HONG KONG (AP) — La trayectoria proempresarial del flamante número uno de la economía china plantea el interrogante: ¿será capaz de moderar la tendencia intervencionista del presidente Xi Jinping?
Li Qiang, de 63 años, elegido primer ministro el sábado, tendrá que vérselas con una ralentización de la segunda economía más grande del mundo, que al salir de la pandemia de COVID-19 enfrenta una baja demanda global de exportaciones, el aumento de los aranceles estadounidenses, la disminución de su mano de obra y el envejecimiento de la población.
Xi, que ha fortalecido el sector estatal, quiere —y así lo ha dicho— que el partido gobernante regrese a su “misión original” de líder económico, social y cultural de China. Eso ha significado mayor control sobre ciertas industrias, censura más agresiva de la TV y la cultura pop y la difusión de un sistema que castiga a la gente por faltas que van desde el fraude a tirar basura en la calle.
Ahora los observadores esperan a ver si Li será capaz de aplicar medidas pragmáticas en su primer quinquenio, pero el proceso de toma de decisiones políticas en China es opaco, lo que dificulta el análisis de la tendencia del país para los que miran desde afuera.
Las expectativas se basan en el desempeño de Li como jefe del partido en Shanghái, la ciudad más grande del país, y como gobernador de la provincia de Zhejiang, un centro de empresas pequeñas y medianas. Y, acaso lo más importante, su estrecha relación con Xi.
Durante una entrevista en 2013 con la prestigiosa revista de negocios Caixin, Li dijo que los funcionarios deben “colocar las manos del gobierno nuevamente en su lugar, retirar las manos inquietas, retraer las manos excesivamente extendidas”.
Li exaltó a los empresarios de Zhejiang como el recurso más valioso de la provincia, en particular el multimillonario del comercio electrónico Jack Ma, y destacó cómo su gobierno redujo la burocracia.
En cambio, Li ha aplicado de manera estricta ciertos controles del gobierno, como las normas destinadas a prevenir la transmisión del COVID-19. Cuando su gobierno local ha estado fuera de sintonía con las medidas nacionales del presidente y su equipo, finalmente cedió y se ha rectificado, lo que se consideró clave para su ascenso.
Bajo el presidente Xi, los empresarios han padecido no sólo mayores controles políticos y restricciones anti-COVID, sino también mayor control sobre el comercio por internet y las empresas tecnológicas. Las medidas represivas antimonopolio y de seguridad de los datos han borrado miles de millones de dólares del valor bursátil de las empresas. Beijing también las presiona para que paguen por los programas sociales y las iniciativas oficiales para desarrollar chips y otras tecnologías.
Nativo de Zhejiang, Li estudió mecanización agrícola y fue ascendiendo en las filas del partido provincial. En 2003 realizó una maestría en administración empresarial en la Universidad Politécnica de Hong Kong, algo común entre los cuadros ambiciosos del partido.
Priscilla Lau, exprofesora de la universidad y exdelegada de Hong Kong a la legislatura china, dijo que Li asistió a su clase sobre la economía de mercado de Hong Kong para una cámara empresaria de la ciudad. ´Él recordó su clase cuando ellos se encontraron en Shanghái más de 10 años después. “Eso demuestra que es muy diligente”, añade Lau.
La relación de trabajo de Li con Xi comenzó en la década del 2000, cuando este fue designado jefe del partido en Zhejiang. Después del traslado de Xi a Beijing y su nombramiento como secretario general del partido, Li fue ascendido a gobernador de Zhejiang, el número dos del gobierno provincial, en 2013.
Tres años después, Li fue nombrado jefe del partido de la provincia de Jiangsu, una usina económica en la costa oriental de China, su primer puesto fuera de su provincia natal. En 2017, fue nombrado jefe del partido en Shanghái, un puesto ejercido por Xi antes de pasar a funciones en la conducción central del país.
En Shanghái, un centro comercial, Li siguió aplicando sus políticas proempresariales. En 2018, la fábrica de autos eléctricos Tesla anunció que construiría allí su primera planta fuera de Estados Unidos. Inició los trabajos seis meses después, siendo la primera automotriz de propiedad totalmente extranjera en China. El año pasado, durante la estricta cuarentena por COVID en Shanghái, la fábrica reanudó la producción después de 20 días, informó la agencia noticiosa oficial Xinhua.
El vicepresidente de Tesla, Tao Lin, dijo que varios jefes de departamento del gobierno habían trabajado sin descanso para ayudar a los negocios en la reanudación de sus tareas.
“El gobierno de Shanghái hizo un esfuerzo extraordinario”, considera Tu Le, director gerente de Sino Auto Insights, una firma asesora con sede en Beijing.
En asuntos más complejos, el camino no ha estado libre de obstáculos.
Aunque Li ayudó a negociar un acuerdo entre empresas chinas y europeas para producir vacunas de ARN mensajero, Beijing no aprobó la transacción, que quedó en suspenso, afirma Joerg Wuttke, presidente de la Cámara de Comercio de la UE en China.
Antes de la cuarentena en la ciudad, Li parecía contar con un margen mayor que el de otros jefes municipales para manejar los brotes. En lugar de sellar barrios enteros, el gobierno aplicó cuarentenas limitadas de complejos residenciales y lugares de trabajo.
Cuando la variante ómicron altamente contagiosa llegó a Shanghái, Li aplicó una política moderada hasta que el gobierno central intervino para sellar la ciudad. La brutal cuarentena de dos meses el año pasado encerró a 25 millones de personas en sus domicilios y provocó trastornos graves a la economía.
Li fue designado número dos del Partido Comunista gobernante en octubre, cuando el presidente —violando las normas tradicionales— se autonombró para un tercer quinquenio como secretario general.
A diferencia de la mayoría de sus predecesores, Li carece de experiencia en el gobierno nacional, y su prestigio se vio mellado por la aplicación implacable de la prolongada cuarentena en el centro comercial, considerada excesiva.
Su nombramiento parece indicar que la capacidad de ganarse la confianza de Xi, la figura más poderosa de las últimas décadas, es la clave para el avance político.
Como premier, Li enfrenta la disminución de funciones del Consejo de Estado —el gabinete chino— a medida que los organismos del partido absorben los poderes de gobierno, siguiendo el criterio de Xi de que el partido debe cumplir un papel más protagónico en la sociedad china. Con todo, algunos comentaristas sostienen que gozará de mayor confianza —y, por lo tanto, de mayor influencia— que su predecesor, que aparecía como rival de Xi, no como su protegido.
“Xi Jinping no necesita preocuparse de que Li Qiang sea un centro de poder distinto”, opina Ho Pin, periodista y observador de la política china desde hace años. “La confianza entre ellos le permite a Li Qiang trabajar de manera más proactiva y expresar sus inquietudes, y dará mucha información y sugerencias directamente a Xi”.
Iris Pang, economista jefa de ING para China, ve en Li un ejecutor leal de la voluntad de Xi más que una influencia moderadora.
Li era proempresarial porque estaba obligado a serlo en sus funciones anteriores, señala Pang.
Su rasgo principal, agrega, es su “ejecución fuerte”. ___
El periodista de The Associated Press Dake Kang en Beijing contribuyó para este reportaje.