El 14 de febrero es conocido por ser el día del amor y la amistad en buena parte de América Latina, donde también hay rupturas amorosas que suelen ser una lucha interna para quienes están atravesando por esta situación. Cuando se acaba una relación, nuestro cuerpo reacciona de distintas formas y aquí vamos a tratar de aclarar cuáles son y cómo actuar frente a ellas.
Primero hay que entender que cuando empezamos una relación y nos enamoramos, el cerebro segrega una mezcla de sustancias como la dopamina, serotonina y oxitocina que causan adicción.
Por el contrario, cuando la relación termina, estas sustancias disminuyen considerablemente, y eso se traduce a que las personas se sienten tristes, como lo explicó Gabriel Gutiérrez Ospina, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM.
Enamorarse es un sinónimo de peligro
De acuerdo con el académico, al momento de comenzar una nueva relación con la persona que nos atrae, se eleva el cortisol, aumenta la frecuencia cardiaca, respiratoria y la sudoración, mecanismos que también se activan cuando nos sentimos en peligro, como por ejemplo, cuando un carro frena repentinamente frente a uno para evitar ser atropellado.
Médicos y psicólogos conocen esto como un incremento de la secreción de ácido clorhídrico, mismo que aparece a la par del estrés.
No es en todos los casos, pero cuando avanza la relación, el enamoramiento aminora y ocurren cambios de manera secundaria como la disminución de ansiedad.
¿Cómo reacciona el cuerpo ante una posible ruptura?
Suena a broma pero cuando “truenan” sucede exactamente lo mismo que con el enamoramiento. Lo primero que pasa en el cuerpo es que disminuyen los niveles de neurotransmisores asociados sobre todo al placer, como es la dopamina, serotonina, vasopresina, la oxitocina, y aumentan los niveles del cortisol.
Cuando la ruptura se da de forma inmediata, se ingresa en un estado de depresión, asociado con un malestar corporal y en general todo el cuerpo está deprimido, somnoliento.
Recomendación
Al vivir una ruptura se puede asemejar a vivir un duelo porque la persona se siente mal, triste y realmente sin ánimo. Lo mejor es visitar a un psicólogo y explorar qué tipo de vínculo se tuvo, con el fin de entender de qué manera se está llevando la separación.