JERUSALÉN (AP) — Tras la orden de desalojo emitida por Israel para la mitad de la población de Gaza, muchos palestinos temen que se repita el acontecimiento más traumático de su atormentada historia, su éxodo masivo del territorio que hoy es Israel durante la guerra de 1948 en torno a su creación.
El pueblo palestino le llama la Nakba, o “catástrofe”. Se calcula que 700.000 palestinos, la mayoría de la población que existía antes de la guerra, huyeron o fueron expulsados de lo que hoy es Israel en los meses anteriores y durante la guerra, en la que combatientes judíos repelieron el ataque de varios países árabes.
Los palestinos empacaron entonces sus pertenencias y se apretujaron en automóviles, camionetas y carretas tiradas por burros. Muchos cerraron sus puertas y se llevaron las llaves, con la esperanza de regresar después de que concluyera la guerra.
Han pasado 75 años y no se les ha permitido volver. Las ciudades vacías fueron renombradas, las aldeas fueron demolidas, los bosques cubrieron las casas en las que ahora son reservas naturales israelíes.
Israel se negó a permitir que los palestinos regresaran, porque ello supondría una amenaza para la mayoría judía dentro de las fronteras nacionales. Así, los refugiados y sus descendientes, que ahora son aproximadamente 6 millones de personas, se instalaron en campamentos en Cisjordania, Líbano, Siria y Jordania. Con el tiempo, esos campamentos se convirtieron en barrios urbanizados.
En Gaza, la gran mayoría de la población está conformada por refugiados palestinos, y muchos de sus familiares huyeron de aquellas mismas zonas que Hamas atacó el fin de semana pasado.
Los palestinos insisten en que tienen derecho a volver, algo que Israel sigue rechazando categóricamente. Su destino era uno de los temas más controvertidos de los procesos de paz, que se estancaron hace más de una década.
Ahora, los palestinos temen que el momento más doloroso de su historia esté repitiéndose.
“Miras esas imágenes de personas sin automóviles, en burros, hambrientas y descalzas, saliendo de cualquier manera que puedan para irse hacia el sur”, dijo el analista político Talal Awkal, que ha decidido quedarse en la Ciudad de Gaza porque no cree que el sur sea mucho más seguro.
“Es una catástrofe para los palestinos, es una Nakba”, dijo. “Están desplazando a una población entera de su patria”.
Israel se ha comprometido a aplastar a Hamas después de su sangrienta incursión del fin de semana pasado, en la que sus combatientes mataron a más de 1.300 israelíes y capturaron a unos 150, incluidos soldados, hombres, mujeres, niños y ancianos. En respuesta, Israel ha lanzado devastadores bombardeos contra Gaza, en los que ya han muerto más de 1.500 palestinos, y parece que la guerra se intensificará.
Israel instó el viernes a todos los palestinos que viven en el norte de Gaza, incluida la Ciudad de Gaza, a irse hacia el sur. Las órdenes de desalojo afectan a más de 1 millón de personas, aproximadamente la mitad de la población de la estrecha franja costera de 40 kilómetros (25 millas) de longitud.
Debido a que Israel ha sellado las fronteras de Gaza, sólo es posible huir hacia el sur, en dirección a Egipto. Sin embargo, Israel sigue bombardeando toda Gaza, y Egipto se ha apresurado a cerrar sus fronteras para impedir cualquier flujo masivo de palestinos. También teme que ocurra otra Nakba.
Los funcionarios israelíes dicen que el objetivo de la evacuación es proteger a los civiles y evitar que Hamas los utilice como escudos humanos.
“El camuflaje de los terroristas es la población civil”, dijo el viernes el ministro de Defensa, Yoav Gallant. “Tenemos que separarlos. Así que los que quieran salvar su vida, por favor váyanse al sur”.
El ejército ha dicho que los que se vayan podrán regresar cuando cese el conflicto, pero muchos palestinos desconfían profundamente.
El gobierno de extrema derecha de Israel ha envalentonado a los extremistas que apoyan la idea de deportar a los palestinos, y tras el ataque de Hamas algunos han exigido abiertamente una expulsión masiva. Algunos son colonos de Cisjordania que todavía están molestos por la retirada unilateral de Israel de Gaza en 2005.
“Ahora mismo, un objetivo: ¡Nakba! Una Nakba que opaque la Nakba de 1948. ¡Nakba en Gaza y Nakba para cualquiera que se atreva a unirse!", escribió en redes sociales Ariel Kallner —parlamentario y miembro del Likud, el partido del primer ministro Benjamin Netanyahu— después del ataque de Hamas.
Por su parte, Hamas ha pedido a la población que permanezca en sus casas, diciendo que se trata de una estratagema de Israel.
El presidente Mahmud Abás, que dirige la internacionalmente reconocida Autoridad Palestina en la Cisjordania ocupada, también rechazó la orden de desalojo, y afirmó que derivará en una “nueva Nakba”.
Abás, de 87 años, es un refugiado de Safed, ubicada en lo que hoy es el norte de Israel. Al hablar en las Naciones Unidas el mes pasado, llevaba en su solapa un alfiler con forma de llave para conmemorar el 75to aniversario de la Nakba.
Los palestinos han escuchado las historias de sus familiares, y han sido criados con la idea de que la única esperanza para su lucha de décadas por la autodeterminación es aferrarse a la tierra.
Pero muchas personas en Gaza podrían estar demasiado asustadas, exhaustas y desesperadas para resistir.
Durante casi una semana han buscado lugares seguros bajo una andanada de bombardeos israelíes que han demolido manzanas enteras de la ciudad, a veces sin previo aviso. Israel ha cortado el suministro de electricidad en todo el territorio, así como el abastecimiento de comida, gasolina y medicamentos.
El sur no es seguro, pero si Israel lanza una ofensiva terrestre en el norte —algo que parece cada vez más probable—, el desplazamiento al sur podría ser su mejor esperanza de sobrevivir, incluso si nunca regresan.
“Lo que les sucedió a nuestros familiares en 1948 nos enseñó que si te vas, no regresarás”, dijo Khader Dibs, que vive en el populoso campamento de refugiados de Shuafat, en las afueras de Jerusalén. “El pueblo palestino está muriendo y la Franja de Gaza está siendo aniquilada”.
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Las periodistas de The Associated Press Isabel DeBre y Julia Frankel contribuyeron a este despacho.