BUENAVENTURA, Colombia (AP) — En toda Colombia, las décadas de conflicto entre las guerrillas de izquierdas, los paramilitares de derechas, los grupos de traficantes y el gobierno convirtieron a más de 9,5 millones de personas — casi un 20% de la población — en víctimas de desplazamientos forzados, homicidios o violencia sexual, entre otros.
A medida que el conflicto se vuelve más complejo, con grupos armados cambiantes que se disputan el control del territorio, Gustavo Petro, un exrebelde convertido en presidente, se ha comprometido a consolidar una “paz total” y a poner fin a uno de los conflictos armados más prolongados del mundo.
¿CUÁL ES EL PLAN DEL PRESIDENTE?
Petro busca cambiar la forma en la que Colombia enfoca la violencia endémica, reemplazando las operaciones militares por programas sociales que aborden las raíces del conflicto, incluyendo la pobreza en zonas asoladas por la violencia como Buenaventura, una ciudad costera con 450.000 habitantes y el puerto con más actividad del país.
También está negociando con los grupos armados más poderosos — desde las guerrillas izquierdistas a pequeñas mafias de traficantes — en un esfuerzo por lograr su desmovilización simultánea. Más de 31.000 combatientes de milicias armadas se han presentado para empezar conversaciones de paz, según las estimaciones del gobierno. Ningún grupo ha firmado aún un acuerdo de paz completo, aunque el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y Bogotá acordaron reciente una tregua de seis meses.
Como parte del plan de “paz total” se pondrán en marcha programas para frenar el reclutamiento en ciudades con altas tasas de violencia y pobreza, incluyendo Buenaventura, dijo la asesora gubernamental Carolina Hoyos a la AP, describiendo la iniciativa como fundamental para el panorama general.
Jóvenes en Paz entregará un estipendio mensual de 1 millón de pesos (unos 250 dólares) a 100.000 colombianos de entre 14 y 28 años “vinculados o en riesgo de vincularse” a grupos criminales, apuntó Hoyos. A cambio, se les exigirá que estudien y realicen algún tipo de trabajo social.
“La idea que hay detrás de la ‘paz total’ es acertada. Hay que mirar los problemas sociales que hay detrás de estos conflictos”, dijo Jeremy McDermott, cofundador de InSight Crime, un centro de estudios con sede en Colombia. “El gran desafío que enfrenta Petro es: ¿Cómo hablar de paz sin fortalecer a estos grupos?”.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
El gobierno colombiano lleva mucho tiempo trabajando para que los grupos criminales depongan las armas, y en 2016 fue reconocido por firmar un acuerdo de paz con la guerrilla más poderosa del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Gran parte de esos pactos se centraban en programas sociales similares y opciones de reinserción social para los rebeldes.
Esto le valió al entonces presidente, Juan Manuel Santos, el Premio Novel de la Paz por “poner fin a la guerra civil más larga del mundo”. Pero la calma posterior duró poco. Como las autoridades no cumplieron el acuerdo ni asumieron el control de los territorios que en su día controlaron los rebeldes de las FARC, varias mafias se enfrentaron para ocupar su lugar. Y la sangre volvió a derramarse.
Ahora, tras la estela de los pactos con las FARC, el gobierno está intentando forjar acuerdos similares, pero el conflicto es ahora tan complejo que será una ardua batalla.
¿QUÉ ESTÁ OCURRIENDO EN BUENAVENTURA?
Las dos bandas rivales de Buenaventura, Los Shottas y Los Espartanos, están entre el creciente número de grupos armados que esperan para negociar acuerdo de paz con el nuevo gobierno de Colombia. Son las últimas pandillas en asediar Buenaventura, la joya de la corona de las rutas del narcotráfico, el punto desde el que sale la droga hacia el resto del mundo.
En Buenaventura, las guerras territoriales han generado un conflicto especialmente brutal que convirtió a la ciudad en una de las más violentas del mundo. Los homicidios, los secuestros, las torturas y los abusos sexuales son habituales. Así como las fosas comunes y los lugares donde las pandillas descuartizan a sus enemigos dejando que sus gritos retumben por los vecindarios. Los jóvenes que carecen que oportunidades y son reclutados a la fuerza por las bandas son al mismo tiempo víctimas y verdugos, afirman muchos aquí.
Durante el último años, Los Shottas y Los Espartanos han mantenido diálogos auspiciados por la Iglesia católica y el gobierno y han pactado treguas intermitentes. Un delegado de Los Shottas dijo a The Associated Press que el grupo espera que haya paz, pero no abandonará las armas hasta que todas las bandas del país lo hagan.
En las afueras selváticas de la ciudad, grupos rivales esperan para tomar su parte de la ciudad y la policía dice que hay tantos que ha perdido la cuenta.
“¿Sabe cuántos grupos quieren entrar a Buenaventura? Cantidades de grupos”, dijo el delegado, que se negó a dar su nombre y habló bajo condición de identificarse con su nombre de guerra, Jerónimo. “Y si se entrega la fuerza, ¿qué puede pasar? Esos grupos vienen para exterminarnos”.
¿CÓMO SE SIENTE LA POBLACIÓN?
Muchos en Buenaventura anhelan la paz, pero las décadas de conflicto han sembrado la desconfianza. Los residentes que han sido víctimas de la guerra entre bandas dicen que esperan que estas se tomen en serio la firma de acuerdos de paz, pero les preocupa que puedan estar aprovechando las tregias con el gobierno para hacerse más fuertes.
Esta preocupación que se extiende por todo el país.
En el último año, los grupos armados han ampliado su control territorial, sus fuentes de ingresos y los reclutamientos, de acuerdo con un reporte del centro de estudios Fundación Ideas para la Paz. Aunque los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad han bajado, los conflictos entre bandas rivales no han hecho más que aumentar. Los secuestros se han incrementado en un 77% y las extorsiones en un 15%.