JERUSALÉN (AP) — La ofensiva militar de Israel ha convertido gran parte del norte de Gaza en un paisaje inhabitable, lleno de cráteres y desolado. Barrios enteros han sido borrados. Casas, escuelas y hospitales han quedado destruidos por ataques aéreos y quemados por el fuego de los tanques. Algunos edificios siguen en pie, pero la mayoría son cascarones maltrechos.
Casi 1 millón de palestinos han huido del norte, incluyendo su centro urbano, la ciudad de Gaza, cuando se intensificaron los combates terrestres. Al terminar la guerra, cualquier alivio se verá eclipsado rápidamente por el temor a medida que las familias desplazadas acepten la magnitud de la calamidad y lo que significa para su futuro.
¿Dónde vivirán? ¿Quién gobernará Gaza eventualmente y tratará de mejorar la situación?
“Quiero volver incluso si tengo que dormir sobre los escombros de mi casa”, dijo Yousef Hammash, un trabajador humanitario del Consejo Noruego para los Refugiados que huyó de las ruinas del campamento urbano para refugiados de Jabaliya hacia el sur de Gaza. “Pero no veo un futuro para mis hijos aquí”.
El uso por parte del ejército israelí de explosivos potentes en zonas residenciales muy pobladas —que Israel describe como un resultado inevitable de que Hamás utilice sitios civiles como resguardo para sus operaciones— ha matado a más de 13.000 palestinos y ha provocado una destrucción asombrosa. Hamás niega la afirmación y acusa a Israel de bombardear imprudentemente a civiles.
“Cuando me fui, no sabía por qué calle o intersección estaba pasando”, dijo Mahmoud Jamal, un taxista de 31 años que huyó este mes de su ciudad natal de Beit Hanoun, en el norte. Describió edificios de apartamentos que parecían estacionamientos al aire libre.
El bombardeo de Israel se ha convertido en una de las campañas aéreas más intensas desde la Segunda Guerra Mundial, dijo Emily Tripp, directora de Airwars, un monitor de conflictos con sede en Londres. En las siete semanas desde el ataque sin precedentes de Hamás el 7 de octubre, Israel disparó más municiones que Estados Unidos en cualquier año de su campaña de bombardeos contra el grupo Estado Islámico —un bombardeo que la ONU describe como la campaña urbana más mortífera desde la Segunda Guerra Mundial.
En imágenes térmicas poco nítidas de Israel de los ataques aéreos contra los túneles de Hamás, las bolas de fuego destruyen todo lo que está a la vista. Los videos del ala militar de Hamás muestran a combatientes con granadas propulsadas caminando por calles llenas de humo. Buldozers fortificados han despejado el terreno para los tanques israelíes.
“El norte de Gaza se ha convertido en una enorme ciudad fantasma”, dijo Mkhaimer Abusada, politólogo de la Universidad Al-Azhar, en Ciudad de Gaza, quien huyó a Egipto la semana pasada. “La gente no tiene nada a qué regresar”.
Aproximadamente la mitad de todos los edificios en el norte de Gaza han resultado dañados o destruidos, según un análisis de datos del satélite Copernicus Sentinel-1 realizado por Corey Scher, del Centro de Postgrado de CUNY, y Jamon Van Den Hoek, de la Universidad Estatal de Oregon. Dado que la ONU estima que 1,7 millones de personas se han quedado sin hogar, muchos se preguntan si Gaza se recuperará algún día.
“Terminaremos con personas desplazadas viviendo en tiendas de campaña durante mucho tiempo”, dijo Raphael Cohen, politólogo sénior de la RAND Corporation, un grupo de investigación.
La guerra ha dejado fuera de funcionamiento a 27 de los 35 hospitales de Gaza, según la Organización Mundial de la Salud. La destrucción de otras infraestructuras críticas tendrá consecuencias en los años venideros.
“Las panaderías y los molinos de cereales han sido destruidos, las instalaciones agrícolas, de agua y de saneamiento”, dijo Scott Paul, asesor sénior de política humanitaria de Oxfam América.
“Necesitas más que cuatro paredes y un techo para que un lugar sea habitable y, en muchos casos, la gente ni siquiera tiene eso”, sostuvo.
