En su primer acto público como embajador de Estados Unidos en México, Ron Johnson eligió dos gestos profundamente simbólicos para marcar el inicio de su labor diplomática: una visita a la Basílica de Guadalupe y una cena de bienvenida organizada por el activista Eduardo Verástegui.
El diplomático estadounidense arribó a territorio mexicano el pasado 15 de mayo y, desde entonces, ha reiterado su deseo de fortalecer los lazos de amistad y cooperación entre ambos países. “Iniciamos una nueva etapa de colaboración, respeto y esperanza entre los pueblos de México y Estados Unidos”, expresó.

Acompañado por su esposa Alina y un grupo cercano de amigos, el embajador acudió al altar de la Virgen de Guadalupe, donde ofrecieron flores como muestra de respeto y devoción. “Soy un hombre de fe, y quise comenzar esta misión poniendo mi camino en manos de Dios”, declaró Johnson.
Su equipo señaló que el gesto simboliza su intención de acercarse al pueblo mexicano “desde el corazón y con humildad”.
Cena de bienvenida para el embajador
Posteriormente, el nuevo representante de Washington fue recibido en una cena de honor en casa de Verástegui, actor y activista conocido por su labor contra la trata infantil y actual presidente de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC).
Al encuentro asistieron diversas personalidades del ámbito empresarial, cultural y social del país, entre ellos Carlos Slim Domit y su esposa María Elena Torruco; Soumaya Slim, el empresario Carlos Fernández, y el cantante Emmanuel, quien ofreció un breve concierto íntimo.

El embajador visiblemente conmovido agradeció la hospitalidad mexicana: “Que Dios los bendiga a todos ustedes; gracias a México, a mi hermano Eduardo, y a mis otros hermanos y hermanas”.
Con estos primeros pasos, Ron Johnson busca perfilar una gestión marcada por el diálogo respetuoso, el entendimiento mutuo y la construcción de puentes duraderos entre ambas naciones.