El jefe de la milicia paramilitar de Río de Janeiro, Luis Antonio da Silva Braga, alias ‘Zinho’, hizo saber a la Policía Federal que quería entregarse, días antes de la operación que se desplegó contra él, pidiendo que fuera este cuerpo policial el encargado por miedo a ser asesinado por la Policía Militar o la Civil.
‘Zinho’ se entregó este domingo, una semana después de aquel operativo, que también tuvo entre sus objetivos a la concejal Lucia Pinto de Barros, conocida como ‘Lucinha’, a quien se apartó del cargo tras conocerse sus vínculos con la milicia.
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La defensa de ‘Zinho’ se puso en contacto con el secretario de Seguridad de Río de Janeiro, Victor Santos, policía federal retirado, para notificarle su intención de entregarse, pero solo a este cuerpo policial por miedo no solo al resto de fuerzas, sino a un posible arreglo con estas y grupos rivales, informa ‘O Globo’.
Después de aquel primer contacto, las conversaciones continuaron y la Policía Federal se comprometió a entregar con vida a ‘Zinho’ a las autoridades fluminenses. Al no fijarse una fecha en concreto, se puso en marcha el operativo ‘Dinastía 2′, que apuntaba también hacia la estructura financiera del grupo.
Finalmente, ‘Zinho’ se entregó este domingo por sorpresa. Su abogada, Leonella Vieira da Costa, notificó a los agentes sus intenciones cuando se encontraba ya en la misma puerta de la sede central de la Policía Federal en Río de Janeiro.
Prófugo desde 2018, ‘Zinho’ tenía una docena de órdenes de detención hasta que se entregó. Él es el último de una saga criminal que ha estado controlando gran parte de la zona oeste de Río de Janeiro, después de que sus dos hermanos y más recientemente su sobrino fallecieran.
Su hermano, Wellington da Silva Braga, alias ‘Ecko’, murió tiroteado en 2021 dentro un furgón policial, después de que supuestamente intentara arrebatarle el arma a un agente, mientras que su sobrino Matheus da Silva Rezende, alias ‘Faustao’ murió durante una operación de la Policía Civil.
Las milicias son un fenómeno criminal que se da principalmente en el estado de Río de Janeiro, si bien en los últimos años se han expandido a otros territorios. Son grupos paramilitares que se disputan con el crimen organizado los réditos de la extorsión y el tráfico de drogas.
La mayoría de ellas está formada por policías y expolicías, así como antiguos agentes de otras fuerzas de seguridad.
Dominan amplias zonas que se entienden por decenas de barrios de Río de Janeiro, disputándose el control del territorio con armamento militar, que suelen sustraer de los propios arsenales de las autoridades.
