Constanza Losada es CEO de Pfizer México y tomó su liderazgo en 2020, justamente cuando iniciaba la pandemia. De estos y otros desafíos platicó con Octavio Rivas Garza, CEO de Publimetro México, además de su trayectoria y otros temas de gran interés.
¿Cómo llegas acá? Sé que has estado 15 años en Pfizer y has pasado por varias áreas de responsabilidad, ¿nos puedes contar de tu carrera?
—Siempre me gustaron los números, así que ya en el colegio secundario, como se llama en mi país, ya tenía decidido que quería ser contadora.
Empecé en una de esas grandes compañías consultoras que son muy formativas, en KPMG; siempre digo que es similar a una residencia médica porque te forma mucho profesionalmente, y así fue como pasé de estar más del lado de la consultoría a después comenzar a trabajar en compañías.
Me gustaba sentir el impacto del trabajo que yo hacía en las personas que me rodeaban y el enseñar. De pequeña, uno de mis sueños era ser maestra de clases en la universidad.
Mi padre es médico oncólogo y yo, desde pequeña, lo miraba con mucho orgullo, cuando nos cruzábamos con pacientes de él, o familiares de pacientes que le agradecían, y eso me marcó mucho.
El día que comencé a trabajar —hace 15 años atrás— en Pfizer Argentina, en Buenos Aires, donde yo nací; ese día sentí el clic de unir mi amor por los números con el poder impactar la salud de las personas, que era lo que veía en la profesión de mi padre, así fue que empecé en Buenos Aires siendo directora financiera de lo que era el Cono Sur: Argentina Uruguay y Paraguay.
Participé en un proyecto muy importante de transferencia de tecnología de una vacuna para niños en el país y eso me fue llevando a empezar a tener algunos roles comerciales. En su momento, cuando el gerente general de Argentina se fue a otro rol, me pidieron cubrir esa posición y empecé a tomarle el gusto de estar del lado del negocio y así fue como tuve diversas experiencias.
Después, salí de Argentina, tuve experiencia en Latinoamérica; luego me tocó liderar la parte de finanzas del negocio de innovación en mercados emergentes.
Luego tuve la oportunidad de ser directora general en nuestro negocio de Centroamérica y, finalmente, en marzo del 2020 recibí la llamada de quien en ese momento era el presidente de Latinoamérica, para ofrecerme la posición de directora general de México.
Lo considero un hito en mi carrera por la importancia que tiene México en Latinoamérica y, para Pfizer, es la segunda operación que tenemos de los mercados más importantes a nivel global y también el granito de ser la primera mujer en poder liderar esta compañía en este país, así que ese es un poco mi recorrido.
Entiendo que fuiste una pieza muy importante para que México fuera uno de los primeros países en América Latina en tener la vacuna. Cuéntanos esa parte, por favor.
—Donde están los desafíos más grandes, están también las grandes oportunidades, y habiendo trabajado siempre en mercados emergentes, me ha tocado vivir esta realidad: de entornos desafiantes y grandes aprendizajes.
El día que tomé la organización de México ya todos estábamos en nuestras casas. Nos tocó trabajar con un equipo local supercomprometido de poder entablar primero las conversaciones con el gobierno de México y también poder trabajar con todas las funciones globales de Pfizer.
Cuando iniciamos las primeras conversaciones, estábamos trabajando en un proyecto de vacuna que no sabíamos cómo iba a funcionar, y a medida que íbamos avanzando con todas las etapas de los estudios clínicos, íbamos viendo que su seguridad y eficacia estaban yendo de la manera correcta y empezamos a avanzar a pasos forzados para traer a México la vacuna. México aprobó la vacuna, incluso unas horas antes que la FDA en Estados Unidos.
¿Cuál es el proceso que lleva una vacuna en tiempos normales y qué hicieron para acelerar esto?
—Voy a usar una frase de nuestro CEO global: “La suerte no viene a los que no están preparados”. Pfizer estaba en un momento único de preparación, veníamos trabajando con la plataforma tecnológica de ARN mensajero, que es en la que está basada nuestra vacuna de Covid, en conjunto con BioNTech.
Pfizer ya tenía los recursos científicos y financieros para hacer una inversión a gran escala a riesgo, porque no sabíamos qué iba a ocurrir; se desafió que lo imposible fuera posible, es decir, el desarrollo de las vacunas se hace de una manera secuencial y aquí empezamos a riesgo, por ejemplo, a preparar toda nuestra cadena de suministro y de producción sin saber si la vacuna iba a avanzar adecuadamente.