A lo largo de todo el enclave, más de 41.000 viviendas —el 45% del total de viviendas de Gaza— están demasiado dañadas para ser habitadas, según la ONU.
“Lo único que dejé en casa fueron cadáveres y escombros”, dijo Mohammed al-Hadad, un organizador de eventos de 28 años, que huyó del campamento para refugiados de Shati, en la costa de la ciudad de Gaza. Shati sufrió casi 14.000 incidentes de daños de guerra —que varían desde cráteres por ataques aéreos hasta edificios derrumbados— en apenas 0,5 kilómetros cuadrados (0,2 millas cuadradas), según muestra el análisis de datos satelitales.
El sur de Gaza —donde la escasez de alimentos, agua y combustible ha generado una crisis humanitaria— se ha librado de la mayor potencia de fuego, según el análisis.
Pero eso está cambiando. En las últimas dos semanas, los datos satelitales muestran un aumento en los daños en la ciudad sureña de Yan Junis. Los residentes dicen que el ejército ha inundado las zonas orientales de la ciudad con advertencias de evacuación.
Israel ha instado a quienes se encuentran en el sur de Gaza a trasladarse nuevamente hacia una porción de territorio llamada Muwasi a lo largo de la costa. Hasta el jueves, Israel y Hamás todavía trabajaban en los detalles de una tregua de cuatro días que permitirá la entrada de más ayuda humanitaria a Gaza y facilitará el intercambio de prisioneros palestinos por rehenes israelíes.
Los palestinos desplazados dijeron que cuatro días no serán suficientes.
“Esta es nuestra ‘nakba’”, dijo el periodista Tareq Hajjaj, de 32 años, refiriéndose al desplazamiento masivo de unos 700.000 palestinos durante la guerra de 1948 alrededor de la creación del Estado de Israel —un éxodo que los palestinos llaman “nakba”, que significa “catástrofe”.
Aunque públicamente los palestinos rechazan la idea de ser trasladados fuera de Gaza, algunos admiten en privado que no pueden permanecer allí, incluso después de que termine la guerra.
“Nunca regresaremos a casa”, dijo Hajjaj, quien huyó de su hogar en Shijaiyah, en el este de la ciudad de Gaza. “Quienes se queden aquí enfrentarán la situación más horrible que puedan imaginar”.
La guerra entre Israel y Hamás de 2014 arrasó Shijaiyah, y convirtió el barrio en campos de escombros grises e inertes. El esfuerzo de reconstrucción de 5.000 millones de dólares allí y en toda Gaza sigue inconcluso hasta el día de hoy.
“Esta vez la escala de destrucción es exponencialmente mayor”, dijo Giulia Marini, directora de defensa internacional del grupo de derechos palestinos Al Mezan. “Harán falta décadas para que Gaza vuelva a ser lo que era antes”.
Aún no está claro quién asumirá la responsabilidad de esa tarea. En la reciente cumbre de seguridad en Bahréin, Ayman Safadi, el ministro de Asuntos Exteriores jordano, prometió que los estados árabes no “vendrían a limpiar el desastre dejado por Israel”.
El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu quiere que el ejército restablezca la seguridad, y funcionarios estadounidenses han impulsado el escenario aparentemente improbable de que la Autoridad Palestina, con sede en Cisjordania, se haga cargo de la franja de Gaza.
Mahmoud Abbas, el presidente palestino considerado débil por muchos palestinos, ha descartado esa idea ante la ausencia de esfuerzos israelíes hacia una solución de dos Estados.
A pesar de los horrores de la guerra, Yasser Elsheshtawy, profesor de arquitectura en la Universidad de Columbia, tiene la esperanza de que la reconstrucción sea una oportunidad para convertir los destartalados campos de refugiados de Gaza y su deteriorada infraestructura en “algo más habitable, equitativo y humano”, incluidos parques públicos y un paseo marítimo revitalizado.
Pero los palestinos dicen que no es sólo una infraestructura destrozada lo que requiere reconstrucción, sino también una sociedad traumatizada.
“Gaza se ha convertido en un lugar muy aterrador”, dijo Abusada. “Siempre estará lleno de recuerdos de muerte y destrucción”.