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El recuerdo de Omayra: Nevado del Ruiz a punto de entrar en erupción

El olor a azufre y el ardor en los ojos anuncian la proximidad de la población colombiana de Villahermosa al volcán Nevado del Ruiz. De su cráter salía una columna de gases y ceniza de hasta mil 800 metros, una de las señales de la actividad volcánica inestable que ha persistido en los últimos días y provocado alerta en las zonas de riesgo ante una posible erupción.

El volcán Nevado del Ruiz expulsa humo y cenizas cerca de Villahermosa, Colombia, el martes 11 de abril de 2023. Autoridades colombianas comenzaron a evacuar a algunas familias después de que el volcán mostrara un aumento de la actividad sísmica que a AP (Fernando Vergara/AP)

Emerson Camargo, de 18 años, está habituado a vivir en las cercanías del volcán Nevado del Ruiz y los sismos no le asustan especialmente, aunque reconoce que en los últimos días han aumentado. También ha visto más ceniza, lo nota porque cuando toca el pelaje blanco de las vacas que cuida sale polvo de color gris.

“El nivel de sismos aumentó, antes pues uno lo veía normal”, dijo a The Associated Press Camargo, quien sigue trabajando en la zona pese a que las autoridades han recomendado evacuar por precaución.

Cómo él, Édgar Arriaza, admite que no ha desalojado la zona para seguir con sus labores. “Mi familia, mi esposa y mis hijos ya fueron evacuados, a mí sí me toca siempre cumplir por el ganadito, con los pocos animales que tengo”, comentó mientras acaricia el lomo de una de sus vacas y señala virutas negras entre el pelo del animal.

Con un radio en su mano, Arriaza, de 35 años, informaba el martes a los organismos de monitoreo la situación en los alrededores del volcán desde el cañón de Lagunilla, una de las zonas de riesgo alto debido a que por ahí los flujos del volcán podrían descender.

“Tengo visual hacia la parte alta y no hay emisión de ceniza y gases por acá por el sector y el caudal del río Lagunilla está bajando normal”, notificó Arriaza.

Los pobladores saben del riesgo que corren al vivir en Murillo o en la zona rural de Villahermosa, localizados en el departamento de Tolima a unos 20 kilómetros del volcán. La última vez que el volcán se reactivó de forma importante fue el 13 de noviembre de 1985 causando la muerte de aproximadamente 25 mil personas tras arrasar el municipio de Armero, Tolima.

Esa noche se registraron varias erupciones del volcán que provocaron la caída de piroclastos -fragmentos de roca-, lo que sumado a fuertes lluvias causaron deshielos en la parte alta del volcán y generaron avenidas de escombros, capa vegetal y lodo que descendieron también por los cauces de los ríos, entre ellos, el Lagunilla, y llegaron a la población.

Para evitar una tragedia similar, el gobierno ha pedido evacuar a más de dos mil 500 familias en la zona desde hace varios días, sin lograrlo por completo.

Pero hay muchos agricultores y ganaderos que temen dejar sus tierras ante una posible pero impredecible erupción del volcán o que no ven un riesgo inminente. Por tanto, el gobierno busca adoptar medidas excepcionales para evacuar a los animales a zonas seguras y así incentivar la evacuación.

“No va a pasar nada”, zanja con desdén Raúl Álvarez, mientras ara la tierra para extraer patatas.

Desde el 31 de marzo los organismos estatales de monitoreo advirtieron mayor actividad del volcán, ubicado a cinco mil 321 metros sobre el nivel del mar en el eje de la cordillera central del país, debido a que existe la posibilidad de que en días o semanas haga una erupción mayor a las de la última década, tiempo en el que ha estado en proceso eruptivo.

El sábado pasado se registraron tres mil 400 sismos al interior del volcán a una distancia de entre dos y cuatro kilómetros del cráter, según el reporte del Servicio Geológico Colombiano (SGC). La sismicidad estaba asociada al fracturamiento de roca al interior del volcán, es decir, el magma estaba intentando desplazarse al interior del volcán. Sin embargo, en los últimos días los sismos dejaron de ser un indicador tan relevante debido a que los expertos del SGC tienen indicios de que el magma ya terminó su desplazamiento por ahora.

“Ese magma se puede empezar a enfriar y quedarse ahí tranquilo o puede desestabilizarse más y generar una erupción”, aseguró la víspera a la prensa John Makario Londoño, director técnico de geoamenazas del SGC.

Recuerdo de la tragedia del Nevado del Ruiz

En 1985, eNevado del Ruiz llevaba meses alertando del riesgo pero su actividad volcánica se ignoró. Hasta que el león dormido, como le llamaban, rugió con furia. Y una avalancha de unos 100 millones de metros cúbicos de lodo sepultó el pueblo de Armero. Una tragedia que simboliza un rostro: el de la niña Omaira, captada por un equipo de Televisión Española.

“Quiero cuando salga, cuando salga, me tomen una con la cámara que salga yo, triunfante”, decía ante la mirada impotente de los periodistas.

Evaristo Canete fue el reportero que rodó esas imágenes que han dado la vuelta al mundo. “No se la puedo sacar porque fue un desastre natural. Hubo más de 25 mil muertos y no era un caso aislado. Al lado de ella había una mujer que dio a luz, que lo pudimos grabar, un señor que le amputaron una pierna...”, recuerda el reportero de TVE.

En lo que fue la capital blanca de Colombia por sus cultivos de algodón hoy sólo hay ruinas. Unas cuatro mil personas sobrevivieron al desastre.

“Cuando abrí los ojos lo que vi era una playa”, dice Rosalba Rodríguez, una de esas supervivientes.

Una tragedia que se pudo evitar

La pregunta hoy sigue siendo por qué no se evitó. Como sucede en muchos casos, la peor tragedia natural de la historia de Colombia estaba anunciada pero las autoridades no hicieron nada para evitar el desastre.

“El presidente y el gobernador, que eran sabedores de que eso se acababa, debieron habernos avisado con tiempo para haber salido y no dejar que el pueblo sufriera una tragedia tan grande”, dice a la agencia Efe, otra Omaira, de apellido Rivera Amézquita, una mujer de unos 80 años que sobrevivió junto con su familia

Lo que más les duele a los supervivientes es la indiferencia del Gobierno del entonces presidente Belisario Betancur (1982-1986), y del gobernador del departamento del Tolima, en el centro del país, donde estaba Armero, Eduardo Alzate, que no hicieron nada para proteger a la población de una catástrofe inminente.

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