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Disputa entre patriarca y líder miliciano se suma a las aflicciones de los cristianos en Irak

El patriarca caldeo Louis Sako preside una misa en la catedral Mar Youssef el domingo 30 de julio de 2023, en Irbil, Irak. (AP Foto/Julia Zimmermann/Metrography) AP (Julia Zimmermann/AP)

IRBIL, Irak (AP) — Los cristianos en Irak han enfrentado dificultades desde que las planicies de Nínive —su patria histórica de colinas ondulantes salpicadas de sembradíos de trigo y cebada— les fueron arrebatadas a los extremistas del grupo Estado Islámico hace seis años.

Aunque la amenaza que representa el EI ha disminuido, algunos poblados siguen reducidos a escombros en su mayor parte. Hay pocas viviendas habitadas y pocos servicios básicos, incluida el agua potable. Muchos cristianos se han dado por vencidos y se han ido a Europa, Australia o Estados Unidos. Otros tratan de seguirlos.

Ahora esa minoría religiosa menguante, que también fue atacada violentamente por Al Qaeda antes del ascenso del EI, se ha visto sacudida por otra crisis, esta vez un enfrentamiento político entre dos influyentes personajes cristianos: un cardenal nombrado por el Vaticano y un líder miliciano, con tierras e influencia en el centro de la pugna.

La disputa es uno más de los infortunios que afligen a los cristianos iraquíes, que con frecuencia se han sentido marginados en el ámbito político. Una visita del papa Francisco en 2021 proporcionó un rayo de esperanza que rápidamente se desvaneció.

Mientras tanto, la población de cristianos en el país se ha desplomado. Se estima que el número de cristianos en Irak en la actualidad es de aproximadamente 150.000, en comparación con 1,5 millones en 2003. La población total del país es de más de 40 millones de personas.

La tensión política se incrementó el mes pasado, cuando el cardenal Louis Sako se marchó de sus oficinas en Bagdad y se fue a la región kurda semiautónoma del norte de Irak después de que el presidente iraquí Abdul Latif Rashid revocó un decreto que reconocía su posición de patriarca de los caldeos, la mayor denominación cristiana de Irak y uno de los ritos orientales de la Iglesia católica.

Sako dijo que no regresará a Bagdad a menos que se le vuelva a reconocer su posición de patriarca. Su salida se sumó a la sensación de desamparo entre muchos cristianos.

“Desde luego, esto nos afecta psicológicamente”, dijo Sura Salem, activista social cristiana en Bagdad. “Uno se siente como en una familia sin padre”.

Los cristianos llevaron a cabo una pequeña protesta en Bagdad por la partida de Sako, pero Salem dijo que “escuchar la voz de los cristianos es lo último que les importa” a los gobernantes iraquíes.

Sako dice que hay una campaña en contra suya orquestada por Rayan al Kildani, otro cristiano caldeo que formó una milicia llamada las Brigadas de Babilonia, la cual combatió al Estado Islámico y todavía realiza patrullajes en gran parte de las planicies de Nínive.

El grupo está afiliado a las Fuerzas de Movilización Popular, un conjunto formado principalmente por milicias chiíes respaldadas por Irán. Su partido político asociado, el Movimiento Babilonia, ganó cuatro de cinco escaños asignados a cristianos en las elecciones parlamentarias de Irak en 2021.

Sako cree que Al Kildani está buscando apoderarse de fundaciones y propiedades cristianas. Al Kildani dice lo mismo con respecto a Sako.

“Me he enfrentado a esta milicia y a otros que querían quedarse con lo que por derecho pertenece a los cristianos”, le dijo Sako a The Associated Press días después de haber llegado a Irbil, donde las autoridades kurdas le dieron una cálida bienvenida. “Desde luego, nadie defiende a los cristianos salvo la Iglesia”.

En el elegante vecindario Mansour de Bagdad, Al Kildani estaba ocupado forjando alianzas políticas.

En una tarde reciente, varios sofás de su vestíbulo palaciego estaban ocupados por mujeres con ropas elegantes que portaban velos. En la pared había una pintura de la Última Cena y un retrato de Al Kildani.

Una por una, las mujeres ingresaron a la oficina, y cada una salió con una bolsa que contenía un regalo. Una de las visitantes explicó que eran candidatas políticas interesadas en ser incluidas en la lista de Al Kildani en Mosul para las elecciones provinciales de diciembre.

Después de que las visitantes se retiraron, apareció un Al Kildani sonriente y cortés.

