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EEUU: Enseñan a tejer palmas para el Domingo de Ramos

Isabel Tenorio, a la derecha, enseña a Kari Mendoza y a su madre, María Teresa Mendoza, a tejer hojas de palma en intrincados diseños en la iglesia de la Encarnación antes del Domingo de Ramos, el miércoles 29 de marzo de 2023, en Minneapolis, Minnes AP (Giovanna Dell'Orto/AP)

MINNEÁPOLIS, Minnesota, EE.UU. (AP) — Mientras los nuevos voluntarios seguían llegando a la iglesia de la Encarnación, Reynaldo Hidalgo preparaba hojas de palma frescas para que las tejieran en elaborados diseños que serían bendecidos en las misas del Domingo de Ramos, el comienzo de la semana más sagrada del cristianismo.

“Es para darle la bienvenida al rey, nuestro Señor Jesús Cristo”, dijo Hidalgo quien, junto con su esposa, ha dirigido los talleres de tejido de palma tradicionales de México en este lugar durante seis años. “De esta tradición, mi esposa y yo quisimos tener un recuerdo”.

Muchos cristianos en todo el mundo recibieron las ramas bendecidas de palma, o de otro árbol, este fin de semana en conmemoración a la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, cuando el Evangelio narra que las multitudes extendieron ramas en el camino delante de él.

En la iglesia católica a la que asiste Hidalgo, y en otras en distintos puntos de Estados Unidos en que los feligreses observan las tradiciones de Pascua de muchos países latinoamericanos y europeos, se tejen y trenzan las hojas de palma en diseños intrincados de hasta más de un metro (varios pies), a menudo decorados con rosetones, listones e imágenes de Jesús o de algún santo.

Es una celebración no sólo de fe, sino también de artesanías culturales antiguas —a menudo relacionadas con la primavera y los rituales agrícolas—, que están ansiosos por transmitir a las generaciones más jóvenes.

Adolescentes y niños pequeños, algunos cargando con sus tareas escolares, se reunieron el miércoles en el sótano de la iglesia de la Encarnación, donde el perfume tropical de las palmas frescas contrastaba con las gélidas temperaturas en el exterior.

María Consuelo Palapa vino con Omar, su hijo de 7 años, para “ayudar primero para la iglesia y enseñar al niño las costumbres de uno”, dijo la mujer oriunda del estado mexicano de Puebla.

Cuando tuvo problemas para tejer la parte posterior de una palma de 60 centímetros (dos pies) de largo en forma de flor gigante, consultó a la esposa de Hidalgo, Isabel Tenorio, que supervisó las labores para producir más de 400 palmas antes de las misas de este fin de semana. Se ofrecieron a la venta el Domingo de Ramos, y todas las ganancias se destinarán a los programas de acercamiento a la comunidad y para cubrir los costos de mantenimiento de la histórica iglesia.

“Me gustaría que se quedaran con eso, para que ayuden a nuestra iglesia”, dijo Tenorio mientras las hojas tejidas se amontonaban en la gran mesa frente a ella, y llegaban tantos voluntarios que algunos intentaban realizar sus tejidos de pie.

Una de las primeras en arribar fue Adriana Mozo, que ha sido feligresa desde hace tiempo, pero es la primera ocasión en que intenta tejer.

“Soy muy buena para las manualidades, pero esto es una locura”, dijo la hija de migrantes mexicanos mientras lidiaba con las verdes hojas de palma, quebradizas y resistentes al mismo tiempo. Compró una hace un par de años que todavía está enmarcada en su comedor. “Se siente como una conexión con Dios”, señaló.

Las palmas se mantienen en lugares de honor en muchos hogares durante un año. Luego suelen quemarse y las cenizas se usan en las celebraciones del Miércoles de Ceniza que marcan el inicio de la Cuaresma.

“Es una forma de ratificar un pacto de los creyentes mexicanos con la religión católica”, dijo Elio Masferrer, antropólogo de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México. “Es una forma de respaldar una alianza social”, especialmente para las comunidades de migrantes.

En la iglesia de San Miguel, en New Haven, Connecticut, Jean Quartiano inició talleres de tejido precisamente para mantener viva una tradición que trajeron monjas de Italia hace casi un siglo. Esta semana ha pasado hasta 12 horas al día en el templo con el fin de capacitar a voluntarios para hacer crucifijos de palma trenzada que venderán en misa, ello para ayudar a mantener la parroquia, a la que cada vez acuden menos fieles.

“Vamos a mantener viva la tradición tanto como podamos”, dijo Quartiano.

De regreso en Minneapolis, una estudiante de secundaria que llegó para aprender un nuevo oficio se formó para recibir los consejos de Tenorio. Delante de ella estaban una madre y su hija que recordaban haber visto artesanos vendiendo diseños de palma afuera de las iglesias en su natal Puebla.

“Yo crecí en esa cultura, que es una bendición tener unas palmitas bendecidas”, dijo Kari Mendoza mientras su madre asentía.

Víctor Ramírez llegó con su esposa y su hijo de 16 años para aprender a tejer palmas, las cuales sus abuelos mantenían en su casa en el estado mexicano de Morelos como protección contra las tormentas y otros males.

Incluso con una férula en el dedo, no tardó en aprender a tejer rosetones para decorar creaciones mucho más grandes.

“Todos tenemos palmas como un símbolo de alegría”, dijo Ramírez. —-

La cobertura religiosa de The Associated Press recibe apoyo a través de la colaboración de la AP con The Conversation US, con financiamiento de Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de este contenido.

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