Entre el 19 y el 22 de junio, al menos, 600 migrantes desaparecieron tratando de cruzar el Atlántico. En tanto, la mirada mundial se mantenía expectante al rescate del submarino Titán. En redes sociales se criticó este exceso de interés, sin embargo, la migración hacia Europa en lanchas o en barcos es un evento trágico y cotidiano, por lo que, la atención actual a este fenómeno migratorio se debe al contraste de hechos.
Tres días antes del reporte de desaparición de cinco personas que viajaban en un submarino de la empresa Oceangate, se reportó la desaparición de 500 migrantes, quienes viajaban con otras 250 personas, de los cuales, 100 eran niños. Esta misma semana, en la costa oeste de Marruecos, murieron 39 personas, entre ellas, un bebé, cuando se trasladaban con otras 30 en una balsa de goma.
De acuerdo con Helena Maleno Garzón, defensora de Derechos Humanos de la organización “Caminando sin fronteras”, los viajeros de la balsa llevaban más de doce horas suplicando ayuda. Sin embargo, estas migraciones son una constante. El miércoles, la organización Open Arms, reportaba el rescate de 117 personas que migraban en otra embarcación, las cuales llegaron a buen puerto gracias a la ONG.
En 2022, el número de personas desplazadas por la fuerza, esto es, persecución, conflictos, violencia y violaciones a los derechos humanos, creció en 21%, esto de acuerdo con datos de la Agencia de la ONU para los refugiados. Mientras, algunos se desplazan por tierra, como en el caso de los migrantes latinoamericanos hacia Estados Unidos, otros sólo tienen delante sí mismos un camino, el mar. Y se aventuran a él, sin importar el riesgo de perder lo único que tienen: su vida.
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Sin embargo, el contraste de realidades está presente en el mar desde tiempo atrás. Según cifras de un estudio de la Universidad Politécnica de Cartagena, el tráfico de cruceros en los puertos del Mediterráneo entre 1990- 2015, aumentaron un promedio anual del 7.5%. En tanto, según datos del Proyecto Migrantes Desaparecidos, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), desde 2014, hay 56 mil 771 migrantes desaparecidos.
La OIM indica que se tiene el registro de 27 mil 565 muertes en la zona del Mediterráneo, área con el mayor número de reportes; seguido por África con 12 mil 684; América, con siete mil 846; Asia, con cinco mil 528; Asia occidental, con dos mil 135 y Europa, con mil 13.
António Vitorino, director general de la OIM, explicó en abril de este año que, debe existir una coordinación entre los países para las acciones de búsqueda y rescate, ya que esta crisis humanitaria se ha vuelto intolerable y con tantos decesos registrados, se “ha naturalizado” la tragedia detrás de los desplazamientos humanos.
Superyate mexicano al rescate
El 14 de junio personal de un yate de lujo recibía la llamada de auxilio de una embarcación migrante, quienes se acercaron a la ubicación del bote pero sólo encontraron algunos sobrevivientes. La embarcación de lujo, el Mayan Queen IV, de acuerdo con The New York Times, está valuada en 175 millones de dólares y pertenece a los Baillères, una de las familias más ricas de México y del mundo.
El Mayan Queen IV recibió a cien hombres de diferentes nacionalidades: pakistaníes, sirios, palestinos y egipcios, ellos viajaban con otras 650 personas, entre ellas, 100 niños, quienes perdieron la vida. Días antes pisar la cubierta del yate millonario, pidieron ayuda a la guardia costera pero nadie acudió a su auxilio.
De acuerdo con un portavoz de la guardia costera, les ofrecieron ayuda por radio y a través de bocinas, pero no hubo acercamientos o intentos de remolcar el bote porque era peligroso debido a la agitación de la gente.
