Bernardo Arévalo ha sido investido presidente de Guatemala para el periodo 2024-2028 en una ceremonia que ha comenzado al filo de la medianoche en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, después de varias horas de retraso en la toma de posesión por la constitución del Congreso, lo que ha generado una jornada tensa en el país.
“Me llena de profundo honor asumir esta alta responsabilidad evidenciando que nuestra democracia tiene la fortaleza necesaria para resistir y que mediante la unidad y la confianza podemos transformar el panorama político en Guatemala. Este momento no solo representa un logro personal sino un paso firme hacia un futuro donde la participación ciudadana y el cambio positivo prevalezcan”, ha declarado Arévalo durante su discurso ante la Cámara.
“Este honor es el fruto de la confianza esperanzada y sincera que millones de guatemaltecos y guatemaltecas han depositado en nuestro proyecto colectivo. Además, refleja la fe que las amplias mayorías de nuestro país mantienen en nuestra capacidad como pueblo para superar desafíos y avanzar hacia un futuro más prometedor. Es un compromiso que asumimos con humildad y con determinación”, ha agregado el recién investido presidente.
Arévalo ha insistido en construir un nuevo orden democrático basado en la “justicia social”, en el “bienestar común” y en la “prosperidad” ante la corrupción de las instituciones de Guatemala, y ha prometido “asumir su responsabilidad histórica” para desarrollar las infraestructuras del país.
“Nuestra propuesta de Gobierno se resume en una fórmula sencilla: no puede haber democracia sin justicia social, y la justicia social no puede prevalecer sin democracia. A pesar de su simplicidad, esta fórmula ha estado notoriamente ausente en la administración gubernamental a lo largo de gran parte de nuestra historia. No estamos haciendo una promesa fundamentada en afirmaciones teóricas, sino en logros concretos, posibilitados por un Estado que finalmente asumirá su responsabilidad histórica de guiar el desarrollo”, ha manifestado.
Asimismo, ha agradecido a la comunidad internacional su defensa de la democracia en el país, y es que numerosos ministros de Exteriores, presidentes y jefes de Estado se han trasladado a Guatemala para asistir a la sesión de investidura en una muestra de apoyo a los resultados de las urnas.
“El respaldo de las naciones democráticas del mundo ha sido crucial, permitiéndonos estar aquí hoy y permitiéndome ratificar nuestro primer gran compromiso. Nunca más el autoritarismo. Jamás permitiremos que la violencia sea empleada como medio para promover agendas políticas o preservar privilegios. No toleraremos la intolerancia”, ha expresado Arévalo.
El presidente de la Cámara, Samuel Pérez, también del socialdemócrata Movimiento Semilla, ha anunciado la investidura de la vicepresidenta, Karin Herrera, entre vítores en la sala, a la que han acudido delegaciones de decenas de países. Las autoridades les han entregado las insignias de mando, que habían sido entregadas previamente por el presidente saliente, Alejandro Giammattei.
RETRASO EN LA CEREMONIA DE INVESTIDURA
“Ante el riesgo de llegar a media noche sin iniciar los actos protocolarios, en este momento hice entrega de los símbolos de la Presidencia al Congreso de Guatemala para que se me dé por separado del cargo como lo establece la Constitución de la República”, ha señalado el conservador, según ha compartido a través de su perfil en la red social X, anteriormente conocida como Twitter.
El retraso en la toma de posesión de Arévalo y Herrera ha provocado preocupación a la comunidad internacional, de forma que ministros de Exteriores de Latinoamérica y el Alto Representante de la Unión Europea para Política Exterior, Josep Borrell, han firmado una declaración conjunta en la que pedían “entregar el poder” al mandatario.
Esta fecha ha estado en el punto de mira de organismos internacionales que han denunciado una persecución llegando a hablar de “golpe de Estado técnico” ante las presiones judiciales ejercidas por una muy cuestionada Fiscalía contra el inesperado juicio del izquierdista en las elecciones de agosto, que rompió con décadas de gobiernos conservadores.
El Movimiento Semilla centró su campaña en mensajes contra la corrupción y la recuperación de la democracia, en un país en el que durante años el sistema tradicional de partidos cooptó las instituciones en benefició de intereses particulares de políticos, empresarios, militares e incluso del crimen organizado.