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Al interior del delicado arte de mantener las envejecidas armas nucleares de EEUU

En esta imagen proporcionada por la Fuerza Aérea de Estados Unidos, elementos de seguridad de la Fuerza Aérea escoltan una ojiva nuclear que ha sido retirada del silo Bravo-9, el 24 de agosto de 2023, en Montana. (John Turner/Fuerza Aérea de EEUU vía AP (John Turner/AP)

CAMPUS DE SEGURIDAD NACIONAL DE KANSAS CITY, Missouri, EE.UU. (AP) — En una sala ultraesterilizada de una fábrica secreta en Kansas City, técnicos del gobierno de Estados Unidos reacondicionan las ojivas nucleares del país. El trabajo es exigente: Cada ojiva tiene miles de resortes, engranajes y contactos de cobre que deben trabajar en conjunto para provocar una explosión nuclear.

A unos 1.300 kilómetros (800 millas) de distancia, en Nuevo México, los trabajadores de una bóveda con muros de acero tienen una tarea igual de delicada. Portando monitores de radiación, gafas de seguridad y siete capas de guantes, practican dar forma a nuevos núcleos de plutonio para las ojivas nucleares —a mano.

Y en las bases de armas nucleares de todo el país, tropas, incluso de sólo 17 años, mantienen en funcionamiento ojivas de 50 años hasta que los reemplazos estén listos. El menor rasguño en el cono negro pulido de una ojiva podría desviar a la bomba de su trayectoria.

A The Associated Press se le concedió un acceso excepcional a partes clave de la cadena de suministro nuclear altamente clasificada, y pudo observar a técnicos e ingenieros abordar la difícil tarea de mantener un arsenal nuclear envejecido. Muy pronto, esos trabajadores estarán mucho más ocupados. Estados Unidos invertirá más de 750.000 millones de dólares en los próximos 10 años para reemplazar casi todos los componentes de sus defensas nucleares, incluidos nuevos bombarderos furtivos, submarinos y misiles balísticos intercontinentales terrestres en el esfuerzo de armas nucleares más ambicioso del país desde el Proyecto Manhattan.

Han pasado casi ocho décadas desde que un arma nuclear fuera disparada en una guerra. Pero autoridades militares advierten que esa paz podría no durar. Dicen que Estados Unidos ha entrado en una era incómoda de amenazas globales que incluyen una acumulación de armas nucleares en China y las repetidas amenazas de Rusia de usar una bomba nuclear en Ucrania. Argumentan que las armas obsoletas de Estados Unidos necesitan ser reemplazada para garantizar que funcionen.

“Lo que queremos hacer es preservar nuestra forma de vida sin librar guerras importantes”, dijo Marvin Adams, director de programas de armamento del Departamento de Energía. “Nada en nuestra caja de herramientas realmente funciona para disuadir a los agresores a menos que tengamos el cimiento de la disuasión nuclear”.

Por tratado, Estados Unidos mantiene 1.550 ojivas nucleares activas y el gobierno planea modernizarlas todas. Al mismo tiempo, los técnicos, científicos y equipos de misiles militares deben garantizar que las armas más antiguas sigan funcionando hasta que se instalen las nuevas.

El proyecto es tan ambicioso que los organismos de vigilancia advierten que es posible que el gobierno no cumpla sus objetivos. El programa también ha generado críticas de expertos y defensores de la no proliferación que dicen que el arsenal actual, aunque desgastado por el tiempo, es suficiente para satisfacer las necesidades de Estados Unidos. Actualizarlo también será costoso, afirman.

“Van a tener dificultades extremas para cumplir con estos plazos”, enfatizó Daryl Kimball, director ejecutivo de la Arms Control Association (Asociación de Control de Armas), un grupo no partidista centrado en el control de armas nucleares y convencionales. “Y los costos van a aumentar”.

Advirtió que las amplias mejoras también podrían tener el efecto no deseado de empujar a Rusia y a China a mejorar y ampliar sus arsenales.

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DÓNDE COMIENZA

El núcleo de cada ojiva nuclear es un pozo de plutonio que es hueco y con forma de globo fabricado por ingenieros en el laboratorio del Departamento de Energía en Los Álamos, Nuevo México, lugar de nacimiento de la bomba atómica. Muchos de los pozos nucleares actualmente en uso proceden de las décadas de 1970 y 1980. Esto puede ser problemático, porque hay muchas cosas sobre el proceso de envejecimiento del plutonio que los científicos aún no comprenden.

