BUENOS AIRES (AP) — Unas pocas construcciones precarias de cemento con sus conexiones clandestinas de electricidad quedan como rastro de la barriada pobre “Villa Fraga”, situada a corta distancia del centro de Buenos Aires y que fue urbanizada recientemente.
Más de 400 familias de bajos recursos fueron reubicadas desde 2020 en edificios de departamentos construidos en terrenos fiscales lindantes, con calles asfaltadas y todos los servicios públicos, en el ahora rebautizado Barrio Fraga.
Pero este proyecto de desarrollo habitacional esconde una paradoja: un comedor comunitario que funcionaba en la antigua villa miseria entrega a diario más de 800 raciones de comida a familias y adultos mayores que viven en los nuevos apartamentos. Son trabajadores informales y jubilados que han caído en la pobreza porque sus ingresos pierden por varios cuerpos la carrera contra la inflación.
Argentina reportó el jueves que la pobreza aumentó al 39,2% en el segundo semestre de 2022 contra el 36,5% del semestre anterior, según el relevamiento del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). La cifra equivale a 11,5 millones de personas.
Dentro del universo de pobres, un 8,1% son indigentes, es decir, sus ingresos no cubren una canasta de alimentos capaz de satisfacer un umbral mínimo de necesidades energéticas y proteicas.
Los expertos atribuyen este crecimiento al impacto de una inflación anual de 94,8% en 2022, una de las más altas del mundo, especialmente en la economía de familias de clase media baja, la mayoría cuentapropistas que vienen sufriendo un deterioro constante de sus condiciones de vida desde la pandemia de coronavirus.
“Hace varios meses que el índice de precios de los alimentos está por encima de ese nivel general (de precios). El poder adquisitivo se va erosionando 10% de un mes al otro”, advirtió Eduardo Donza, investigador del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina.
“Si no se resuelve la cuestión inflacionaria va a ser muy difícil recuperar el poder adquisitivo y bajar el nivel de pobreza. Pero no es suficiente porque el nivel de pobreza está asociado a un mercado de trabajo muy precarizado”, alertó el experto, que estimó entre 20 y 25% el núcleo duro de pobres que persiste desde principio del siglo XXI.
Según el relevamiento del INDEC, los ingresos en el período estudiado aumentaron a un nivel inferior al costo de la canasta básica total, equivalente a los 609 dólares.
“Hay más pobreza que antes”, sentenció Graciela Gamarra, la encargada del comedor comunitario que entrega alimentos –guisos de carne y papa, fideos, pan y galletas-- a las familias del nuevo barrio Fraga todas las tardes de lunes a viernes.
“Después de la pandemia todo empeoró. La mayoría tienen trabajo precario. No tienen trabajo fijo, como para decir que es seguro y cobrar todos los meses”, detalló la mujer de 54 años, del otro lado del mostrador en el que los vecinos dejan sus recipientes de plástico vacíos para que voluntarias los llenen con comida.
Entre ellos, hay empleadas domésticas que cobran por hora de trabajo el equivalente a menos de tres dólares; escolares que se ocupan de buscar la comida mientras sus padres trabajan en obras de construcción y ancianos, como Rosa Guerrera, de 76 años, que llega al comedor a paso lento con la ayuda de un bastón.
“Si no fuera por el comedor ¿qué sería de mí?”, planteó la mujer, de mirada cansada, tras retirar su porción. Vive sola y su único ingreso fijo es un plan de ayuda que ofrece la alcaldía de Buenos Aires. “Cada vez hay más gente. Gente extraña (al barrio) que viene a pedir. Nos cortan un poquito para darles a los otros”.
Sin la existencia de los planes de ayuda social, la indigencia estaría en el 18%, afirmó el experto Donzas.
Las proyecciones para 2023 no son las mejores.
El país sudamericano acumula 13,1% de inflación en los primeros dos meses del año. Los analistas proyectan que el costo de vida anual se ubicará por encima del 100% a fines de 2023.
Una pobreza por encima del 40% y el continuo aumento de precios de alimentos componen la pesada herencia que dejará al siguiente gobierno el peronista de Alberto Fernández, quien todavía no definió si buscará la reelección en las elecciones generales de octubre. Los compromisos de deuda y la escasez de divisas completan el oscuro panorama.
En el barrio Fraga predomina el pesimismo.
“Con los años que tengo... Todos los políticos prometen, prometen y una vez que están ahí no te ven, no te escuchan. Acá la mayoría piensa igual. Puras promesas que no cumplen”, lamentó Gamarra.