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Una disputa sobre el cambio de hora crea confusión en Líbano

La decisión de última hora del gobierno libanés de retrasar un mes el inicio del horario de verano, hasta que termine el mes sagrado islámico del Ramadán, provocó una confusión generalizada el domingo.

Algunas instituciones aplicaron el cambio de hora, mientras que otras se negaron, de modo que muchos libaneses tenían que coordinar los horarios de escuelas y trabajos en diferentes zonas horarias, todo en el mismo y pequeño país.

En algunos casos, el debate tomó cariz religioso, ya que muchos políticos e instituciones cristianas, como la Iglesia maronita, la más numerosa del país, rechazaron la medida.

El pequeño país mediterráneo suele adelantar sus relojes una hora el último domingo de marzo, como la mayoría de países europeos.

Sin embargo, el gobierno libanés anunció el jueves una decisión del primer ministro en funciones, Najib Mikati, de retrasar el cambio hasta el 21 de abril.

No se dio ningún motivo para la decisión, aunque un video filtrado a medios locales de una reunión entre Mikati y el presidente del Parlamento, Nabih Berri, mostraba a Berri pidiendo a Mikati que retrasara el cambio al horario de verano para permitir que los musulmanes rompieran el ayuno del Ramadán una hora antes.

Mikati respondió que había hecho una propuesta similar, pero que ponerlo en práctica era difícil porque causaría problemas con los horarios de vuelos, a lo que Berri replicó “¿qué vuelos?”.

Después de que se anunciara el aplazamiento, la compañía aérea estatal, Middle East Airlines, dijo que las horas de salida de todos los vuelos desde el aeropuerto de Beirut entre el domingo y el 21 de abril se adelantarían una hora.

Las dos redes de telefonía móvil del país enviaron mensajes a la gente pidiendo que cambiara la configuración de sus relojes a manual en lugar de automática para que la hora no cambiara a medianoche, aunque en muchos casos el reloj cambió de todos modos.

Aunque en teoría todas las instituciones públicas estaban sujetas a la decisión del gobierno, muchas instituciones privadas, como televisoras, escuelas y negocios, anunciaron que ignorarían la decisión y pasarían al horario de verano el domingo como estaba previsto.

Haruka Naito, trabajadora japonesa de una organización no gubernamental en Beirut, descubrió que el lunes por la mañana tenía que estar en dos lugares a la vez.

“Tenía una cita a las 8 de la mañana y una clase a las 9 de la mañana, que ahora ocurrirán a la vez”, dijo. La cita de las 8 para sus documentos de residencia era con una agencia del gobierno que seguía la hora oficial, mientras que su clase de árabe de las 9 era en un instituto que se esperaba hiciera el cambio de hora.

El cisma provocó bromas sobre la “hora musulmana” y la “hora cristiana”, y diferentes buscadores de internet mostraban resultados distintos el domingo por la mañana al buscar la hora actual en Líbano.

Aunque en muchos casos la brecha coincidía con diferencias religiosas, también algunos musulmanes se opusieron al aplazamiento y señalaron que se supone que el ayuno debe comenzar al amanecer y terminar al ocaso, sin importar la hora.

Muchos vieron el asunto como una distracción de los graves problemas políticos y económicos del país.

Líbano está inmersa en la peor crisis financiera de su historia moderna. Tres cuartos de la población viven en la pobreza y funcionarios del Fondo Monetario Internacional advirtieron que el país podría dirigirse a una hiperinflación si no se tomaban medidas. Líbano lleva sin presidente desde que terminó el mandato de Michel Aoun a finales de octubre, y el parlamento no ha logrado elegir a un sucesor desde entonces.

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