Gao Yaojie, la renombrada médica y activista china que expuso la epidemia del virus del sida en la región rural de su país en la década de 1990, falleció en su hogar en Estados Unidos. Tenía 95 años.
Las repetidas advertencias de Gao sobre la epidemia —que algunos calculan infectó a decenas de miles de personas en China— avergonzaron al gobierno chino y la llevaron a un autoexilio por más de una década en Manhattan, Nueva York.
Andrew J. Nathan, profesor de la Universidad de Columbia, experto en asuntos chinos y quien tenía potestad legal para manejar los asuntos de Gao, confirmó la defunción.
Gao se convirtió en la activista más conocida de China en temas del sida, tras denunciar las ventas de sangre que enfermaron a miles de personas con el VIH, principalmente en su provincia de Henán en el centro de China. Sus contribuciones fueron eventualmente hasta cierto punto reconocidas por el gobierno chino, que se vio obligado a encarar la crisis del sida bien entrada la década de 2000.
El trabajo de Gao fue alabado por organizaciones y funcionarios internacionales. Ella se mudó a Estados Unidos en 2009, donde empezó a brindar charlas y escribir libros sobre su experiencia.
En una entrevista con The Associated Press, relató que soportó las presiones del gobierno y perseveró en su labor porque “todos tienen la responsabilidad de ayudar a su propio pueblo. Como médica, esa es mi tarea. Así que valió la pena”.
Añadió que esperaba que las autoridades chinas “acepten la realidad y encaren los temas verdaderos en vez de encubrirlos”.
Como ginecóloga itinerante que pasaba días viajando para tratar a pacientes en aldeas remotas, Gao conoció a su primer paciente de VIH en 1996: Una mujer que se infectó en una transfusión sanguínea durante una cirugía. Los operadores del banco de sangre solían usar jeringas sucias y, tras extraer la plasma de campesinos, recolectaban la sangre restante para transfusiones futuras, un método que prácticamente garantizaba la propagación de virus como el VIH.
En ese entonces, Gao investigó la crisis viajando a los hogares de sus pacientes. A veces se encontraba con situaciones devastadoras en que los padres fallecían de SIDA y los niños se quedaban en la orfandad. Algunas estimaciones sitúan el número de contagios por VIH de ese período en decenas de miles, aunque no se llevó a cabo ninguna encuesta nacional porque el gobierno intentaba ocultar la crisis sanitaria.
En 2001, el gobierno chino se negó a expedirle un pasaporte para viajar a Estados Unidos a aceptar un premio de un grupo de Naciones Unidas. En 2007, las autoridades de Henan la mantuvieron bajo arresto domiciliario durante unos 20 días a fin de impedirle viajar a Beijing para obtener una visa estadounidense para recibir otro premio. Finalmente su confinamiento fue anulado por el gobierno central, lo que le permitió salir de China. Una vez en Washington, D.C., Gao agradeció al entonces presidente chino Hu Jintao por permitirle salir del país.
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Mistreanu reportó desde Taipéi, Taiwán. Los periodistas de The Associated Press Wanqing Chen y Ken Moritsugu en Beijing contribuyeron a este despacho.