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África: prospección en Okavango afecta a locales, naturaleza

MOMBASA, Kenia (AP) — Gobonamang Kgetho tiene un profundo cariño por el mayor delta interior de África, el Okavango. Es su hogar.

Sus tierras, ricas en agua y fauna, se alimentan de los ríos de las tierras altas angoleñas que fluyen hacia el norte de Botsuana antes de desaguar en las arenas del desierto del Kalahari, en Namibia. Entre sus vibrantes marismas viven varias comunidades indígenas y locales y una gran variedad de especies como elefantes africanos, rinocerontes negros y guepardos. Gran parte de la región circundante está repleta también de vida salvaje.

Con su pértiga y su canoa, Kgetho, un pescador de la comunidad wayei botsuana, recorre las marismas en busca de capturas. Pero las cosas han cambiado en los últimos años, tanto en el delta como en el país.

“El tamaño de los peces se ha reducido y las existencias están disminuyendo", dijo Kgetho, cuya vida y sustento dependen de la salud del ecosistema, a The Associated Press. “Los ríos que desembocan en el delta tienen menos caudal".

Las perforaciones para la prospección petrolífera, además del cambio climático provocado por el hombre, que causa patrones de precipitaciones más erráticos, y la extracción y desvío del agua para el desarrollo y la agricultura comercial, han alterado el paisaje del que dependen Kgetho y muchas otras personas y especies salvajes.

Los defensores del delta esperan bloquear al menos una de esas amenazas: la prospección petrolífera.

En una audiencia prevista por el Ministerio de Medio Ambiente de Namibia se estudiará la revocación de la licencia de perforación de la empresa canadiense de petróleo y gas Reconnaissance Energy. Las comunidades locales y los grupos ecologistas sostienen que se arrasaron y talaron terrenos, dañando las tierras y contaminando las fuentes de agua, sin el permiso de las comunidades locales.

A Kgetho le preocupa que los ríos de su región se estén secando a causa del “uso excesivo por parte de las industrias extractivas, incluidas las actividades de exploración petrolífera río arriba”.

En un comunicado, ReconAfrica, la filial africana de la empresa, indicó que protege los recursos hídricos mediante “el monitoreo periódico y el reporte de los datos hidrológicos a las autoridades locales, regionales y nacionales competentes” y que “aplica estándares rigurosos de seguridad y protección ambiental".

La empresa afirmó además que celebró más de 700 consultas comunitarias en Namibia y que seguirá colaborando con ellas tanto en el país como en Botsuana.

El grupo lleva perforando la zona desde 2021 pero todavía no ha encontrado ningún pozo productivo. La vista estaba prevista inicialmente para el lunes, pero se demoró hasta nuevo aviso. La licencia de prospección expirará en 2025, luego de que ReconAfrica recibiese una prórroga de tres años.

La población local ha recurrido a la vía legal, aunque sin mucha suerte. En otro caso, un alto tribunal namibio aplazó su decisión sobre si las comunidades locales debían pagar por presentar una demanda contra las acciones de la firma.

La corte había rechazado previamente un recurso urgente presentado por los locales para frenar las perforaciones del grupo canadiense. Ahora está decidiendo si los demandantes deben abogar o renunciar a las costas. La decisión se espera para mayo.

El ministro de Energía de Namibia, Tom Alweendo, ha defendido el derecho de la nación a buscar petróleo alegando que los países europeos y Estados Unidos también lo hacen. Alweendo respalda el objetivo de la Unión Africana de usar energías renovables y no renovables para satisfacer la creciente demanda.

El temor al deterioro se extiende por Botsuana y por la región. Gran parte del diverso ecosistema del país se ha visto amenazado por varios planes de desarrollo. El cercano Parque Nacional de Chobe, por ejemplo, ha sufrido un deterioro en la calidad del río debido en parte a la floreciente industria del turismo, arrojó un estudio.

En la cuenca de Cuvette-Centrale, en República Democrática de Congo, un bosque denso y diverso con la mayor población de gorilas de llanura, el año pasado salieron a subasta secciones de turberas, las mayores del continente, para la extracción de petróleo y gas.

El gobierno congolés dijo que el proceso de subasta “está en línea” con los planes de desarrollo y los programas del ejecutivo y que se ajustará a los estrictos estándares internacionales.

Pero los ecologistas no están convencidos.

Wes Sechrest, jefe científico de la organización medioambiental Rewild, indicó que la protección de las zonas que “tienen poblaciones de fauna y flora robustas y sanas”, como el Delta del Okavango, “son una gran parte de la solución a las crisis interconectadas del clima y la diversidad que estamos enfrentando”.

Las turberas sirven además como almacén de dióxido de carbono, acumulando grandes cantidades del gas que, de otra forma, calentaría la atmósfera.

Según Sechrest, las “comunidades locales van a soportar el costo más alto de la prospección petrolífera" y “merecen ser consultadas adecuadamente sobre cualquier proyecto de la industria extractiva, incluyendo los probables numerosos daños ambientales, y decidir si esos proyectos son aceptables para ellos”.

Steve Boyes, que dirigió el Proyecto Vida Silvestre del Okavango de National Geographic que cartografió el delta, indicó que los investigadores tienen ahora más datos para respaldar la necesidad de mantener los humedales.

Con la ayuda de Kgetho y otros lugareños, cuya “sabiduría y conocimientos tradicionales" les sirvieron de guía por la zona, Boyes y un equipo de 57 científicos pudieron detallar alrededor de 1.600 kilómetros cuadrados (1.000 millas cuadradas) de turberas.

“Estos sistemas a gran escala que tienen la capacidad de retener toneladas de dióxido de carbono son nuestro plan de resistencia en el largo plazo”, afirmó Boyes.

Para Kgetho, cuyo viaje con los científicos quedó registrado en un documental que se estrenó a principios de año, hay motivos más inmediatas para defender el Okavango.

“Debemos proteger el delta", afirmó Kgetho. “Es nuestro medio de vida”.

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La cobertura climática y medioambiental de The Associated Press recibe el apoyo de varias fundaciones privadas. La AP es la única responsable del contenido.

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