El átomo radiactivo clave en el pozo de plutonio tiene una vida media de 24.000 años, que es el tiempo que tardarían aproximadamente la mitad de los átomos radiactivos presentes en decaer. Eso sugiere que las armas deberían ser viables por muchos años. Pero el decaimiento del plutonio es suficiente para generar preocupación de que pueda afectar la forma en que explota el pozo de una ojiva.

El presidente George H.W. Bush firmó una orden en la década de 1990 que prohibía las pruebas nucleares subterráneas, y Estados Unidos no ha detonado pozos nucleares para actualizar los datos sobre su degradación. Cuando se realizaron las últimas pruebas, proporcionaron datos sobre pozos que tenían como máximo unas dos décadas de antigüedad. Esa generación de pozos nucleares ahora supera los 50.

Bob Webster, subdirector de armas de Los Álamos, dijo que los científicos se han basado en modelos por computadora para determinar qué tan bien podrían funcionar esos pozos viejos, pero “todo lo que estamos haciendo es extrapolar”, agregó.

Esa incertidumbre ha presionado al departamento a reiniciar la producción de pozos. Estados Unidos ya no produce plutonio artificial. En cambio, el plutonio viejo es esencialmente reacondicionado para pozos nucleares nuevos.

Esta tarea se lleva a cabo dentro del PF-4, un edificio altamente clasificado en Los Álamos que está rodeado por capas de guardias armados, pesadas puertas de acero y monitores de radiación. En el interior, los trabajadores manipulan el plutonio dentro de cajas de acero con guantes incorporados, que les permiten limpiar y procesar el plutonio sin estar expuestos a radiación mortal.

En los pasos finales de producción, una empleada solitaria en la bóveda toma el pozo casi terminado con ambas manos enguantadas y le da la forma final.

“Las cosas tienen que encajar de cierta manera, y todo es al tacto”, explicó la empleada de Los Álamos, a quien la AP acordó no nombrar porque es una de las pocas personas en Estados Unidos —y la única mujer— que realiza esta delicada tarea.

Durante aproximadamente los últimos 10 años, los técnicos han practicado con pozos nucleares de “prueba” que no están listos para el almacenamiento. Estados Unidos planea reciclar completamente su primer pozo listo para las armas el próximo año —y aumentar rápidamente la producción anual a hasta 80 pozos nuevos.

El trabajo minucioso y peligroso ha llevado a un organismo de vigilancia del gobierno a expresar dudas sobre si el gobierno de Estados Unidos podrá alcanzar ese objetivo.

“Estados Unidos no ha fabricado regularmente pozos nucleares de plutonio desde 1989”, señaló la Oficina de Responsabilidad Gubernamental en un informe de enero de 2023, y agregó que la Administración Nacional de Seguridad Nuclear del Departamento de Energía ha brindado “garantías limitadas de que sería capaz de producir una cantidad suficiente de pozos”

Webster ha estado en Los Álamos desde que Ronald Reagan era presidente. Podría haberse retirado hace años, pero se quedó para guiar los primeros pozos de plutonio nuevos hasta su producción. El laboratorio comienza a sentirse un poco a lo que era en la década de 1980, durante la Guerra Fría, comentó. Los científicos de Los Álamos mantienen intensas discusiones sobre el diseño de armas: cuánto puede pesar cada una, su potencia explosiva y qué distancia debe recorrer.

“Necesitamos que nuestra nación vuelva a hacer pozos”, dijo Webster. “Simplemente debemos poder hacer eso”.

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LA OJIVA Y EL RELOJ DE PULSERA

Los pozos nucleares terminados están protegidos y detonados por una capa exterior de la ojiva que es construida en el Campus de Seguridad Nacional de Kansas City del Departamento de Energía. Dentro de esa fábrica de tres pisos y sin ventanas al exterior, los trabajadores restauran y prueban esas piezas de las ojivas, un trabajo que, según un organismo de vigilancia del gobierno, requería “una gran cantidad de manufactura de precisión según especificaciones exigentes”.

Hay miles de piezas diminutas dentro de cada ojiva, por lo que tener manos seguras es clave. Por eso los técnicos pasan por una evaluación de habilidades que incluye desmontar y montar un reloj de pulsera mecánico.

“Todo se hace bajo un microscopio con pinzas”, dijo Molly Hadfield, una portavoz de la planta de Kansas City. “Y es aprobado (o) reprobado. El reloj funciona o no funciona”.

Esta fábrica estará ocupada incluso si la renovación no se llevara a cabo. Todas las ojivas tienen requisitos de mantenimiento regulares. Sus plásticos envejecen, y los engranajes y los cables metálicos se debilitan con los años y la exposición a la radiación.

