
En 2004 ayudó a aprobar una ley que permitía las uniones civiles homosexuales. Nueve año más tarde, Nueva Zelanda aprobó una ley que permitía el matrimonio homosexual.
Políticos de ambos lados del espectro lamentaron su muerte el lunes. Nicola Willis, número dos del conservador Partido Nacional, recordó a Beyer como valiente y generosa.
“Veníamos de lados políticos diferentes, pero ella tenía el poder de cerrar la brecha”, escribió Willis en Twitter.