BRIDGEVIEW, Illinois, EE.UU. (AP) — Una multitud en un suburbio de Chicago de gran población palestina llora a un niño musulmán de 6 años, víctima de un presunto crimen de odio racial, en tanto las autoridades revelaron nuevos detalles de las pruebas empleadas para acusar al propietario de la vivienda del ataque al niño y su madre.
Wadea Al-Fayoume murió el sábado, víctima de un ataque salvaje a puñaladas que fue condenado por las autoridades, desde la localidad hasta la Casa Blanca. Las autoridades dijeron que el dueño de la vivienda, Joseph Czuba, estaba alterado por la guerra entre Israel y Hamas y los atacó cuando la madre propuso que rezaran por la paz.
En Bridgeview, donde vive una gran comunidad palestina, familiares y amigos recordaron a Wadea como un chico vivaz al que le encantaba jugar. Portaron su cuerpo en un féretro blanco —envuelto de a ratos en una bandera palestina— a través de una multitud.
El imán de la Fundación Mezquita, Jamal Said, reflexionó sobre la muerte del niño durante el janazah, u oficio fúnebre, y también sobre la mortandad en la guerra entre Israel y Hamas.
“Wadea es un niño y no es el único que está siendo atacado", dijo, y añadió que “muchos niños están siendo masacrados literalmente en Tierra Santa, lo cual desgraciadamente es muy triste”.
Mahmoud Yousef, tío del niño, recordó a Wadea como un típico chico de 6 años, activo, juguetón y amable. Citó un mensaje de texto de la madre, que aún se recupera de sus heridas, según la cual sus últimas palabras fueron, “mamá, estoy bien”.
“Sí está bien”, dijo Yousef. “Está en un lugar mejor”.
Horas antes, Czuba compareció por primera vez en una corte para responder a cargos de homicidio, intento de homicidio y crímenes de odio racial. Al explicar los cargos el domingo, la comisaría del condado Will determinó que “las dos víctimas de este ataque brutal fueron atacadas por el sospechoso debido a que eran musulmanes y el conflicto en curso en el Medio Oriente entre Hamas y los israelíes”.
Czuba, vecino de Plainfield, dijo “sí, señor” cuando se le preguntó si comprendía los cargos, y posteriormente lo transportaron a la cárcel en Joliet, 8 kilómetros (50 millas) al suroeste de Chicago. Un juez del condado Will le designó un abogado de oficio. La defensoría pública no respondió de inmediato a un pedido de declaraciones sobre los cargos.