TALLINN, Estonia (AP) — Los ataques van de lo más exótico —té envenenado con polonio o un agente neurotóxico mortal al tacto— hasta los más mundanos, como recibir un disparo a quemarropa. Y hay quienes caen fatalmente desde una ventana abierta.
A lo largo de los años, críticos del Kremlin, espías traidores y periodistas de investigación, han sido asesinados o agredidos de diversas maneras.
No obstante, no se sabe de ninguno que haya muerto en un accidente aéreo. Pero el miércoles, un avión privado que transportaba al líder mercenario que protagonizó una breve rebelión en Rusia se desplomó en un campo desde miles de metros de altura tras desintegrarse en el aire.
Los intentos de asesinato contra enemigos del presidente Vladímir Putin han sido comunes durante su casi cuarto de siglo en el poder. Las personas cercanas a las víctimas y los pocos sobrevivientes han culpado a las autoridades rusas, pero el Kremlin niega sistemáticamente su participación, como lo hizo el viernes al decir que era “una mentira absoluta” que tuviera algo que ver con el accidente del avión.
También ha habido informes de destacados ejecutivos rusos que murieron en circunstancias misteriosas, como caer desde ventanas altas, aunque determinar si fueron asesinatos deliberados o suicidios a veces es difícil.
Algunos casos sobresalientes de asesinatos o intentos de asesinato documentados:
OPONENTES POLÍTICOS
En agosto de 2020, el líder de la oposición Alexei Navalny se enfermó en un vuelo de Siberia a Moscú. El avión aterrizó en la ciudad de Omsk, donde Navalny fue hospitalizado en coma. Dos días después, lo trasladaron en avión a Berlín, donde se recuperó.
Sus aliados casi de inmediato dijeron que había sido envenenado, pero los funcionarios rusos lo negaron. Laboratorios en Alemania, Francia y Suecia confirmaron que Navalny fue envenenado con un agente neurotóxico de la era soviética conocido como Novichok, que —según él— le habría sido aplicado en su ropa interior. Navalny regresó a Rusia y este mes fue declarado culpable de extremismo y sentenciado a 19 años de prisión, su tercera condena en prisión en dos años por cargos que él dice que tienen motivaciones políticas.
En 2018, Pyotr Verzilov, fundador del grupo de protesta Pussy Riot, se enfermó gravemente y también fue trasladado en avión a Berlín, donde los médicos dijeron que un envenenamiento era “altamente probable”. Finalmente se recuperó. Anteriormente, a principios de ese año, Verzilov avergonzó al Kremlin al correr al campo durante la final de la Copa Mundial de Fútbol en Moscú junto con otros tres activistas para protestar contra la brutalidad policial. Sus aliados dijeron que podrían haberlo atacado debido a su activismo.
Vladimir Kara-Murza, destacada figura de la oposición, sobrevivió a lo que cree que fueron intentos de envenenarlo en 2015 y 2017. Estuvo a punto de morir de insuficiencia renal la primera vez y sospecha de envenenamiento, pero no se determinó la causa. Fue hospitalizado con una enfermedad similar en 2017 y puesto en coma inducido médicamente. Su esposa dijo que los médicos confirmaron que fue envenenado. Kara-Murza sobrevivió y su abogado dice que la policía se ha negado a investigar. Este año fue declarado culpable de traición y sentenciado a 25 años de prisión.
El asesinato de más alto perfil de un opositor político en los últimos años fue el de Boris Nemtsov. Viceprimer ministro durante el gobierno de Boris Yeltsin, Nemtsov fue un político popular y un duro crítico de Putin. En una fría noche de febrero de 2015, fue abatido a tiros por asaltantes en un puente adyacente al Kremlin cuando caminaba con su novia; su asesinato conmocionó al país. Cinco hombres de la región rusa de Chechenia fueron condenados y el pistolero recibió hasta 20 años de prisión, pero los aliados de Nemtsov dijeron que su participación fue un intento de quitarle la culpa al gobierno.