Pero no había manera de esperar, porque siempre cuenta el CEO que la primera vez que le traen el proyecto, como una cosa superinnovadora, le dicen ‘vamos a tardar dos años’; imagínate si hubiéramos tenido la vacuna de Covid hasta finales del 2022, lo que hubiera sido para la población mundial, la salud, cuántas personas hubieran muerto, más allá del impacto, también en las economías a nivel global.
Fue desafiar el statu quo y lo establecido, pero ya veníamos trabajando con la tecnología, la usamos en el desarrollo de la vacuna para enrolar más rápido a los pacientes, para nuestra cadena de suministro y para la cadena de frío, que era superdesafiante.
¿Cuál es el factor dentro de la vacuna que genera que tenga que estar a baja temperatura y a cuántos grados debe mantenerse?
—Menos 70 grados, pero hemos observado que la estabilidad de la vacuna, una vez que se descongela y se pasa a un refrigerador, digamos normal, cada vez dura más tiempo.
Se entregó al gobierno hasta el lugar donde iban a aplicar la vacuna, toda esta tecnología para asegurarnos que los gobiernos no tuvieran que prepararse con tiempo, que no lo había, para asegurar que la cadena de frío se mantuviera.
Actualmente ¿dónde se encuentra la vacuna contra la primera variante que se aplicó y qué sigue después con respecto a la evolución de las diferentes variantes?
— La vacuna original era monovalente. Todos fuimos pasando por la beta, la delta, los distintos tipos del virus; obviamente, a nivel global no se ha podido vacunar a la población con la suficiente velocidad; eso implica —no soy médica, quiero aclarar— que el virus sigue circulando y, al hacerlo, va mutando para sobrevivir.
Teníamos la variante ómicron, que fue la de mayor circulación ya desde el año pasado, y esta plataforma de ARN mensajero que te decía, permite que rápidamente se pueda adaptar la formulación de la vacuna a la nueva variante circulante y eso lo hemos hecho desde el año pasado.
En septiembre del año pasado, Pfizer tuvo lista esta vacuna bivalente que, digamos, está preparada contra la ómicron BA4 y BA5.
¿Cuánta gente trabaja en Pfizer México? ¿Qué productos hacen?
— Pfizer está en México desde hace 72 años y 170 a nivel global. Tenemos mil 300 colegas trabajando directamente. Tenemos una planta en el Estado de México, en Toluca, que manufactura 48 millones de unidades, que no son solamente para el mercado interno, sino también se exporta a Latinoamérica.
Pfizer es mucho más que vacunas, tiene varias áreas terapéuticas en las que trabajamos; por mencionarte algunas: oncología, inflamación, también productos hospitalarios antivirales; el gobierno de México trajo el antiviral para Covid que Pfizer lo desarrolló, 300 mil tratamientos llegaron el año pasado; también tenemos portafolio de otras vacunas más allá de Covid, enfermedades raras, medicina interna.
Hemos traído 11 nuevos tratamientos en estos años a México: en oncología, en enfermedades raras, en artritis reumatoide y tenemos la gran ambición para el 2025 de llegar al número 30 de nuevos tratamientos a México, así que en eso estamos trabajando, traer ciencia de primer nivel lo antes posible para que los pacientes mexicanos tengan acceso a medicina de primer nivel.
La industria farmacéutica es una de las más reguladas a nivel mundial y con una serie de complejidades, ¿cómo afectan estos factores al negocio?
— La investigación y desarrollo en nuevas terapias tiene una tasa de éxito muy pequeña, es algo en lo que Pfizer también ha estado trabajando y ha mejorado muchísimo esa tasa de éxito, pero sin duda, se requiere de muchísima inversión, que muchas veces queda en el camino, inversión que a medida que vas avanzando en las distintas etapas de los estudios clínicos, los resultados no son lo que se esperan y los proyectos se desestiman y son recursos que se han aplicado y que no se pueden recuperar.
La propiedad intelectual en la industria farmacéutica es la que permite que se puedan seguir desarrollando nuevas terapias que puedan cambiar la vida de las personas; es parte del ciclo de vida de los productos que una vez que la patente vence —y eso ocurre aquí en México y ocurre en el resto del mundo— es cuando pueden ingresar los genéricos de esa molécula.
¿Hacia dónde va la industria farmacéutica?
—Hay un gran desafío, que es el del acceso equitativo a la salud y esto no es un desafío que podamos abordar en la industria farmacéutica por nosotros mismos. Sí somos parte de la solución, pero tenemos que trabajar con los gobiernos, con los pagadores, la academia, la sociedad científica y la sociedad en general para poder abordar este gran desafío, seguir generando medicina de primer nivel para mejorar la salud de las personas