BUENOS AIRES (AP) — Cuando en la enésima erupción volcánica de la economía argentina Sergio Massa asumió como ministro de un gobierno tambaleante, muchos lo vieron como un error de cálculo.
Un año y medio después, el avezado político les demostró que estaban equivocados. Pero no por los méritos de su gestión.
Si el actual ministro, de 51 años, puede convertirse en el próximo presidente de Argentina en medio de una inflación galopante, se lo debe en parte al temor que irradia en amplios sectores de la sociedad su rival en el balotaje del domingo: el ultraderechista Javier Milei.
Con Massa, la inflación mensual llegó a los dos dígitos por primera vez desde 1991 pese a que en los primeros meses del año había proyectado que sería menor al 5%, y en la variación interanual alcanzó el 142,7%. La pobreza pasó de 36,5% a 40%, según la última medición oficial, y la moneda local superó varias veces su piso histórico respecto del dólar en el mercado informal.
Su contrincante Milei, un economista de la escuela liberal que se lanzó a la política poco antes de que Massa asumiera como ministro, sedujo a muchos argentinos que desean un cambio drástico con promesas de dolarizar la economía y cerrar el Banco Central para terminar con la inflación.
Massa "sabe que es parte de un gobierno que no cae bien, que él personalmente no cae bien”, indicó la licenciada en Ciencias Políticas Ana Iparraguirre, miembro de la encuestadora GBAO con sede en Washington.
“Su única oportunidad de ganar estas elecciones cuando la gente quiere un cambio... es hacer de estas elecciones un referéndum sobre si Milei es apto para ser presidente o no”, acotó.
Massa —postulante de Unión por la Patria— busca explotar ese miedo al máximo y mostrarse como la némesis de su novato rival.
“Vamos a decidir quién de los dos va a ser el presidente. Tenemos la responsabilidad de elegir quién nos va a cuidar y cómo construimos la Argentina de los próximos años”, afirmó en el último debate de candidatos. “Vengo a plantear un gran cambio para la Argentina: la construcción de un gran acuerdo con políticas de Estado, con diálogo y consensos. Pero sobre todas las cosas, con el respeto a los que piensan distinto”.
Massa empezó a militar de joven en el liberalismo, corriente que paradójicamente abraza su rival en el balotaje. En la década de 1990 dio el salto al peronismo bajo el gobierno de Carlos Menem (1989-1999), en uno de los varios cambios de piel a lo largo de su carrera que le valieron el apodo de “panqueque” por parte de sus detractores.
Dentro de las filas del partido fundado por Juan Domingo Perón en 1945, en el que han convivido distintas corrientes ideológicas a lo largo de su historia, Massa fue titular de la Administración Nacional de Seguridad Social y jefe de gabinete de ministros del primer gobierno de centroizquierda de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011). En ese rol aceitó los contactos que aún mantiene con poderosos empresarios y políticos de Estados Unidos.
Pero a medida que la popularidad de la mandataria se iba desplomando, Massa abandonó el oficialismo y fundó un partido de centroderecha —Frente Renovador— que se oponía a su antigua jefa.
Fue alcalde de Tigre, un suburbio al norte de Buenos Aires, en el cual aplicó un plan de seguridad con asesoramiento del exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, y del FBI. Aquella experiencia le dio visibilidad como un político comprometido en la lucha contra el delito.
A caballo de esa popularidad fue el gran ganador de las elecciones de medio término de 2013, año en el que se recibió de abogado, y muchos creyeron entonces que la presidencia sería el paso siguiente. Se postuló en 2015, pero quedó tercero.
En 2019 volvió al peronismo para apoyar la candidatura de Alberto Fernández y su ex jefa Fernández de Kirchner como vicepresidenta.
“Si lo mirás en el tiempo, es alguien que siempre está buscando su oportunidad, no importa dónde y cuándo sea, o dónde lo lleve. La coherencia es que quiere estar en la cima del poder, no importa dónde esté sentado”, lo definió el periodista Diego Genoud, autor de la biografía no autorizada de Massa “El arribista del poder”. “La clave es que Massa va donde está el poder”, agregó.
Desde la presidencia de la Cámara de Diputados, Massa tomó el mando del Ministerio de Economía a mediados de 2022 en medio de una corrida cambiaria, una sequía histórica y la amenaza de cese de pagos de la deuda con el Fondo Monetario Internacional.
En junio de este año lanzó su postulación a la presidencia. Entonces, los analistas fueron unánimes: su única chance podía darse en un mano a mano contra Milei.
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Los periodistas de AP Daniel Politi y David Biller contribuyeron en este reporte.