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Colombia: el cuerpo de la mujer sigue siendo botín de guerra

La violencia sexual contra las mujeres fue un arma de guerra durante el conflicto colombiano. Y lo sigue siendo, cuentan a DW lideresas zenú, que tocan las puertas de Bruselas en busca de más apoyo."Somos guardianas de las semillas. Pero en Colombia, las mujeres zenú no tienen un metro de tierra titulado. La defensa de sus semillas y su medicina tradicional las hace vulnerables; el control territorial se hace a partir de la vulneración y la violación de sus cuerpos”, cuenta a DW en Bruselas Yina Ortega Benítez, lideresa zenú.

En gira de incidencia por Europa, junto con otras dos mujeres que representan política y culturalmente a resguardos indígenas de los departamentos de Córdoba y Sucre, Yina Ortega habla de las esperanzas cifradas en el desarrollo rural y la reforma agraria, puntos de los Acuerdos de Paz, que la Unión Europea (UE) apoyó desde sus inicios.

"Venimos a recordarles que el conflicto armado ha estado sujeto a dinámicas de desarrollo no sólo nacionales. El extractivismo sea legal o ilegal genera conflictos en las comunidades y afecta directamente a la mujeres de nuestro pueblo. No solamente hemos sido víctimas del conflicto armado, sino que seguimos siendo víctimas de violencia sexual”, subraya Ortega.

No reconocer la violencia es perpetuarla

Este es uno de los puntos que resaltan las lideresas zenú en Bruselas: la violencia en los territorios persiste, aunque las instancias creadas para la implementación de los Acuerdos de Paz sigan operando en busca de "la verdad, la justicia y la no repetición”. ¿Por qué?

Con respecto a las instancias de justicia, "está claro que los procesos judiciales llevan su tiempo”, dice a DW Luz Piedad Caicedo, codirectora de la organización Corporación Humanas de Colombia.

"No obstante, a ocho años de la firma de los acuerdos no hay aún ni un sola condena. Así también, a un año de que se abriera el macrocaso por violencia de género durante el conflicto armado, no se ha acreditado ni a una sola víctima”, sigue la directora de la corporación feminista colombiana”.

Cabe recordar que los hechos históricos fueron recogidos y publicados por la Comisión de la Verdad. En base a ellos y a confesiones voluntarias, opera la Justicia Especial para la Paz (JEP), que busca condenas no privativas de libertad para los más altos responsables, por acción u omisión, de los diversos tipos de violencia en el país durante el conflicto armado: secuestros, desplazamientos, falsos positivos. Por eso, "macrocasos".

"La violencia sexual fue el último macrocaso en abrirse; la propia JEP no estaba convencida de que fuera tan importante”, relata Caicedo, añadiendo que, hasta el momento, no hay confesiones a ese respecto. ¿Por qué?

"Curiosamente, un guerrillero o un paramilitar puede decir tranquilamente cuánta gente ha asesinado. Han podido confesar cómo cercenaron cuerpos, construyeron crematorios, lanzaron a sus víctimas a lugares con depredadores carnívoros. Pero cuando se les pregunta si conocen a quién violó a tales y tales mujeres, dicen no saber. Niegan que haya sido una política de guerra”, cuenta la codirectora de Corporación Humanas.

Esta organización, junto con otras del movimiento feminista, ha recabado información y ha documentado este tipo de casos. "Tenemos evidencias de que, en algunas regiones, mujeres que tenían relaciones afectivas o sexo-afectivas con integrantes de un grupo armado, como forma de castigo eran violadas por el bando contrario. Pero por vergüenza o porque lo dan por natural, no confiesan”, resalta. Lo peor es que, como cuentan la lideresas zenú, la práctica continúa.

"La agresión, violación y asesinato de mujeres permite decirle al enemigo: soy capaz de hacerte daño; el que controla y manda en el territorio soy yo. Se conocen listas de lideresas amenazadas utilizando el término 'feminicidio", ilustra Luz Piedad Caicedo, apuntando a una crisis a este respecto.

Tejidos de paz en medio de crisis feminicida

Como y por lo que fuere, la situación no es desconocida para la instituciones de la UE. Por ello, el enfoque de género es una de las líneas transversales del trabajo en Colombia, informan a DW fuentes de europeas.

Especial atención se pone en temas de empoderamiento de jóvenes y mujeres en contextos vulnerables y, naturalmente, rurales. Para los territorios de la costa caribe colombiana que habitan las lideresas zenú hay proyectos que dan apoyo psicosocial a las víctimas y de acompañamiento en su acceso a la justicia. Hay proyectos para crear canales de asistencia para emprendimientos de mujeres y titulación de sus tierras, así como capacitación para incorporarse al seguimiento del Plan Nacional de la Agenda de Mujeres, Paz y Seguridad.

"Somos unas 300.000, la mayoría mujeres, entre Córdoba y Sucre. Pero los nuevos grupos armados coartan el liderazgo comunitario que tenemos”, dice a DW Judit Navarro Martínez, que integra la comisión política de mujeres del pueblo zenú. ¿Por qué las "coartan”?

"Hay celos del crecimiento de las mujeres indígenas; nos quieren seguir viendo como víctimas”, afirma Judit Navarro. "En esta guerra sistemática seguimos amenazadas de exterminio, hemos perdido la voz”, dice a DW, por su parte, Yuz Pineda Yeisa, consejera política del pueblo zenú. Y concluye: "Pero hemos hecho alianzas, no solo para demandar tutela. Somos dadoras de vida, nos preocupa que las nuevas generaciones no encuentren territorio ni semillas propias".

(ms)

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