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El español neomexicano sobrevive sobre todo en oraciones

El maestro santero Félix López, un artista entrenado en la tradición de escultura y pintura religiosa de Nuevo México, que se remonta siglos atrás, habla durante una entrevista el domingo 16 de abril de 2023 frente a un retablo de la década de 1810 AP (Giovanna Dell'Orto/AP)

HOLMAN, Nuevo México, EE.UU. (AP) — En una tarde de sábado de la primavera boreal, dos “hermanos” se arrodillaron para orar en la capilla de su hermandad católica de San Isidro Labrador, enclavada en el bosque de pinos afuera de esta aldea en un valle de alta montaña.

Las palabras de Fidel Trujillo y Leo Paul Pacheco resonaron en español neomexicano, un dialecto único que evolucionó a través de la mezcla del español medieval con formas indígenas. El histórico dialecto en riesgo de desaparecer es tan central para estas comunidades como sus icónicas iglesias de adobe, y su mejores posibilidades de sobrevivir también podrían ser a través de la fe.

“Las oraciones cantadas o recitadas son nuestro patrimonio sagrado”, dijo Gabriel Meléndez, profesor emérito de estudios estadounidenses en la Universidad de Nuevo México, que también es un hermano. “Cuando las oraciones se dicen en español, tienen más fuerza. Nos conectan directamente con la gente que llegó antes que nosotros”.

Preservado principalmente en las devociones, especialmente en humildes “moradas” —como se conoce a las capillas de las hermandades, construidas a partir de lodo y paja en comunidades rurales a lo largo de los confines del norte del estado_, el español neomexicano es distinto a todas las otras variedades del idioma.

“A diferencia de la mayoría de las otras formas de español utilizadas en Estados Unidos en la actualidad, no se debe a la inmigración de los últimos 100 años, sino que tiene sus raíces en el siglo XVI”, dijo Israel Sanz-Sánchez, profesor de idiomas en la Universidad West Chester de Pensilvania que ha investigado el dialecto.

Exploradores y misioneros españoles llegaron por primera vez a estos valles aislados entre montañas, desiertos y planicies a fines del siglo XVI. Obligados a retirarse hacia el sur por los indígenas pueblo, volvieron a colonizar un siglo después, y su lengua evolucionó para incorporar no sólo palabras traídas desde la España medieval sino también una mezcla de expresiones derivadas del español mexicano, modalidades indígenas y a la larga algo de inglés después de que el territorio pasó a formar parte de Estados Unidos.

Alejados durante siglos de los centros de poder político y económico, estos poblados preservaron el dialecto oralmente.

“Uno nunca escuchaba inglés aquí”, dijo Félix López con respecto a su crianza en la década de 1950 en Truchas, una localidad ubicada en la cresta de una cordillera entre las ciudades de Santa Fe y Taos, donde este maestro “santero” —un artista especializado en arte religioso— ha estado ayudando a conservar el templo Santa Misión, erigido en la década de 1760.

Pero para mediados del siglo XX, el impulso por promover la escolarización en inglés condujo a muchos profesores a corregir a los alumnos que usaban la mezcla idiosincrásica de gramática, pronunciación y vocabulario, dijo Damián Vergara Wilson, profesor de español en la Universidad de Nuevo México.

Él ha estado trabajando en la enseñanza del español no como un idioma extranjero, sino como una lengua patrimonial que ha evolucionado hasta convertirse en algo único del estado.

Contiene algunas palabras del español medieval, pero también incluye pronuncaciones que se desarrollaron en los poblados de Nuevo México y palabras únicas a su sitio geográfico e histórico en un cruce de caminos de civilizaciones americanas. Por ejemplo, hay varias palabras para referirse a un pavo, incluida una anglicanizada que se utiliza en el contexto del Día de Acción de Gracias.

Con ese tipo de alternancia de códigos, en ocasiones menospreciada en la educación y entre el público, las generaciones más jóvenes suelen apegarse sólo al inglés o aprenden español contemporáneo, especialmente como se habla en México, país limítrofe con el estado. Ante ello, a muchos pobladores les preocupa no poder conservar el español neomexicano.

“El dialecto que hablamos está muriendo. Somos la última generación que lo aprendió como lengua materna”, dijo Angelo Sandoval, de 45 años, el “mayordomo” encargado de cuidar la iglesia de San Antonio, de la década de 1830, en Cordova, un poblado ubicado más abajo en el valle y cercano a Truchas.

Sus mayores posibilidades de sobrevivir están en la oración. Las devociones tradicionales han sido transmitidas por los hermanos de generación en generación, fáciles de memorizar debido a sus rimas al estilo de baladas. En ocasiones son transcritas a libretas llamadas “cuadernos”. En un nicho de adobe de una capilla en Holman, algunas de las libretas manuscritas tienen 120 años de antigüedad.

Incluso en ciudades de gran tamaño, las personas suelen solicitar oraciones en español neomexicano para ocasiones especiales, como Rosarios en honor de los fallecidos o novenas para las fiestas patronales.

En Santa Fe, la oración a la ampliamente venerada imagen de Nuestra Señora de la Paz contiene algo de la terminología original en español, como “Sacratísimo Hijo”, dijo Bernadette Lucero, directora, curadora y archivista de la arquidiócesis de Santa Fe.

Una sociedad folclórica femenina fundada hace casi un siglo —la Sociedad Folclórica de Nuevo México— también practica regularmente el dialecto en sus himnos y "novenas" de nueve días al Niño Jesús, agregó Lucero.

En el pequeño poblado de Bernalillo, donde la periferia de Albuquerque desaparece gradualmente en enormes mesetas, los mayordomos de San Lorenzo también conservan el dialecto en sus oraciones y celebraciones anuales.

“Cuando cantamos un antiguo ‘alabado’, podemos rastrear quién lo escribió”, dijo Santiago Montoya con respecto a los himnos católicos de alabanza que han sido transmitidos a través del tiempo en las hermandades de Nuevo México.

Durante 23 años, Montoya y su hermana han sido los mayordomos de San Lorenzo, una iglesia que fue construida a mediados del siglo XIX con muros de adobe de 1,2 metros (4 pies) de espesor. La comunidad luchó para salvarla cuando un templo moderno de mayor tamaño fue erigido a un costado.

Pero él también es un “rezador”, recitando o cantando el Rosario, algo que hace en la comunidad y especialmente por los difuntos. Insiste en utilizar el español neomexicano incluso si las familias sólo hablan inglés.

“Les digo: ‘Haré tres ’decenas' (del Rosario) en inglés, pero vamos a enseñarle a los niños (la versión en español neomexicano)'”, dijo Montoya.

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La cobertura religiosa de The Associated Press recibe apoyo a través de la colaboración de la AP con The Conversation US, con financiamiento de Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de este contenido.

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