La violencia digital ha alcanzado un nuevo nivel de crudeza. Tras el feminicidio de la influencer Valeria Márquez, ocurrido el 13 de mayo en una estética de Zapopan, Jalisco, comenzaron a circular en redes sociales memes que sexualizan su imagen y ridiculizan su asesinato.
Los memes suelen actuar como un reflejo de la sociedad, y en el entorno digital actual se han vuelto un canal para viralizar contenidos que, lejos de generar conciencia, sexualizan y ridiculizan la imagen de una mujer que fue asesinada en una transmisión en vivo.
Valeria Márquez y el morbo digital
Uno de los ejemplos de memes más difundidos muestra una fotografía de Valeria en traje de baño, colocada junto a una caricatura con expresión lasciva, bajo el texto: “El forense cuando llegue el cuerpo de Valeria Márquez”.
El tuit, lejos de ser eliminado o denunciado de forma masiva, fue compartido y comentado por decenas de usuarios que se sumaron a la tendencia de morbo y deshumanización.
Este tipo de publicaciones no solo trivializan un crimen brutal, sino que reflejan una cultura digital en la que la misoginia, la violencia y el humor negro conviven sin consecuencias claras.
Valeria Márquez, cuya muerte está siendo investigada por las autoridades, fue una figura reconocida en redes sociales formando parte del contexto de la “narcoestética”, una tendencia que mezcla lujos, sensualidad y narcocultura.
La difusión de estos memes ha sido señalada por activistas y especialistas como una forma de revictimización, pues el cuerpo y la vida de Valeria siguen siendo explotados incluso después de su asesinato.
Además, evidencia la falta de regulación efectiva en plataformas como X (antes Twitter), donde este contenido no es eliminado pese a violar estándares comunitarios.
Frente a este contexto, surge la pregunta: ¿cuándo se volvió normal burlarse de una mujer asesinada? El caso de Valeria Márquez no sólo expone los niveles de violencia en el país, sino también la manera en que el entorno digital se ha convertido en un escenario más de agresión, sin filtros ni empatía.