La fábrica también trabaja en ojivas para el B-21 Raider, un bombardero furtivo futurista, y a la vez es compatible con el Sentinel, un nuevo misil balístico intercontinental, y con ojivas para una nueva generación de submarinos.

“Se está realizando un enorme esfuerzo de modernización”, dijo Eric Wollerman, quien administra el complejo de Kansas City para el Departamento de Energía a través de su contrato federal con Honeywell. “Si vas a actualizar los sistemas de lanzamiento, también actualizarías las ojivas en los misiles y las bombas que los acompañan”.

Para satisfacer la demanda tanto de mantenimiento como de modernización, las instalaciones se han lanzado a una oleada de contrataciones. La planta de Kansas City tiene 6.700 empleados, un aumento del 40% desde 2018, con planes para agregar varios cientos más. El laboratorio de Los Álamos ha añadido más de 4.000 empleados en ese mismo período.

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MISILES VIEJOS, TROPAS JÓVENES

El arsenal nuclear de Estados Unidos revela su edad cada vez que las tropas reparan un misil. Esto puede ocurrir hasta dos veces por semana, pero sólo si las herramientas —igualmente viejas— o el camión que transporta las herramientas, o el camión necesario para transportar el misil no están averiados también, lo cual ocurre a menudo.

Es por eso que el aviador de primera clase Jonathan Marrs arrastraba un segundo remolque de aluminio de 102 kilogramos (225 libras) detrás de él hacia un silo de concreto en medio de una vasta tierra de cultivo de Montana en una tarde calurosa reciente.

Marrs, de 21 años, y otros aviadores utilizaron un remolque y llaves del tamaño de fémures humanos para destrabar la puerta blindada de 110 toneladas del silo Bravo-9. Debajo de su cubierta de cemento y acero había un misil nuclear de 31.750 kilogramos (70.000 libras). Era necesario sacar la punta del misil y transportarla en camión a la base para trabajar.

Excepto que la puerta blindada no se movía. El primer remolque de 102 kilogramos (225 libras), o mula, como lo llaman las tropas, no pudo generar la fuerza necesaria para abrir la puerta.

Después de sujetar una segunda mula, Marrs y el otro aviador lograron abrir la puerta, liberando decenas de ratones.

A continuación, los mantenedores removieron la ojiva del misil y la colocaron en un camión especializado, el cual luego es escoltado por fuerzas de seguridad de la Fuerza Aérea de regreso a un hangar fuertemente custodiado en la Base de la Fuerza Aérea Malmstrom de Montana.

Marrs y los otros jóvenes aviadores —conocidos como mantenedores— son monitoreados de cerca mientras manejan armas nucleares, dijeron funcionarios de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

“Si yo inflo de menos una pelota de baloncesto en el gimnasio, a nadie le importará”, dijo Andrew Zahm, sargento primero en jefe y líder sénior alistado del grupo de mantenimiento en la Base de la Fuerza Aérea F.E. Warren. “Si yo hiciera algo con una de estas armas, el presidente se enteraría en 45 minutos”.

La carga de trabajo ya es un desafío para estas tropas y no hay muchas maneras fáciles de aliviarla.

Mientras que las plantas administradas por el sector privado en Los Álamos y Kansas City han contratado personal para hacer frente a la creciente carga de trabajo, el ejército ha tenido dificultades para cubrir puestos de trabajo y retener a técnicos experimentados. En cambio, los militares deben hacer más con menos mantenedores, y por mucho menos dinero del que esas tropas ganarían como contratistas del gobierno.

“Una vez que empiezas a mostrarle a un sargento los 80.000 dólares” que podría ganar en el sector privado, los aceptará, dijo Zahm.

Zahm es una rareza. Si bien muchos se jubilaron o se fueron a la industria privada, él permaneció para seguir sirviendo en la misión nuclear del ejército. Ahora que Estados Unidos está tan cerca de su primera arma nueva, lo impulsa el deseo de estar allí hasta su conclusión.

“En 21 años, nunca he visto nada nuevo”, dijo Zahm. “Quiero ver las cosas nuevas”.

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Copp reportó desde el Laboratorio Nacional de Los Álamos, en Nuevo México; el Campus de Seguridad Nacional de Kansas City, en Missouri; la Base de la Fuerza Aérea Malmstrom, en Montana, y la Base de la Fuerza Aérea F.E. Warren, en Wyoming.

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The Associated Press recibe apoyo para su cobertura de seguridad nuclear de la Carnegie Corporation de Nueva York y la Fundación Outrider. La AP es la única responsable de todo el contenido.

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