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Migración: Alemania se pone firme en la frontera

El ministro del Interior de Alemania, Alexander Dobrindt, explicó la nueva política migratoria del país al visitar la frontera con Austria.Kiefersfelden es sinónimo de tranquilidad para muchos turistas que visitan este pequeño pueblo de Baviera, en el sur de Alemania. Desde Múnich, la autopista serpentea hacia los Alpes hasta llegar a la localidad, ubicada justo en la frontera con Austria. Este paraíso vacacional fue escogido por el nuevo ministro del Interior de Alemania, Alexander Dobrindt (CSU), para explicar cuál será el nuevo tono que usará Alemania en su frontera.

Dobrindt se encontró en el paso fronterizo con su compañero de partido, el ministro presidente de Baviera, Markus Söder, y con el jefe de la Policía Federal, Dieter Romann. Allí, bajo una fuerte lluvia, Dobrindt aseguró que los controles fronterizos se han reforzado desde hace una semana en toda Alemania, no solo en Baviera.

El nuevo Gobierno declaró la guerra a la inmigración ilegal durante la campaña electoral, y ahora pretende cumplir esa promesa. A diferencia de antes, los solicitantes de asilo también serán devueltos en la frontera, lo que significa que no se les permitirá entrar al país. Solo se hará excepciones con mujeres embarazadas y niños.

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Las cosas cambiaron en Alemania

Durante años, la norma fue que cualquier persona que llegara a Alemania y expresara su deseo de recibir asilo, podía quedarse en el país. Ahora es distinto. "Quiero decirles a todos los que creen que pueden lucrar con el sufrimiento de las personas intentando traerlas mediante contrabando, que estamos haciendo todo lo posible para detener estas actividades delictivas", dijo Dobrindt.

El político agregó casi con orgullo: en la última semana, es decir desde que asumió el Gobierno del canciller Friedrich Merz (CDU), se frustraron 739 intentos de ingreso ilegal al país. La semana anterior habían sido 511, lo que supone un incremento del 45 por ciento. Esto ha sido posible, dice Dobrindt, porque se han desplegado 3.000 agentes adicionales de la Policía Federal en la frontera. Antes eran 11.000; ahora son 14.000.

Algunos de esos agentes estaban junto al ministro, que se dirigió directamente a ellos para agradecerles su trabajo, a menudo de 12 horas al día, como no olvidó mencionar. Dobrindt sabe que el jefe policial Romann se ha quejado durante meses de la creciente carga laboral de sus funcionarios, porque el Gobierno anterior ya había aumentado los controles fronterizos.


Ajuste de cuentas con Merkel

La actitud más dura ante el fenómeno migratorio supone también un ajuste de cuentas definitivo con la excanciller Angela Merkel, cuya política de brazos abiertos permitió la entrada al país de cientos de miles de refugiados, especialmente en 2015 y 2016, procedentes principalmente de Siria y Afganistán, pero también de muchos países africanos.

Pese a todo, el nuevo canciller Merz aseguró a mediados de semana, en tono tranquilizador, que Alemania sigue siendo un país de inmigración. Dobrindt, en Kiefersfelden, mostró que esa nueva política es más compleja, y los policías deben garantizar que, combinando "humanidad y orden", haya una preponderancia del orden. Para ello se desplegarán aún más drones, cámaras termográficas y helicópteros.

Polonia: "AfD es su problema, señor canciller"

Merz prometió durante la campaña electoral que desde el primer día implementaría una política migratoria distinta. Esto, sin duda, responde también a los importantes avances electorales del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD), que ha sumado respaldos en los últimos años gracias a su firme postura contra la inmigración.

Sin embargo, la nueva actitud alemana ante la migración no ha caído bien en toda Europa. Apenas asumido como canciller, Merz se enteró en Varsovia de que Polonia también busca combatir la inmigración ilegal, pero en las fronteras exteriores de la Unión Europea, no en el límite germano-polaco. Polonia, de hecho, no aceptará refugiados expulsados de Alemania, le dijo el primer ministro polaco, Donald Tusk a Merz.


"AfD es su problema, señor canciller", agregó Tusk. Merz respondió con cortesía: "Queremos seguir desarrollando en conjunto una política europea de inmigración y asilo, e implementaremos controles fronterizos de una manera aceptable para nuestros vecinos".

En 2024, unas 229.751 personas pidieron asilo en Alemania. Esta cifra es significativamente menor al millón de solicitudes registradas en 2015. Aun así, es casi dos veces y media la cifra que Merz prometió durante su campaña, cuando dijo que limitaría el número de refugiados a 100.000 por año.

(dzc/rml)

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