Marcel T. relata su experiencia con las drogas en las estaciones de trenes alemanas desde su perspectiva de persona sin hogar en la ciudad de Berlín."Mira esto. No te asustes”, dice Marcel T. (nombre cambiado por la redacción). Se baja los pantalones para mostrar la vena safena, la vena más grande, de cada una de sus piernas. En ambas tiene agujeros de 1,5 centímetros, donde se él inyecta la droga.
Coincidí con él para verlo en la estación de trenes Zoologischer Garten, de Berlín, la que fue el mayor centro de tráfico de drogas de esa ciudad antes del cambio de milenio, y que se hizo famosa por el libro "Wir Kinder vom Bahnhof Zoo" ("Los niños de la estación del Zoo"), que fue llevado al cine.
"Cuando tenía 10 años fumé marihuana por primera vez”, cuenta Marcel T., "A los 12 años consumí por primera vez éxtasis y speed; con 15 años, cocaína, y a los 16 años, heroína. Estuve en la cárcel. En realidad tenía una vida buena, agradable. Pero, las drogas...”
Marcel estuvo este 2024 desde comienzos de junio hasta comienzos de agosto en la cárcel. Esta vez, por robo; anteriormente, también debido a las drogas. "En total, nueve años”, relata. Después de su liberación, recibió un pequeño piso en un albergue y, tras casi 12 años, ya no vive en la calle. "Es un albergue para personas sin hogar, pero realmente hay que admitir que es uno de los mejores", señala Franziska Hasselmann. En realidad, tiene su propio apartamento, con cerradura, una cocina y su propio baño, así como atención social y la posibilidad de lavar su ropa", dice a DW.
Estación de tren: punto de encuentro de drogodependientes
Franziska Hasselmann tiene 40 años y es trabajadora social del servicio del Centro Móvil de Asistencia Individual de la Misión de Berlín. Desempeña una labor social de divulgación en el sistema berlinés de trenes urbanos (S-Bahn y U-Bahn), es decir, en las estaciones de trenes y sus alrededores.
Ella puede explicar por qué la situación en las estaciones de trenes urbanos o metro es peor que en otros lugares: "Es sencillo: porque en una estación de ferrocarril se reúne mucha gente, es decir, si a uno no lo echan. Pero en una estación de tren puedes vivir relativamente tranquilo, estás protegido de las inclemencias del clima. Pero también tienes protección, eventualmente, de cualquier ataque violento, porque hay circulación de público. Además, las personas sin hogar están afuera todo el día. De modo que a veces nos imaginamos que no tienen nada que hacer, pero no es así: deben conseguir dinero de algún modo, deben ver dónde pueden ducharse, dónde pueden lavar su ropa”, explica.
20 dosis: 10 de heroína y 10 de cocaína por día
Marcel T. consumió drogas durante muchos años, sobre todo, cocaína y heroína. "Una pequeña dosis de 0,6 gramos cuesta 10 euros, tanto de heroína como de cocaína. Yo siempre tomé ambas”, relata Marcel en entrevista con DW. "Desde las cuatro de la mañana hasta las doce del mediodía tomaba 20 bolas, 10 de heroína y 10 de cocaína. Y más tarde, otras 10 de heroína y 10 de cocaína. Siempre tenía dinero, se lo pedía a la gente, yo estoy en contra de robar. Es mucho más inteligente si hablas con la gente y le pides dinero directamente.”
Sünje Hansen es la directora de la misión de la estación berlinesa del Zoo, que atiende a las personas sin hogar los 365 días del año, ofreciéndoles atención básica, como comida, bebida, duchas, aseos, atención pastoral y apoyo social, así como ropa en caso de emergencia. Todos los días, desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde.
Venta de drogas se propaga por todo Berlín
"Por supuesto que en la estación de tren del Zoo hay consumo de drogas, pero este no es comparable al de los años 90, por ejemplo", explica Sünje Hansen en entrevista con DW. "Esa escena de la droga ya no existe aquí, pero por supuesto que aún hay personas que consumen drogas. Nos hemos dado cuenta de que se consumen sobre todo estimulantes, y no tanto opioides, sino más bien anfetaminas o crac", agrega.
Pero eso no se debe a que, en general, la cantidad de drogas en Berlín haya disminuido, sino más bien a que los puntos de distribución se han extendido por toda la ciudad. "Yo diría que el consumo está aumentando y que se está extendiendo cada vez más por toda la ciudad. Nunca hubo tantas muertes por drogas como en este año, 2024. Los puntos de venta están repartidos por todo Berlín. De hecho, se concentran en algunas estaciones de metro y en determinadas zonas y plazas. Y aquí, en la estación Zoo, no hay ya una escena de trabajadores sexuales”.
Especialmente afectados por la venta de drogas están los barrios de Kreuzberg y Neukölln, sobre todo las estaciones de trenes de Schönleinstraße, Moritzplatz y Hermannstraße. Los traficantes suelen ser menores de edad, de 16 o 17 años. "En ocasiones, también niños realmente muy pequeños. Entre los 12 o 13 años”, relata Marcel T. "Y muchos proceden de familias y clanes árabes”.
Marcel conoció en persona, hace unos cuatro años, a Christiane F., quien a los trece años se volvió adicta a las drogas, y cuyo relato dio vida al libro "Los niños de la estación del Zoo". En una ocasión, él quería pasar la noche en esa estación, y Christiane F. le preguntó si podía acostarse a dormir a su lado. Quería que Marcel la protegiera, y le pidió que le permitiera acostarse entre él y la pared. Marcel accedió. Al día siguiente, cuando los dos se despertaron, decidieron ir juntos a la Estación Central de Berlín para conseguir droga. Heroína y cocaína. Allí, él le inyectó la droga a ella. En la estación central, no en la estación del Zoo.
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