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Documental mexicano “Volverte a ver” retrata lucha de madres buscadoras

En esta imagen proporcionada por Pimienta Films mujeres buscando a sus familiares desaparecidos en el documental "Volverte a ver" de la directora Carolina Corral. (Pimienta Films vía AP) AP (AP)

CIUDAD DE MÉXICO (AP) — El dolor y la lucha de las mujeres buscadoras de familiares desaparecidos en México son retratados en el documental “Volverte a ver” que presenta un caso muy peculiar de restos no reconocidos, colocados en fosas irregulares por las autoridades mexicanas.

La narrativa sobre el crimen organizado en México ha creado la idea de que generalmente aquellos desaparecidos son personas involucradas en la delincuencia y que quienes los desaparecen son criminales. En “Volverte a ver” queda de manifiesto que muchos son ciudadanos comunes sin actividades delictivas y que por lo menos en el caso de las fosas encontradas en el estado central de Morelos hay autoridades responsables de la omisión de información para los familiares que mantienen a las víctimas en calidad de desaparecidos.

Cuando en se dio a conocer el caso de las fosas en 2016, causó conmoción, pues entre los restos encontrados había mujeres, menores de edad, incluso un bebé. La directora Carolina Corral y la productora Magali Rocha estuvieron ahí para registrar este descubrimiento.

“No sólo se trataba de crimen organizado, sino que descubrimos una fosa nueva que se trataba del gobierno escondiéndonos fosas a los ciudadanos”, dijo Corral. “Nos damos cuenta de que cada cuerpo esconde una historia de cómo llegó ahí y entonces decidimos hacer un largometraje, había demasiadas cosas que dilucidar, que explicarle al público, que contar, tanto de la impunidad, como de todo el trabajo que las mamás estaban haciendo y que habían hecho para descubrir y desenterrar esa fosa”.

Corral y Rocha estuvieron cinco años dedicadas al documental que se encuentra actualmente en cartelera en México.

“Aún no acaba porque todavía no sabemos quiénes son los cuerpos que desenterraron”, dijo Corral. “Sólo sabemos quiénes son 14 de las casi 200 personas que ya van exhumadas”.

Según datos del gobierno federal, México tiene más de 110.000 personas desaparecidas, la inmensa mayoría desde 2006, cuando el expresidente Felipe Calderón inició la guerra frontal contra los cárteles. Pero, además, hay unas 52.000 personas sin identificar en morgues y cementerios y miles de restos calcinados repartidos en distintas procuradurías estatales que sólo pueden cuantificarse por kilos.

Y aunque en esta administración, que comenzó en diciembre de 2018, se puso en marcha la Comisión Nacional de Búsqueda y nuevos mecanismos para la identificación forense, como el recién creado Banco Nacional de Datos Forenses, las cifras no dejan de crecer, así como el hallazgo de nuevas fosas clandestinas.

Las fosas incluidas en el documental se encuentran en Tetelcingo y Jojutla. Por sorprendente que parezca, para Corral y Rocha no fue difícil conseguir autorización para documentar las exhumaciones realizadas bajo la vigilancia de militares.

“Irónicamente, fue muy fácil porque el caso en esos momentos era muy mediático, el gobierno tenía atadas las manos porque estaba bajo la lupa o la observación de todos”, dijo Corral. “Entonces nos dejó pasar, nos abrió las puertas a todos los periodistas, se pudo grabar bastante fácil. Lo que ahora nos damos cuenta es que lo triste viene después, en cuanto se retiran las cámaras gobierno deja de trabajar, entonces ahora las mamás están bastante solas”.

Uno de los momentos más críticos del documental llega cuando una diputada, bajo cuyo gobierno municipal se autorizó que se depositaran los cadáveres en las fosas, va a dialogar con las madres y familiares buscadoras. Ellas la increpan, le piden que no sólo se acerque un momento, sino que se quede a presenciar la magnitud de los hechos, le dicen que “pruebe” el sabor que deja el olor de los restos de los muertos en el paladar. La diputada se va pronto.

