Dos trabajadores de la central nuclear de Fukushima, en Japón, han tenido que ser hospitalizados después de que un grupo de cinco operarios se empaparan por accidente con un líquido radiactivo durante las labores de limpieza de la planta número uno, en curso desde el terremoto y el consiguiente tsunami que devastaron en 2011 buena parte del país.
El equipo estaba limpiando la tubería con ácido nítrico cuando unos mililitros del líquido que contenía acabaron mojando a los operarios.
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De acuerdo con la operadora de la central, la Tokyo Electric Power Co. (TEPCO), un grupo de cinco trabajadores se encontraban limpiando una tubería del Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos, empleado para limpiar el agua contaminada de la central, al rededor de las 10:40 (hora local) del pasado 25 de octubre.
Dos de ellos tuvieron que ser trasladados de inmediato a un hospital para someterse a un procedimiento de descontaminación y un seguimiento médico, aunque los doctores no han encontrado indicios de quemaduras en su piel ni problemas de salud en los afectados.
La decisión de su ingreso, sin embargo, fue necesaria porque sus cuerpos registraban un nivel más alto que el estándar mínimo de seguridad radiactiva (cuatro bequerelios por centímetro cuadrado), según un comunicado recogido por el diario nipón ‘Asahi Shimbun’.
Por otro lado, la agencia nuclear de la ONU, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ha concluido este viernes su revisión de seguridad de la descarga al mar de agua radiactiva tratada de la averiada planta nuclear de Fukushima por parte de Japón, con vistas a la recopilación de un nuevo informe a finales de año, informa la agencia oficial de noticias japonesa Kiodo.
Desde agosto, TEPCO ha expulsado unas 15 mil 600 toneladas de agua tratada con el mencionado sistema de procesamiento de líquidos, que elimina la mayoría de los radionucleidos excepto el tritio.
El tritio se diluye con agua de mar, dejándolo con un nivel de concentración un 40% del permitido según las normas de seguridad japonesas, antes de ser vertido. Frente a las quejas de países vecinos, Japón ha asegurado que este proceso no representa una amenaza al medio ambiente.