Insistió en que no tenía nada que ver con el retiro del decreto sobre el patriarca, y rechazó los alegatos de que estaba intentando apoderarse de tierras de la Iglesia.

“Soy hijo de esta Iglesia, y es mi deber respetarla, pero es desafortunado cuando un clérigo acusa a alguien sin presentar pruebas”, manifestó.

Al Kildani ha acusado a Sako de vender propiedades de la Iglesia, alegatos que el patriarca rechaza, y ha interpuesto una demanda contra Sako en la que lo acusa de difamación. Pero Al Kildani dijo que está listo para reunirse con Sako con el fin de reconciliarse.

Sako rechazó esa sugerencia. Al Kildani “tiene una milicia, y su lealtad no está con la Iglesia”, señaló el patriarca. “No es una persona respetable”.

El presidente iraquí ha minimizado su revocación del reconocimiento a Sako, diciendo que se trata de un simple asunto de gestión interna, y alega que ello no disminuyó el estatus jurídico ni religioso del patriarca.

El Vaticano ha guardado silencio en gran medida. Su embajada en Bagdad indicó en un comunicado que la Constitución iraquí garantiza que los jefes de las iglesias pueden administrar las propiedades de éstas.

Un alto funcionario de la Santa Sede, que habló a condición de guardar el anonimato porque carece de autorización para hacer comentarios a los medios de comunicación, dijo que el decreto era innecesario dadas las garantías constitucionales. Indicó que el Vaticano no quería involucrarse en la disputa, pero había invitado a Sako a aplacar las tensiones con las autoridades iraquíes por el bien de los cristianos del país.

Estados Unidos respaldó a Sako. Matthew Miller, portavoz del Departamento de Estado, dijo el mes pasado que a Washington le preocupa que la posición de Sako “esté bajo ataque” por parte de un líder miliciano al que el gobierno estadounidense le impuso sanciones en 2019 por su presunta participación en violaciones a los derechos humanos, entre ellas cortarle la oreja a un prisionero.

Al Kildani negó los alegatos, y acusó a la comunidad internacional de ingratitud luego del papel que desempeñó su grupo en la lucha contra el EI.

Acusó al Partido Demócrata del Kurdistán —que gobierna la región kurda y es rival del Partido Unión Patriótica del Kurdistán, al que pertenece el presidente de Irak— y a Estados Unidos de orquestar el retiro de Sako de Bagdad por razones políticas.

Para algunos cristianos, ese pleito es opacado por problemas más apremiantes.

Al salir de una misa dominical a la que asistieron pocas personas, para Anan al Dawi, residente de Bagdad, su principal preocupación era un apagón reciente en medio del sofocante calor veraniego. Con relación a la disputa entre Sako y Al Kildani se mostró cautelosa en sus declaraciones.

Aunque Sako está físicamente ausente, señaló, “vive en todos nuestros corazones”. En cuanto al grupo de Al Kildani, dijo: “Yo sirvo al país a mi manera. Usted lo sirve según la suya, y ellos también están sirviendo al país”.

De vuelta en las planicies de Nínive, en el poblado de Batnaya, patrullado por integrantes de la milicia de Al Kildani, Lawrence Sabah es propietario de una pequeña fábrica en la que manufactura mangos para trapeadores a partir de madera importada de Rusia. Sabah no compartió su opinión sobre Sako ni Al Kildani, pero tenía otras quejas.

“No hay servicios, incluso el agua no llega en ocasiones, y el 70 o el 80% de las casas fueron destruidas”, declaró. Está esperanzado en alcanzar a sus padres y hermanos, que emigraron a California.

A unos 8 kilómetros (5 millas) hacia el norte, en territorio controlado por los kurdos, Raad Ekram es dueño de una tienda de artículos eléctricos en la localidad de Telskof, escasamente poblada.

Cuando su familia fue desplazada desde ese pueblo a la ciudad de Dohuk, Ekram cree que recibió poca atención por parte del gobierno iraquí y la Iglesia.

“Nunca vimos al patriarca”, señaló. “Desde luego, no acepto lo que le pasó a él... y no acepto que lo dañen”. Pero el patriarca “no hizo todo lo que debería haber hecho por nosotros”.

Está alentando a sus hijos a que busquen suerte en el extranjero.

“En Irak no queda nada”, señaló, “especialmente para los cristianos”.

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Los periodistas de The Associated Press Nicole Winfield en Roma y Matthew Lee en Washington contribuyeron a este despacho.

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La cobertura religiosa de The Associated Press recibe apoyo a través de la colaboración de la AP con The Conversation US, con financiamiento de Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de este contenido.

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