MADRID, 1 (EUROPA PRESS)
Actualmente, casi una cuarta parte de la población de Malí sufre inseguridad alimentaria moderada o aguda, mientras que más de 2.500 personas están en riesgo de hambruna en la región de Menaka, en el norte de Malí, lo que supone una situación sin precedentes.
En el caso concreto de la infancia, cerca de cinco millones de niños necesitan ayuda humanitaria urgente, lo que supone un aumento de al menos 1,5 millones con respecto a los datos recabados en 2020.
El director ejecutivo adjunto de Acción Humanitaria y Operaciones de Suministros del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), Ted Chaiban, ha advertido de que Malí necesita "apoyo urgente" para "evitar un desastre", ya que de nuevo los niños "están pagando el precio más alto por una crisis que ellos no han provocado".
El director ejecutivo adjunto y jefe de operaciones del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Carl Skau, ha coincidido en que Malí debe recibir "la atención que merece". "En un momento de agitación mundial, no tenemos derecho a elegir a quién rescatar, pero sí tenemos el deber de trabajar juntos para salvar y cambiar vidas", ha reclamado.
Pese a la urgencia, la ONU echa en falta más fondos: este año apenas ha recaudado el 21 por ciento de los 751,4 millones de dólares estadounidenses (unos 693 millones de euros) que contempla su programa humanitario. UNICEF y el PMA necesitan urgentemente 184,4 millones de dólares (170 millones de euros) para llegar a 8,8 millones de personas en 2023, incluidos 4,7 millones de niños y niñas.