OPERATIVOS DE INTELIGENCIA
En 2006, el desertor ruso Alexander Litvinenko, exagente de la KGB y su agencia sucesora postsoviética, el FSB, se sintió gravemente enfermo en Londres después de beber té mezclado con polonio-210 —que es radiactivo— y murió tres semanas después. Investigaba la muerte a tiros de la periodista rusa Anna Politkovskaya, así como los presuntos vínculos del servicio de inteligencia ruso con el crimen organizado. Antes de morir, Litvinenko dijo a los periodistas que el FSB todavía operaba un laboratorio de venenos que databa de la era soviética.
Una investigación británica encontró que agentes rusos habían matado a Litvinenko, probablemente con la aprobación de Putin, pero el Kremlin negó cualquier participación.
Sergei Skripal, otro ex oficial de inteligencia ruso, fue envenenado en Gran Bretaña en 2018. Él y su hija adulta Yulia enfermaron en la ciudad de Salisbury y pasaron semanas en estado crítico. Ellos sobrevivieron, pero el ataque cobró la vida de una mujer británica y dejó gravemente enfermos a un hombre y a un policía.
Las autoridades dijeron que ambos fueron envenenados con el agente neurotóxico de grado militar Novichok. Gran Bretaña culpó a la inteligencia rusa, pero Moscú negó cualquier participación. Putin llamó a Skripal —un agente doble para Gran Bretaña durante su carrera de espionaje— una “escoria” sin interés para el Kremlin porque fue juzgado en Rusia y permutado en un intercambio de espías en 2010.
PERIODISTAS
Numerosos periodistas críticos de las autoridades en Rusia han sido asesinados o han sufrido muertes misteriosas que sus colegas en algunos casos atribuyeron a alguien de la jerarquía política. En otros casos, la supuesta renuencia de las autoridades a investigar generó sospechas.
Anna Politkovskaya, periodista del periódico Novaya Gazeta cuya muerte investigaba Litvinenko, fue asesinada a tiros en el ascensor de su edificio de apartamentos en Moscú el 7 de octubre de 2006, cuando Putin cumple años. Se había ganado el reconocimiento internacional por sus informes sobre abusos contra los derechos humanos en Chechenia. El pistolero, checheno, fue declarado culpable del asesinato y sentenciado a 20 años de prisión. Otros cuatro chechenos recibieron penas de prisión más cortas por su participación en el asesinato.
Yuri Shchekochikhin, otro reportero de Novaya Gazeta, murió de una enfermedad repentina y violenta en 2003. Shchekochikhin estaba investigando negocios corruptos y el posible papel de los servicios de seguridad rusos en los atentados con bombas en edificios de apartamentos en Rusia, en 1999, atribuidos a insurgentes chechenos. Sus colegas insistieron en que fue envenenado y acusaron a las autoridades de obstaculizar deliberadamente la investigación.
YEVGENY PRIGOZHIN Y SUS LUGARTENIENTES
El accidente aéreo del miércoles —que se presume mató a Yevgeny Prigozhin y a algunos jefes de su compañía militar privada Grupo Wagner— se produjo dos meses después del día en que Prigozhin lanzó una rebelión armada que Putin calificó como “una puñalada por la espalda” y “traición”. Si bien no fue crítico de Putin, Prigozhin reprochó duramente a los dirigentes militares rusos y cuestionó los motivos para ir a la guerra en Ucrania.
El jueves, una evaluación preliminar de la inteligencia estadounidense encontró que el accidente que mató a las 10 personas a bordo fue causado intencionalmente por una explosión, según funcionarios estadounidenses y occidentales. Los funcionarios hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a hacer comentarios. Uno dijo que la explosión coincidía con la “larga historia (de Putin) de intentar silenciar a sus críticos”.
Dmitry Peskov, el portavoz de Putin, rechazó las declaraciones de que el Kremlin estaba detrás del accidente. “Por supuesto, en Occidente esas especulaciones se exponen desde cierto ángulo, y todo ello es una mentira absoluta”, dijo a los periodistas el viernes.
En sus primeros comentarios públicos sobre el accidente, Putin pareció insinuar que no había rencor entre él y Prigozhin. Pero Abbas Gallyamov —antes redactor de discursos del Kremlin y ahora analista político— dijo: “Putin ha demostrado que si no le obedeces sin cuestionarlo, se deshará de ti sin piedad, como un enemigo, incluso si eres formalmente un patriota”.
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Aamer Madhani, en Washington, contribuyó a este despacho.