Durante su participación en el Foro Metropolitano Agua: Retos y Soluciones, al que fue invitada por el Grupo Ciudad sin Muros, Clara Brugada Molina señaló que el problema del agua en la Ciudad de México debe abordarse “con visión megalopolitana y sustentable” a un largo plazo que rebase los planes sexenales.
En el evento, que se llevó a cabo en un auditorio del World Trade Center Ciudad de México y en el que también participó Margarita González Saravia, Brugada Molina afirmó que no se puede hablar del agua sin hablar de la metrópoli y la megalópolis, por lo que llamó a un análisis serio del problema, dejando fuera la utilización política del mismo.
Acompañada, entre los asistentes, por integrantes de su consejo asesor, entre ellos el coordinador, Alejandro Encinas, la morenista se declaró “una defensora del agua como un derecho humano, no como una mercancía”, porque el agua es un bien público, social y cultural inalienable e indispensable.
La Ciudad de México, destacó, “viene del agua”, y recordó que en algún momento en el Valle de México existieron puertos o traslados en lancha desde el centro hasta Xochimilco, pero con el paso del tiempo el lago fue desecado.
“Necesitamos repensar el tema del agua y rediseñar nuevas formas de hacer política pública”, las cuales, resaltó, ya se iniciaron durante el gobierno de Claudia Sheinbaum en la capital del país.
Reiteró que la ciudad no va a quedarse sin agua, “es mentira que va a haber un día cero como están tratando de generar” quienes quieren hacer del agua un botín político; ellos (la oposición) piensan que entre más mal le vaya a la gente, mejor les va a ir a ellos”.
Destacó que 75 por ciento del agua de la capital del país proviene de su manto acuífero, mientras 22 por ciento es del sistema Cutzamala, el cual vive la peor sequía registrada en los últimos 80 años, misma que afecta a un gran número de municipios del país.
Clara Brugada remarcó la necesidad de una política de Estado en el tema del agua, pues no basta con un plan sexenal, porque “se trata de hacer que esta ciudad tenga futuro, que sea sustentable”, que incluya una coordinación megalopolitana.
Comentó la importancia de establecer una estrategia de infilfración de millones de litros de agua en la ciudad y proteger los mantos acuíferos, para lo que se debe impulsar una política pública con visión de largo plazo, de 50 años, que implica “una nueva ley de agua que obligue a los estados con metas concretas sexenales y anuales”, a fin de garantizar que “nuestros mantos acuíferos estén recargándose”.
El otro tema es pensar en el bosque de agua, que abarca la sierra del Ajusco y parte de Morelos, reforestarlo y conservarlo, “porque ahí está la fábrica de agua”, así como repensar un nuevo modelo de gestión del agua que permita pensar “en nuestra cuenca y en grandes reservorios de agua”.
Brugada Molina enumeró que el gobierno capitalino actual, desde que estuvo encabezado por Claudia Sheinbaum, ha hecho un trabajo muy importante como la inversión de 17 mil millones de pesos en el tema del agua, que permitió incrementar el líquido proveniente del Lerma, así como obras para resolver el problema de fugas, mediante la sustitución de redes de distribución. También destacó que Sheinbaum Pardo “echó a andar el programa más grande de cosecha de agua de lluvia” en la ciudad, y presentó un proyecto para recuperar 11 fuentes de abastecimiento alrededor de la metrópoli, que “se tiene que echar a andar”.
Indicó que en la Constitución de la Ciudad de México existen principios muy importantes que deben tomarse en cuenta, entre ellos el derecho humano al agua, gestión pública sin fines de lucro y la no privatización del servicio, entre otros. Y concluyó: “Conozco la situación y la problemática del agua, porque vivo en Iztapalapa y he luchado históricamente por este tema; tenemos todos los elementos y una propuesta sólida para resolver este problema”.
Por su parte, Margarita González Saravia, además de exponer diversos temas en relación con el agua en Morelos, coincidió con Clara Brugada en la necesidad de una visión de Estado para atender esta problemática y en el valor ambiental del bosque de agua de la Sierra del Ajusco-Chichinautzin, que beneficia a ambas entidades, por lo que respaldó la necesidad de impulsar su protección y reforestación.