El papa Francisco será el primer pontífice que participará en una Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático de Naciones Unidas (ONU), más conocidas como ‘COP’, que este año celebrará su vigésimo octava reunión en Dubái (Emiratos Árabes Unidos) del 30 de noviembre al 12 de diciembre.
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La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) ha confirmado a Europa Press que esta es “la primera vez” que un papa asiste a una COP aunque recuerda que, en el pasado, otros líderes religiosos sí han asistido a la misma.
El Papa Francisco reveló en una entrevista emitida la noche del miércoles 1 de noviembre en la cadena de televisión italiana RAI 1, que participará del 1 al 3 de diciembre en la COP 28, que se celebrará en Dubái.
“Sí, voy a volar a Dubai. Creo que viajaré del 1 al 3 de diciembre. Me quedaré allí durante tres días”, asegura el Pontífice en la entrevista.
Es la primera vez que Francisco acude a una Cumbre del Clima, aunque siempre ha enviado mensajes a los participantes, como el año pasado (COP27, en Egipto), cuando les pidió “valentía” y determinación” para cumplir “con el camino trazado por el acuerdo de París”, que marcaba como objetivo limitar el calentamiento mundial a muy por debajo de los dos grados, preferiblemente a 1,5 grados centígrados.
Además, en 2021, Bergoglio explicó que le hubiera gustado estar presente en la Cumbre del Clima celebrada en Glasgow (COP26), pero no le fue posible. En todo caso, urgió a los participantes a buscar “respuestas eficaces a la crisis ecológica sin precedentes”.
No obstante, el papa Francisco no fue el primero en mencionar la necesidad de una ‘conversión ecológica’ sino que fue el Papa Juan Pablo II, el 17 de enero de 2001. “Es preciso, pues, estimular y sostener la ‘conversión ecológica’, que en estos últimos decenios ha hecho a la humanidad más sensible respecto a la catástrofe hacia la cual se estaba encaminando”, subrayó en una audiencia general.
También Benedicto XVI se ganó el apelativo de ‘Papa ecológico’ por sus llamamientos a proteger la “casa común” --término que después utilizó Francisco--, y por su ejemplo, con acciones como la instalación de paneles solares en la Sala Nervi del Vaticano, o la adopción de un bosque húngaro, para que el Vaticano fuera neutral en carbono, según recuerda en su web el Movimiento Laudato Si’, que reúne a organizaciones católicas de todo el mundo.
Además, muchos años antes, el Vaticano ya participó en la Cumbre de la Tierra celebrada en 1992 en Río de Janeiro, que desempeñó un papel fundamental en el lanzamiento de los esfuerzos de la ONU para hacer frente al cambio climático, y que fue el germen de las COP.
En concreto, en el seno de aquella cumbre se identificaron tres procesos naturales en alto riesgo: la desertificación, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Y, desde entonces, se crearon tres convenciones, cada una de ellas enfocada a abordar y erradicar cada uno de estos impactos medioambientales, aunque la más conocida es la de cambio climático.
En aquella Cumbre de la Tierra se firmó la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), un tratado que establece las obligaciones básicas de los Estados (o partes) y la Unión Europea para combatir el cambio climático.
Las COP se celebran anualmente y reúnen a casi dos centenares de países que buscan negociar acciones conjuntas. El objetivo es revisar el estado de implantación de la Convención y proponer, evaluar y aprobar otros instrumentos que apoyen su instauración frente al cambio climático.
La primera COP tuvo lugar en 1995 en Berlín y, desde entonces, se han convocado en distintas ciudades de Europa, América, África y Asia. Pocos años después de su origen, en 1997, la COP 3 de Kioto acordó el primer protocolo legalmente vinculante para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero. Fue el llamado Protocolo de Kioto en el que los países firmantes se comprometieron a reducir las emisiones en al menos un 5% (en comparación con los niveles de 1990) para 2012.
Si bien, la más famosa fue la COP 21 que se celebró en Francia en 2015, donde se adoptó el Acuerdo de París, que pretende limitar el aumento de la temperatura global muy por debajo de 2ºC por encima de los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitarlo a 1,5ºC. Antes, hubo un intentó muy sonado que fracasó, en 2009 en la Cumbre de Copenhague, cuando multitud de jefes de Estado y de Gobierno se dieron cita en una COP de la se fueron sin ni siquiera hacerse la foto.
Aunque durante estos años el Papa no ha acudido a estas cumbres, sí lo han hecho representantes de alto rango del Vaticano, como por ejemplo el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, que participó en la COP25 de Madrid -celebrada en España después de que Chile se viese obligado a renunciar por la situación que vivía el país-, que tuvo lugar en 2019.
Parolin aseguró, entonces, que el papa Francisco tenía esperanza en esta cumbre. “El hecho de que nosotros participemos significa que creemos en estas actividades de multilateralismo, en las que toda la comunidad internacional se encuentra para dar respuesta a los problemas comunes. Por eso estamos aquí y creo que nuestra presencia aquí es la señal de que el Papa cree y sigue creyendo”, subrayó en declaraciones a Europa Press.
No obstante, en su última exhortación apostólica sobre el medio ambiente, ‘Laudate Deum’, el Papa Francisco hace un repaso desde 1992 por las COP y tacha de “decepción” la COP25 de Madrid (2019). Algunas, según dice, fueron “fracasos, como la de Copenhague (2009)”, mientras “otras permitieron dar pasos importantes, como la COP3 de Kyoto (1997)”. También se detiene en la COP21 de París (2015), donde se alcanzó el objetivo de mantener el aumento de las temperaturas por debajo de los 2 grados.
En definitiva, concluye que los acuerdos han tenido “un bajo nivel de implantación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción” y que “las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses”.
También desea que la próxima COP28, en Emiratos Árabes Unidos, sea “histórica” y dé lugar a “una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente”, con formas vinculantes de transición energética “eficientes, obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente”.