MOMBASA, Kenia (AP) — Naciones Unidas creó varias organizaciones de gestión de pesca para medir y conservar los caladeros. Sin embargo, agencias de conservación y miembros del sector pesquero reclaman que resulta difícil que rindan cuentas y falta transparencia sobre cómo elaboran sus normas para proteger y mantener las especies para las personas que dependen de unos caladeros sanos.
Los aproximadamente 50 Organismos Regionales de Ordenación Pesquera en todo el mundo (OROP) aúnan instituciones locales, estados costeros y entidades internacionales para regular cómo pueden pescar empresas y países en las aguas de todo el mundo de la forma que conserve mejor las poblaciones de especies marinas de acuerdo a evidencias científicas.
Hace años que se acusa a estos reguladores regionales de prácticas poco democráticas que favorecen a grandes firmas pesqueras, pero varios grupos de conservación se han unido ahora para reclamar un cambio cultural.
Una coalición de conservacionistas y organizaciones de pesca como Accountability.Fish, Ocean Foundation, la Global Tuna Alliance y otras han respaldado un acceso más abierto a organizaciones de pesca para que más miembros del público pueda participar en los esfuerzos de conservación.
Las OROP contactadas y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura - de la que dependen las entidades regionales- no respondieron a peticiones de comentarios.
Para los pescadores locales y no comerciales que dependen de caladeros bien gestionados, no está claro que unas medidas más abiertas vayan a marcar una diferencia.
“Sólo oigo hablar de reuniones sobre pesca, pero no tengo ni idea de qué se habla ahí. Nunca me han invitado”, dijo Kassim Abdalla, pescador en la costa de Kenia y miembro de una cooperativa. “En cualquier caso siempre es una reunión desigual. ¿Cómo puedo competir con las flotas pesqueras bien financiadas de las naciones desarrolladas y todo lo que yo tengo es una canoa con estabilizador?”.
La preocupación entre los ambientalistas y los pescadores de pequeña escala es que las agencias reguladoras permitan que las grandes flotas empleen técnicas accesibles sólo a grandes barcos que pueden adentrarse en aguas abiertas, reduciendo el caladero para los que están más confinados a las costas u obligándoles a viajar a aguas más agitadas y peligrosas para las que sus pequeñas embarcaciones no están preparadas.
Muchas flotas industriales dependen de un método muy eficaz llamado pesca al cerco. Una embarcación de apoyo más pequeña coloca una red de dos kilómetros de largo (1,2 millas) en torno a bancos de peces, explicó Frederic Manach, científico marino del grupo de conservación oceánica Bloom. “Entonces el cerco se cierra desde abajo con un sistema corredizo, lo que permite atrapar un banco entero”, una práctica que hace más difícil mantener la población, señaló.
La Unión Europea, un miembro destacado de ocho OROP, incluida la del Océano Índico que afecta a Abdalla, ha sido acusada de utilizar estos dispositivos y de presionar a los estados costeros para conseguir acceso privilegiado a las organizaciones regionales de ordenación pesquera.
La Comisión Europea rechazó las acusaciones y afirmó que el bloque no oprime a los países del Sur Global ni a otros actores para conseguir un acceso más favorable. La ejecutiva europea también ha dicho en el pasado que dejará de utilizar mecanismos de pesca masiva si la ciencia respalda el veto, y señalado que “es esencial que la ciencia sea la base” de la toma de decisiones en organismos reguladores.
Uno de los aspectos en los que las agencias deben ser más abiertas es en cómo se decide cuánto puede pescar cada parte, dijo Manach.
“No hay absolutamente ninguna transparencia sobre cómo se asignan las cuotas y quién las obtiene”, afirmó.
Ryan Orgera, director global de Accountability.Fish, una organización que pide más concienciación sobre gestión pesquera, dijo que eso es el resultado de cómo se formaron las organizaciones, compuestas en gran parte de grandes compañías pesqueras.
“Intentamos reducir el poder de las pesqueras industriales en caladeros regionales y equilibrar el espacio con participantes del mercado y organizaciones no gubernamentales”, como pesqueros artesanales y con embarcaciones pequeñas, dijo Orgera.
La regulación en alta mar -los océanos profundos del mundo- y de la vida marina que vive allí es desde hace tiempo un mosaico de diversas normas, y ha sido difícil alcanzar un consenso sobre la mejor forma de protegerla.
El mes pasado se aprobó por fin el esperado acuerdo marco mundial para proteger el mar abierto. El Tratado de Alta Mar de Naciones Unidas creará un nuevo organismo para gestionar la conservación de la vida marina en todo el mundo y establecerá zonas protegidas en los océanos del planeta.
Pero incluso con el tratado, indicó Orgera, “si las grandes empresas pesqueras reciben luz verde de las organizaciones de ordenación pesquera para sobrepescar, pongamos por cinco años, los efectos en los océanos podrían ser irreversibles”.
La esperanza de los grupos de conservación es que incluso antes de que se establezcan zonas protegidas en los océanos, algo que podría tomar unos años, las instituciones pesqueras incluyan más miembros y más variados, sin importar el tamaño de su flota, en conversaciones abiertas y en las decisiones sobre conservar los caladeros.
Abdalla, el pescador de Kenia, dijo que los programas para compartir información en otras regiones del mundo, como China, las Seychelles y entre estados del Pacífico, son un modelo mejor para que aquellos que dependen de los mismos caladeros se comuniquen y conserven la población.
Orgera dijo que la clave es la transparencia.
“Ningún país del mundo se beneficia de océanos mal gestionados, especialmente los estados en desarrollo”, dijo Orgera. La apertura puede asegurar que “las sociedades tengan acceso a lo que ocurre con nuestros recursos colectivos”, afirmó. ___
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