De licencias paternales a formalizar a migrantes cuidadoras de niños y ancianos en Europa y Latinoamérica. Políticos y activistas preparan un pacto birregional que, al fin, reconozca ese trabajo invisible.Los datos son elocuentes: el 91,5 por ciento de los trece millones de personas que se dedican al trabajo doméstico en América Latina y el Caribe son mujeres. La tarea de cuidar a un niño, un mayor o una persona con necesidad de cuidados especiales recae en un 80 por ciento en las mujeres tanto en Europa como en América Latina. En esta última región, el trabajo no remunerado de las mujeres aporta entre un 15 y un 25 por ciento del PIB.
Es más, en los próximos 25 años, a nivel global, el número de personas mayores de 65 años será el doble del número de niños menores de cinco años. Y por último, un ejemplo de Brasil: un hombre con empleo formal tiene más días de vacaciones por carnaval que por licencia de paternidad.
Lecciones de la pandemia
"La necesidad de cambiar esta situación, que incluye muchos temas, se hizo patente durante la pandemia del COVID. Entonces, casi al mismo tiempo, salía de Buenos Aires (noviembre 2022) un compromiso regional para avanzar en este tema y en Bruselas, la Estrategia Europea de Cuidados", explica a DW Anna Barrera, directora de Programas de la Fundación EU-LAC.
Con la vista puesta en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno UE-CELAC (noviembre 2025), políticos, organizaciones sociales e instituciones allanan el camino hacia un posible Pacto Birregional del Cuidado. ¿Qué se espera?
"Nosotras queremos que en esa cumbre se comprometan a diseñar políticas de cuidado y que se reconozca que las mujeres subvencionan el desarrollo con un trabajo invisible", dice a DW Beatriz Quintero, de la Red Nacional de Mujeres de Colombia. Su organización participó en la conferencia de donde surgió el Compromiso de Buenos Aires y también integra ahora el Grupo de Trabajo de organizaciones de la sociedad civil (unas dos mil) que quieren hacer llegar propuestas a la cumbre.
Retomando el ejemplo de Brasil y las licencias de paternidad, Beatriz Quintero resalta la importancia de esas licencias ―un campo donde hay diferencias abismales entre una región y otra. "Pero que quede claro que necesitamos una transformación cultural: se necesita esa licencia y que se exija su cumplimiento en cuanto a cuidado. Esto cambiaría la preconcepción de que es la mujer la que tiene la obligación de cuidar niños, ancianos y a las personas con discapacidad", afirma la activista colombiana.
El indispensable trabajo de las migrantes
En cuanto a que el trabajo de cuidado remunerado recae mayormente en mujeres migrantes ―en España, concretamente, en un 40 por ciento en latinoamericanas―, Valérie Devaux, eurodiputada por Francia, dijo a DW: "La demanda de cuidados en nuestras sociedades envejecidas presenta un gran desafío para mano obra suficiente y debidamente cualificada. La migración económica puede ser una respuesta, pero no debe desembocar en una situación donde se cubran carencias a costa de los países de origen". En un informe que presentará próximamente en la Asamblea EuroLat, Devaux aboga por mejor formación y condiciones laborales dignas.
"Tenemos interesantes ejemplos de cómo, a nivel municipal en ciudades como Bruselas y a nivel nacional en Alemania se ha podido formalizar el trabajo que hacían mujeres migrantes en hogares de terceros. Sacarlas de la zona gris ha permitido que accedan a la protección social", explica Anna Barrera. En estos meses de trabajo previos a la cumbre, "hay que detectar buenas prácticas para que, los países que se unan al Pacto Birregional, puedan cooperar, sean de Bulgaria o de Belice", apunta.
Formar cuidadores profesionales
Pero profesionalizar pasa por formar. A este respecto, Valérie Devaux explica: "la UE, en su estrategia común de cuidados de 2022, aboga efectivamente por la implementación de formaciones para los cuidadores, para que adquieran todas las competencias necesarias para atender a sus familiares. El informe de la delegación de América Latina también solicita que se implementen formaciones de este tipo en los países sudamericanos, en cooperación con la Unión Europea para compartir las mejores prácticas posibles".
Con todo, las diferencias dentro de cada región son muy grandes. "En Uruguay tienen estándares muy altos para la profesionalización de cuidadores. De esto podrían beneficiarse no solo los países vecinos sino también Europa. Porque las asimetrías existen no solo entre las dos regiones, sino dentro de ellas. Si comparas servicios de cuidados en países del Este de Europa con aquellos de Escandinavia hay tremendas diferencias", comenta Anna Barrera, de EU-LAC.
Por otro lado, enfocando los cuidados especiales y las instalaciones adaptadas, en el campo de la infraestructura hay mucho por hacer. "Es necesario invertir en infraestructuras que permitan una mejor acogida de las personas que requieren cuidados de larga duración, especialmente las personas mayores", recuerda la eurodiputada francesa Devaux, enfocándose en ayudas financieras europeas para dispositivos de asistencia.
Cabe recordar que la propuesta de inversiones Global Gateway de la UE para la región latinoamericana habla de una transición verde, digital y "justa". En este rubro, "los bancos de inversiones y desarrollo están abiertos a colaborar", anuncia Anna Barrera.
En busca de contenidos para el Pacto
Los temas son de diversa índole y por eso "la Fundación EU-LAC dentro de poco va a lanzar una consulta para que organizaciones, expertos e investigadores hagan propuestas concretas para llenar de contenidos ese posible pacto", agrega Barrera.
Según la Red Nacional de Mujeres de Colombia, el primer paso para ese Pacto Birregional es reconocer, al más alto nivel su necesidad. "En esa cumbre tienen que reconocerlo, y reconocer no es decir 'gracias'", afirma Beatriz Quintero. "Reconocer es entender que ese trabajo invisible impide a las mujeres su autonomía económica y ciudadana", concluye.
(rml)