La situación en Corea del Norte es “inestable”, y predecir las futuras acciones del régimen se ha vuelto más complicado, dicen analistas.Los sucesos potencialmente incendiarios de los últimos días en la península coreana han aumentado la preocupación en la región. Al mismo tiempo, la retórica airada alcanzó nuevos máximos. Tanto Corea del Norte como Corea del Sur han puesto a sus respectivos ejércitos en estado de alerta.
"No se aprecian cambios en la vida cotidiana aquí, en Seúl, pero tenemos que ser conscientes de la situación que está surgiendo en la península”, declara Kim Sang-woo, expolítico del Congreso de Nueva Política de Corea del Sur, de tendencia izquierdista, y ahora miembro del consejo de la Fundación Kim Dae-jung para la Paz.
"En realidad, no creo que el Norte quiera o esté preparado para una guerra”, dice a DW, añadiendo que Pyongyang está poniendo en práctica una táctica arriesgada. "Pero sí temo que un choque accidental pueda tener otras consecuencias imprevisibles y escalar fácilmente a un conflicto mayor”, subraya. Aunque Kim cree que ambas partes deben intentar rebajar las tensiones, no parece que eso esté ocurriendo.
El 11 de octubre, Corea del Norte acusó al Ejército de Corea del Sur de enviar drones sobre Pyongyang en tres ocasiones y de esparcir panfletos propagandísticos. Funcionarios de defensa de Seúl han insistido en que el Sur no envió los drones, pero se negaron a decir de dónde podían proceder. Esto ha llevado a especular con la posibilidad de que hayan sido operados por grupos de disidentes y desertores.
Órdenes de disparar a los drones
El líder norcoreano Kim Jong-un convocó una reunión de sus propios líderes militares, y se informó que las unidades antiaéreas de la frontera recibieron la orden de derribar cualquier dron que detecten. Mientras que Kim Yo-jong, hermana menor del líder norcoreano, advirtió en un comunicado que "los provocadores tendrán que pagar un alto precio”.
Como respuesta, el Sur puso a sus propias unidades en alerta, y el gobernador de una provincia fronteriza identificó varias zonas de peligro que podrían ser objetivo de la artillería del Norte. Al mismo tiempo, el Ministerio de Defensa de Seúl advirtió que Corea del Norte sería testigo del "fin de su régimen” si algún ciudadano surcoreano resultaba herido en algún enfrentamiento. A lo que Corea del Norte respondió el martes (15.10.2024) volando las carreteras que conducen a la Zona Desmilitarizada que divide a ambas naciones, un acto que, según dijo Corea del Sur, era un movimiento simbólico diseñado para subrayar el abismo que separa a los dos naciones.
Los surcoreanos han vivido durante generaciones a la sombra de un vecino agresivo, impredecible y nuclearmente armado, y aunque en las calles de Seúl y Busan no se perciben síntomas de alarma, los analistas afirman que recientemente se han producido una serie de cambios fundamentales en el Norte que parecen haber modificado su dinámica interna y externa, lo que hace más complicado predecir sus futuras acciones.
El régimen de Kim se ha visto reforzado por su nueva alianza militar con Rusia, que podría estar envalentonando a Pyongyang. Sin embargo, cada vez es más evidente que la economía del Norte se encuentra en una situación desesperada y que los ciudadanos de a pie luchan por sobrevivir.
Kim quiere "unir a su pueblo”
"El Norte tiene dificultades internas y Kim está intentando reunir a su gente”, afirma a DW Kim Sang-woo, político surcoreano. "La situación económica allí es tan mala que está provocando graves tensiones, así que diciéndole a su pueblo que Corea del Sur y Estados Unidos pretenden destruir el Norte, Kim Jong Un espera ganarse su lealtad”.
Junto con las penurias diarias que han tenido que soportar los ciudadanos, cada vez más norcoreanos se enteran de la cómoda vida de los habitantes de Corea del Sur a través de memorias USB que se pasan de contrabando por la frontera. Pyongyang ve en ello una amenaza para su régimen e intenta erradicarlo con castigos cada vez más draconianos.
"Las generaciones más jóvenes creen menos en Kim, lo que hace que la situación sea inestable”, afirma Lim Eun-jung, profesora asociada de Estudios Internacionales en la Universidad Nacional de Kongju. Ella cree que Corea del Norte "está sintiendo la fatiga” de la propaganda del régimen. "Amenazar al Sur es más barato que disparar más misiles o realizar otra prueba nuclear, pero también es irónico que se quejen de los drones que lanzan propaganda porque el Norte ha enviado miles de globos con basura al Sur en los últimos meses”, declaró a DW.
Retórica tajante, pero posición débil
El gobierno surcoreano calcula que más de 6.000 globos con basura han cruzado la frontera hacia el Sur en los últimos cuatro meses, algunos causando daños a edificios y vehículos, mientras otros provocaron incendios.
Kim Jong Un puede sentir que su régimen está protegido gracias a su alianza con el presidente ruso, Vladimir Putin, explica Lim, pero el pacto está en un "período de luna de miel” que se desvanecerá rápidamente una vez que el Norte no tenga nada más que Rusia necesite.
Kim Sang-woo cree firmemente que, a pesar de toda la grandilocuencia del Norte, éste se da cuenta de que no podría ganar una guerra contra el Sur y sus aliados. "No es tanto que no estuvieran dispuestos a ir a la guerra, es que no son capaces porque sus fuerzas convencionales no podrían sobrevivir”, dice. Las armas nucleares siguen siendo el comodín del régimen, pero sigue habiendo dudas sobre si el propio Kim o sus generales estarían dispuestos a apretar el botón, sabiendo que las consecuencias significarían el fin de la nación.
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