La inhumación en las fosas violó toda una serie de protocolos, algunos de los cadáveres están todavía amagados, otros sin necropsia, algunos tienen heridas evidentes, pero en las pocas notas con los que fueron enterrados aparecen sin “probable causa de muerte”. Las madres intentan crear fichas que identifiquen los restos para sus buscadores, el lenguaje que manejan y lo meticuloso de sus observaciones constata que, ante la omisión de las autoridades, se vuelven expertas forenses, policiacas, legales.

Una de las buscadoras, Edith, encuentra a su hermano por una camiseta distintiva. Dice que cuando fue a preguntar al forense le dijeron que no había nadie con una camiseta así.

“Edith no se imaginaba que su hermano fuera a estar en Tetelcingo y que fuera a estar ahí escondido a pesar de que ella preguntó por su hermano en SEMEFOS (servicios forenses)”, dijo Corral. “Seis o siete años después es una persona que acabó la carrera en criminología, que continúa ayudando al colectivo de Regresando a Casa Morelos y ahora le transmite sus conocimientos y recibe a nuevas familias que están apenas pasando por lo mismo, ella dice ‘para ahorrarles tiempo’”

Tranquilina y Angélica, son otras de las buscadoras a las que vemos en complicidad, dándose ánimo cuando se sienten flaquear en la fosa.

México es uno de los países con más desaparecidos de América Latina, aunque no tuvo ni guerras civiles ni dictaduras militares, y según han denunciado diversas entidades de Naciones Unidas uno de los problemas que alimenta este fenómeno es la gran impunidad que persiste en torno a estos crímenes. A eso se suma el acoso que sufren los colectivos de buscadores, algunos de cuyos miembros han sido asesinados.

“Es gravísimo que además de tener que estar pasando por una situación que no tendrían que estar pasando, como buscar a sus hijos, que además sean amenazadas sus vidas y que el mismo gobierno tampoco les pueda asegurar una protección y una búsqueda segura”, dijo Rocha. “Pero justo como ellas dicen en el documental, ellas no se van a cansar, ellas no se van a rendir y ellas obviamente tienen miedo, pero no van a parar a pesar de lo que está pasando”.

Corral y Rocha son originarias de Morelos. Corral estudió antropología visual especializada en documental y Rocha literatura y producción de cine. Se conocieron en un colectivo apoyando la lucha por la justicia tras el asesinato del hijo del poeta Javier Sicilia, otro residente de Morelos, un crimen que dio origen a un movimiento por la paz sin precedentes en México que puso de relieve que muchas de las víctimas de la llamada “guerra contra el narcotráfico” eran hombres, mujeres, jóvenes y menores inocentes.

“Volverte a ver” es presentado en conjunto con el cortometraje documental animado “Llueve”, basado en el testimonio de María, la madre Oliver, uno de los fallecidos encontrados en las fosas.

Ella sabía que su hijo estaba en el servicio forense, sólo estaba esperando la investigación de ley, pues había sido asesinado, cuando las autoridades decidieron llevárselo con las otras personas. La familia nunca autorizó que lo hicieran. Cuando se enteraron de que estaba en una de las fosas les preguntaron si lo podrían dejar ahí. La tenacidad de la madre por recuperar sus restos llevó a que se abriera la fosa.

“El gobierno de Morelos dijo que eran cuerpos que nadie había reclamado, pero ¿cómo los va a reclamar alguien si no les dicen que están ahí, que los están enterrando?, ¿cómo los va a reclamar alguien si no tienen carpeta de investigación?”, dijo Corral. “Ni siquiera el panteón donde los habían enterrado tenían papeles, ni permisos, a muchos cuerpos les faltaban permisos. Fue un ocultamiento”.

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La periodista de The Associated Press María Verza contribuyó a este despacho desde la Ciudad de México.

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